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El segundo más grande de Argentina

Juan Bautista Castagnino: una colección de carozos de frutas, historias con Berni y un museo

José Castagnino relata cómo su tío abuelo, experto en arte y coleccionista, fue un mecenas de la época. “Sublimó su vida con piezas de arte que lo representaban. Falleció y su madre donó sus obras a la municipalidad con el fin que hagan un museo. También aportaron los recursos para solventarlo"


Foto del archivo del Museo Castagnino 1938

El Museo J.B. Castagnino cuenta con unas 4.500 obras de arte y es el segundo más grande de Argentina después del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires. Su sede, el Macro (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario), ubicado en Oroño y el río Paraná, es el museo de arte contemporáneo más importante del país. Así de imponente e importante suena, así de interesante es su historia.

Ubicado en la esquina de bulevar Oroño y avenida Pellegrini, en uno de los vértices del Parque Independencia, el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino se inauguró el 7 de diciembre de 1937. Fue donado a la ciudad por Rosa Tiscornia de Castagnino, en memoria de su hijo Juan Bautista, un notable coleccionista de arte de principios de siglo XX que falleció cuando tenía 41 años. Es el museo más antiguo que tiene hoy Rosario.

Rosa tuvo 11 hijos, el mayor fue Juan Bautista y único que se dedicó al arte, ya que por esas épocas la mayoría se relacionaba al campo, almacenes y a los números. Mario Luis, fue uno de los últimos hijos de Rosa y fue el abuelo de José Castagnino quien en diálogo con El Ciudadano, relató algunas anécdotas familiares. José explicó que su tío abuelo, Juan Bautista, se vinculaba con artistas locales. “Era soltero y sublimó la falta de tener una familia con las obras de arte. Se acercó de alguna manera sublimando con piezas de arte que lo representaban y hablaban por él. Cuando te metés profundamente a trabajar en una colección de serie de obras, el diálogo es permanente y se genera una simbiosis interesante. Yo he visto cómo artistas pueden pasarse horas hablando de una obra de arte”, opinó a su parecer cómo habrá sido el amor y el placer por el arte de su tío abuelo.

“La primera colección que tuvo Juan Bautista fue de carozos de frutas”, contó José. Juan Bautista murió el 17 de julio de 1925. Tenía 41 años y era el más importante promotor de la institucionalización del campo artístico rosarino. “Era un mecenas”, resumió José explicando cómo ayudaba financieramente a solventar obras a artistas.

En la página institucional del Museo cuenta que con 23 años había iniciado una colección de arte europeo antiguo que con el correr de los años, mediante prácticas profesionales inéditas, llegó a constituirse en una de las más prestigiosas de la Argentina. También, desde la década de 1910, lideró la firme intervención en el campo cultural de algunos miembros de la burguesía local en la formación de colecciones, la organización de un salón anual, la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes y la fundación de un museo para la ciudad. Cuando falleció su madre y sus hermanos asumieron el rol de promotores del museo de arte de Rosario en la expansión de su acervo, en el fomento de los salones, en la ayuda a los artistas locales y finalmente en la construcción de uno de los edificios modernos destinado a museo de mayor calidad del país.

Es el único museo creado para su fin

José Castagnino cuenta cómo Rosa dona la colección y pide a la Municipalidad que se construya un museo para exhibir dichas obras. Lo quiere en la esquina de Pellegrini y Oroño. “No quería que la colección quede en la casona del bajo, donde se encontraba el Museo de Bellas Artes, en calle Santa Fe al 700, ese fue su pedido. Pasaron algunos años y la familia decidió también donar el dinero para la construcción del edificio. Y fue así que el museo se inauguró bajo la intendencia de Miguel Culaciati. Se trata del primer museo del país construido como museo, porque por ejemplo el de Buenos Aires era la casa de bombas de Aguas”, sostuvo Castagnino.

La historia del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino se inició con la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes en 1917, grupo que se desprendió de la Asociación Cultural El Círculo de la Biblioteca creado en 1912 para promover actividades que enriquecieran la cultura de la ciudad como conciertos, conferencias y exposiciones de arte. La Comisión inició el tradicional Salón de Otoño –de carácter nacional, luego llamado Salón Rosario– en 1917 y creó el antiguo Museo Municipal de Bellas Artes en 1920. Todas las obras de aquel museo fueron trasladadas al Castagnino cuando se inauguró en 1937.

Foto del archivo del Museo Castagnino

 

“Fue una construcción moderna, con una arquitectura diagonal, con lucernarios que captan la luz de este a oeste porque no les pueden dar de frente la luz a las obras de arte”, señaló aclarando que no es experto ni en arte ni en museología. También añadió que a partir de la iniciativa de los Castagnino, otras familias de la burguesía rosarina comenzaron a realizar donaciones como las de las familias Astengo y Carlés. “Fue un efecto contagio”, espetó.

El edificio fue proyectado por los arquitectos Hilarión Hernández Larguía y Juan Manuel Newton respondiendo a las pautas museográficas más avanzadas de la época. Su pórtico de ingreso se enfrenta a las dos arterias principales y está revestido en mármol travertino, lo mismo que el zaguán y la escalera interior que vincula sus dos niveles. En el proyecto original, su abundante iluminación estaba lograda mediante plafones cenitales que permitían el paso tamizado de la luz natural de cuatro patios interiores. Los paramentos estaban entelados en lino crudo y sus pisos cubiertos con linóleo italiano.

