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Jorge Carrión: “Un escritor está siempre en el futuro”

El escritor catalán Jorge Carrión llega este viernes a Buenos Aires para hacer una doble presentación: su última novela “Membrana” y su libro de ensayos “Los campos electromagnéticos”. Aquí repasa sus lecturas sobre ciencia, tecnología, inteligencias artificiales, ricos abonos para sus novelas


Vande Guru / Especial para El Ciudadano

El diálogo* con Jorge Carrión era presencial, en vivo. A la vieja usanza de las entrevistas. Quedamos en encontrarnos para conversar, él iba a estar por la mañana en un bar de una cadena muy conocida en la Avinguda Diagonal, Centro Comercial Glóries. El dato sería totalmente irrelevante para esta entrevista si el escritor de Membrana hubiera estado en ese bar. Pero lo cierto es que no estaba.

Esperé un tiempo prudencial y escribí al whatsapp. La respuesta llegó desde otro bar de la misma cadena que estaba a unos doscientos metros de ahí. Cuando finalmente nos encontramos, lo primero que comenta Carrión es que por algún motivo el algoritmo conduce siempre al bar equivocado. Me sentí parte de un juego, víctima de una broma inocente, pergeñada por el escritor en complicidad con Google Maps.

La cuestión no pasa desapercibida si tenemos en cuenta que Carrión viene dedicando los últimos seis años a leer sobre ciencia, tecnología, inteligencias artificiales y algoritmos. De hecho, ese trabajo de lectura es lo que abonó el suelo para que una novela como Membrana sea posible y para que los resultados de un experimento como “Los campos electromagnéticos” sean publicados este año.

Los Libros

Membrana es el último libro de ficción de Jorge Carrión. Publicado en 2022 por Galaxia Gutemberg, este texto enigmático imagina el futuro y lo cuenta a partir de una voz colectiva femenina que narra lo que se encuentra en las distintas salas de Museo del siglo XXI. Desde los restos de la primera hoguera documentada (22000 A.C.), El hombre de vitruvio, de Leonardo Da Vinci (1492) o un artículo de la Revista Nature (1957) hasta La Nube de Google Brain (2044) o una cronología del siglo XXI (2100), los elementos que aparecen en este museo cuentan la historia del futuro de la humanidad desde la perspectiva de las inteligencias artificiales que para ese entonces, en la ficción, dominan gran parte de la información de la humanidad. Y ya lo sabemos, la información es poder.

Por su parte, Los campos electromagnéticos editado este año por Caja Negra es, en parte, un ensayo con el que el escritor homenajea el emblemático texto surrealista publicado hace ya cien años por André Breton y  Philippe Soupault, y en parte el resultado de un experimento de escritura colaborativa en conjunto con Taller Estampa y GPT 2 y 3, es decir, una colaboración entre inteligencias artificiales y seres humanos.

Ambos textos disparan preguntas acerca del lugar que tendrá en el futuro (no muy lejano) la experiencia de la escritura y de la lectura entre los mortales. La pregunta desesperada por la literatura.

El diálogo

Hay un concepto, la ficción especulativa, que no es necesariamente ciencia ficción, sino algo diferente, al que asociás en uno de tus artículos a un nuevo realismo

—Sí, de hecho las narradoras de Membrana dicen algo parecido, para mí la ciencia especulativa es una evolución contemporánea de la ciencia ficción. En el fondo son hermanas, son casi dos formas diferentes para hablar de lo mismo. La ciencia ficción tiene que tener una base más científica. Y en Membrana la base es más bien tecnológica y no científica. La ficción especulativa se amplía hacia la antropología, la sociología, la tecnología.  Va más allá de la ciencia ficción pero finalmente también es de ficción.

—Más allá de las ciencias exactas se amplía hacia otro tipo de discurso, más social o humano…

—La dimensión emocional es muy importante en Membrana, por eso me siento más cómodo con la etiqueta de ficción especulativa.

—Llama mucho la atención la voz narrativa de “Membrana”,  cómo se va hilando esta novela. Recuerda a lo que plantea Olga Tokarczuk: la necesidad de una voz narrativa nueva, una cuarta persona.

—Salir de corsés, de las visiones y la primera y la tercera personas se han convertido en visiones. En el caso de Membrana me surgió la primera persona del plural femenino. Supongo que es porque la inteligencia artificial y las redes neuronales son expresiones femeninas, pero en verdad no tienen género, son posgénero. De hecho en la novela se habla de cómo la inteligencia artificial renuncia al cuerpo. Se me apareció así y lo que hice fue seguir el hilo de esa voz, de ese ritmo, de esa música, algo muy antiguo que remite a los signos, que es casi poético, con algo de reiteración, y a la vez con algo muy mecánico, muy automático, muy irónico. Una voz muy extraña que fui tejiendo de un modo casi de escritura automática.

—Podríamos pensar que  el museo de “Membrana” esconde una representación de todo lo que se puede encontrar en una pantalla.

—Creo que más bien es una representación de lo que hay detrás de la pantalla. Ni es una novela de pantallas ni es una novela de robots, no hay superficies ni hay cuerpos sino que detrás del museo, que es un espacio arquitectónico físico poblado de obras de artes, objetos, tecnología, lo que palpita es el código. Un código que no existe todavía, que es cuántico, que es biocuántico.

De algún modo es una novela sobre la nube de nubes o la red de redes convertida en lenguaje. Eso es lo que está detrás del velo de matrix en Membrana. Y lo raro es que, por un lado, ese espacio teóricamente real existe en la selva del Amazonas pero lo que estás leyendo no es exactamente un texto, porque ese museo no tiene visitantes humanos.