Cuenta con 35 salas, auditorio, biblioteca, tienda, instalaciones de restauración, depósitos de conservación de obras y servicios para el público. Cuenta con obras que se han ido coleccionando desde hace más de ocho décadas. Pinturas, esculturas, grabados, piezas europeas de diversas épocas, instalaciones, fotografías, conforman la valiosa colección del Castagnino.

Berni, Juan Bautista, un cuadro y una estancia

José Castagnino cuenta que Antonio Berni había ganado una beca otorgada por el Jockey Club, en la cual le otorgaban los materiales para sus obras. Juan Bautista le ofreció a Berni para trabajar libremente un espacio de trabajo en una de sus fincas ubicadas en la localidad de Artega. “La historia familiar cuenta que Berni se pasó una temporada allí, yo siempre fabulo con cuál será la habitación que habrá elegido para pintar e inspirarse, es una casa muy linda, un caserón antiguo”, dijo el familiar que pertenece a la Fundación Castagnino y es comunicador, productor de Cine y Televisión.

“Esa casa pertenece hoy a la familia Castagnino Cánepa Usellini. Eugenia Usellini es la presidenta de la Fundación Castagnino, la madre, que era Castagnino se casó con Cánepa y por eso se perdió el apellido, pero sanguíneamente viene de esa rama”, graficó.

“Cuando se divide la herencia de Juan Bautista, muchos de los cuadros quedaron para la colección del museo, y apareció una obra muy chiquita, que le queda a mi padre de la fachada del casco de Santa Lucía, con un hombre con un jardinero cortando el césped con una sada. Esa obra pasó mucho tiempo desapercibida y se había ensuciado mucho, cuando la limpiamos pudimos ver la firma: era de Antonio Berni”, recordó José y además agregó que es un cuadro que se salvó de ser robado: “Hace menos de diez años, mi papá decidió llevarse ese cuadro a Rosario y justo nos entraron a robar a la estancia de Santa Lucía y también a otro casco que teníamos, a 14 kilómetros de distancia con el otro, llamado Santa Rosa”.

“Es una joyita de Santa Lucía”, acota José ya que resume el espíritu de una época y lo hace repensar: “El arte une cuestiones ideológicamente antagónicas, que diferente era el pensamiento de Berni al de los conservadores del Jockey Club, pero lo único que importaba era el hecho artístico”.

4500 obras de arte y una sede

El museo cuenta con 4500 obras de arte. La colección histórica del museo Castagnino está integrada por pinturas, esculturas, grabados y objetos de arte argentino y europeo. Entre los artistas expuestos figuran Francisco de Goya y Lucientes, Joaquín Sorolla Bastida, José de Rivera, Ignace Fantin Latour, Fernando Fader, Eduardo Sívori, Eduardo Schiaffino, Benito Quinquela Martin, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Emilio Petorutti, Lucio Fontana, Antonio Berni, Ernesto de la Cárcova, Prilidiano Pueyrredón, Luis Ouvrard, Eduardo Serón, Pedro Figari, Oscar Herrero Miranda y Leónidas Gambartes.

El Macro (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario) nació de la iniciativa de ampliar la colección de arte contemporáneo. Fue inaugurado el 16 de noviembre de 2004 en los silos Davis. Es el museo más importante de arte contemporáneo de Argentina.

El edificio está compuesto de ocho cilindros usados originariamente para el almacenamiento de granos. Hoy cuenta con 10 pisos, una explanada y un túnel para sus exhibiciones, además de depósitos de obras, tienda y servicios para el público. La pintura de su fachada ha sido renovada sobre la base de proyectos elegidos por concursos nacionales.

Su patrimonio es la colección de arte contemporáneo argentino más importante del país con obras de artistas como Nicola Costantino, Claudia del Río, León Ferrari, Daniel García, Guillermo Kuitca, Marcos López, Jorge Macchi, Gumier Maier, Marta Minujin, Marcelo Pombo, Rogelio Polesello, Graciela Sacco y Román Vitali.

Fundación Castagnino

En el año 1977 se fundó la Fundación del Museo. En el año 2004 entró a trabajar José Castagnino, que de los 5 hermanos que son, es el único que se vincula a lo artístico por su profesión. “Mi padre lo funda conjuntamente con la madre de Eugenia Usellini y con Lucrecia Castagnino, es decir tres ramas de la familia”, cuenta. El objetivo es la protección de las obras de arte, la colaboración con la compra de obras y en el desarrollo del museo. “Estamos trabajando en un libro, hace ya tres años, es la carta de presentación para buscar patrocinadores, pero el día 23 de diciembre de 2020 nos enteramos que el estado rescindió el contrato para la ampliación del Castagnino, con lo cual nos imposibilita el financiamiento, estamos a la espera de una charla con el intendente Pablo Javkin”, expresó.

Arte y cultura

José asegura y reafirma que las bellas artes captan la idiosincrasia de nuestros antepasados, interpelan el presente y proyectan nuestro futuro. “Los museos del mundo son bitácoras que dan identidad para conocer y saber trabajar en lo que uno quiere para su futuro”, expresa.

Para el hombre de 47 años que lleva el apellido reconocido, los artistas absorben la realidad y la vuelcan en piezas de artes. “Por eso a mí me es tan emocionante descubrir el mensaje encriptado que tienen, uno descubre que los antepasados decidían coleccionar piezas, viajaban a Europa a buscarlas, que los modernos hablan de lo que está pasando y los contemporáneos describen el presente y el futuro”. “Observar una obra de arte es una experiencia emocional, es entender cuestiones que nos hacen como seres humanos, me subyuga el mensaje encriptado, el conocer el punto en común de la colección, el hilo conductor”, concluye.

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