En algún momento se dice que ese texto además podría estar siendo traducido en tiempo real o podría estar siendo escrito, cambiando en tiempo real. Entonces, imagino que quien podría recibir ese texto lo haría a través de algún tipo de neuroimplante o de ambiente textual. Es una novela muy textual (evidentemente en la encarnación física del códice del libro) pero que aspira a comunicar una cierta extrañeza vinculada con que es un texto  ¿es un texto o no es un texto?

Podríamos pensar que hay un corrimiento del humano hacia lo cyborg, a lo artificial en el receptor también. Pero lo que llama la atención es que esas inteligencias artificiales son bastante humanas: hay ternura, hay memoria, no hay frialdad.

—Creo que ya se han conquistado en el 2100, no solo la inteligencia, sino también la sensibilidad y la ironía, y ellas  se enamoran y se emocionan pero de un modo no humano y eso fue para mí el gran reto de la novela: cómo contar el siglo XXI desde un lugar poshumano, como imaginar otras formas de sentimentalidad y de percepción que no son las nuestras. Como experiencia de escritura fue rarísima.

O sea, yo pensaba como ellas, veía el mundo como ellas, pero a la vez desconectaba y estaba con mis hijos por las tardes. Escribía por las mañanas siendo ellas, más tarde era un padre humano normal y corriente. Fue fascinante como experiencia vital porque tal como llegaron las voces a mi cabeza, se fueron cuando la acabé de escribir.

 —¿La aparición de esas voces es lo que dio lugar a la historia de la novela?

—Por un lado las voces, y por otro lado, el concepto, me pareció muy interesante que se haya creado el Museo del siglo XXI y que la novela que lees sea el catálogo de ese museo. El concepto del museo y el catálogo, más las voces fue una propuesta a la que no podía renunciar.

La mayoría de lxs escritores tienden a identificar el trabajo de la escritura como el lugar donde se producen los hallazgos: voces, personajes, ambientes.

—Es que hay un trabajo que es de escritura y después el trabajo sistemático del escritor, que en mi caso, al menos, es de lectura y pensamiento. Y si apareció esa idea y esas narradoras es porque durante los últimos cinco o seis años he leído sobre ciencia y tecnología y ficción científica y tecnológica, y he estado sin darme cuenta acumulando también de un modo sistemático, el bagaje y la estructura profunda de lo que después se convirtió en Membrana, eso es muy interesante y es qué tipo de vínculo hay entre experiencias de lectura o experiencias vitales y su traducción literaria.

Entonces, de pronto todo lo que había leído sin saber por qué, solo porque me interesaba desde la divulgación, desde la inteligencia vegetal de Stefano Mancuso hasta teorías sobre inteligencia artificial y hasta filosofía sobre el siglo XXI se convierten en Membrana. Después, me siento culpable porque Membrana era muy oscura, muy distópica y escribo los guiones de mi podcast Solari- Ensayos Sonoros. Allí lo que hago es más utópico, de colaboración y de diálogo entre los humanos y la inteligencia artificial.  Y tanto en Solaris que es no ficción, que es ensayo, como en Membrana están las mismas lecturas.

 —Actualmente ¿continúas en esa línea de lecturas?

—El libro que estoy leyendo ahora mismo es Una geología de los medios, de Jussi Parikka, y me está dando ideas nuevas. Se trata de estar pensando algo distinto. Es muy raro porque Membrana lo escribí a fines de 2019 y lo publiqué a finales de 2021, y lo que estoy ahora escribiendo se publicará dentro de dos, tres, cuatro o diez años. Un escritor de algún modo está siempre en el futuro, está siempre en su futuro. Está pensando en historias o en ideas que no serán visibles hasta un tiempo después.

 —Según Carrión, el museo del XXI será como lo cuentan las narradoras de “Membrana” ¿o no estás de acuerdo con ellas?

—La verdad es que ya han ocurrido fenómenos que no están en Membrana. La guerra de Ucrania ya no está. O bien la guerra de Ucrania no será importante cuando se repase el siglo en el 2100. O bien ya estamos en un mundo muy distinto. A mí lo que me interesaba era, sobre todo, a partir de lo que sí ha ocurrido en el siglo XXI, entre dos mil y dos mil veintiuno (todo lo que se cuenta en la novela es verdad), pensar que si seguimos por ahí, si seguimos poniendo los algoritmos y la tecnología en el centro y no los árboles y la naturaleza ¿hacia dónde vamos?

Vamos hacia una transición, vamos hacia una delegación del gobierno y del poder y del control hacia las máquinas. Ese es el discurso que a ellas les interesa y por eso cuentan la historia como si fuera la única opción de futuro. Yo creo que, en cambio, y ahí está mi discrepancia con ellas como narradoras, que el futuro está en los bosques, en las selvas, en los árboles, en la cooperación con otras especies, para intentar salvarnos juntos. No creo que la tecnología sea la salvación del cambio climático. Pero no importa lo que yo opine, importa lo que mis narradoras querían contar.

La presentación de Membrana (Galaxia Gutenberg) y Los campos electromagnéticos (Caja Negra) será el próximo 17 de marzo a las 19 en Falena Libros (Charlone 201, CABA). Acompañará al Jorge Carrión la escritora y crítica Graciela Speranza.

*La entrevista con Jorge Carrión se realizó en Junio de 2022, antes de la publicación de Los campos electromagnéticos

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