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CANDIDATAS Y CANDIDATOS

Jesica Pellegrini: “Los niveles de mafiosidad de la ciudad hacen que sea una democracia en crisis”

La precandidata a senadora departamental por Rosario Sin Miedo habló de transparentar el funcionamiento de las instituciones, mejorar la democracia en contra de los discursos antipolíticos y ofrecer una alternativa de convivencia entre diferentes fuerzas políticas


Foto: Juan José García

Jesica Pellegrini es abogada y concejala de Rosario por Ciudad Futura. Participaba en causas de lesa humanidad cuando conoció al Movimiento Giros, el antecedente político del partido Ciudad Futura y empezó a militar. En 2019 ingresó al Concejo Municipal en tras la renuncia de Eduardo Trasante y hoy se postula como precandidata a senadora departamental por el espacio Rosario Sin Miedo, en un acuerdo ideológico y generacional entre Ciudad Futura y el Movimiento Evita. En diálogo con El Ciudadano, habló de transparentar el funcionamiento de las instituciones, mejorar la democracia en contra de los discursos antipolíticos y ofrecer una alternativa de convivencia entre diferentes fuerzas políticas para dar una respuesta a los problemas de la ciudadanía.

—¿Cómo te acercaste a la política? 

—Desde que empecé a estudiar abogacía tenía un gran interés por los procesos de memoria, verdad y justicia. Nací en 1978 y hubo personas cercanas a mi familia que sufrieron represión y desaparición forzada. Fue un tema que me movilizó y fue la puerta de ingreso a la militancia. No vengo de una familia militante. Soy de Santa Isabel, mi padre es comerciante y mi mamá es docente. Empecé a participar en los juicios de lesa humanidad acercándome a los espacios que trabajaban en ese sentido y me encontré con el incipiente Giros en la lucha por la tierra. Ahí empezaron a unirse las dos luchas, los trazos de las luchas de ayer y de hoy se conectaron y desde ahí me uní a Ciudad Futura y todo lo que vino después.

—¿Cómo analizás tu gestión en el Concejo?

—En 2015 ingresaron mis tres compañeros Juan, Caren y Pitu Salinas con aquel batacazo. Yo entré al Concejo con los equipos de asesoramiento en la Comisión de Gobierno. Al principio fue muy difícil entender una lógica de funcionamiento de la que teníamos un diagnóstico, pero que tras conocer de cerca a los actores y las dinámicas hizo que se redoblara la apuesta de transformación.

En estos años logramos cosas muy importantes que tienen que ver con la planificación de la ciudad y de lo que queremos para Rosario, y fuimos generando las herramientas que entendemos son fundamentales a la hora de pensar qué hacer en la ciudad con estos niveles de violencia y desigualdad que son aterradores.

Logramos la agencia contra el lavado de activos. La normativa que pudimos establecer y la institucionalidad que creamos es una herramienta muy importante para atacar por arriba este fenómeno que tenemos en Rosario con una tasa de homicidios que quintuplica la media nacional, pero que tiene que ver con que Rosario es la capital del lavado de activos.

Otra gran batalla que dimos en el Concejo es la urbanizadora pública que es la Empresa de Desarrollo Urbano, un mecanismo que nos va a permitir hacer mucho más rápido y más eficaz la intervención del Estado municipal en el mercado inmobiliario, en la disputa por las tierras, en las urbanizaciones de los 112 barrios populares que tenemos en Rosario. Es una herramienta que, inspirada en la experiencia de Medellín y de la manera en que abordó el problema que estamos teniendo, en Rosario va a ser fundamental.

Estamos muy contentos y contentas de haber logrado eso a nivel legislativo al igual que, por ejemplo, el sistema de reciclado con inclusión social. Fuimos generando instrumentos que son muy importantes a la hora de pensar disputas estructurales y decisiones importantes en la ciudad. 

—¿Cómo funciona la agencia contra el lavado de activos?

—Desde que ingresamos en el Concejo una de las principales propuestas tenía que ver con optimizar los recursos que tiene el Estado municipal para detectar rápidamente las maniobras y las posibilidades de lavar el dinero proveniente del narcotráfico, que legitima y hace más rentable la violencia en la ciudad.

El Estado municipal tiene muchísimas ventanillas por las cuales se puede acceder a la información económica de las personas que invierten en la ciudad, desde la habilitación de un bar en Pichincha, un emprendimiento inmobiliario hasta una chapa de taxi. Esa información tiene que ser procesada y analizada para hacer una trazabilidad de las inversiones y determinar, o por lo menos ayudar a determinar, cuándo hay un ingreso de fondos que no se puede justificar y que presumiblemente puede ser derivado del narcotráfico. 

La agencia es una institucionalidad que hoy está ubicada al lado del puerto de Rosario, que tiene muy pocos integrantes porque no hay voluntad política de fortalecerla ni de dotarla de mayores recursos, pero es muy importante que esté creada por ordenanza, que se hayan establecido estas competencias, que hoy todos los estamentos del Estado municipal tengan que rendir cuentas ante esta oficina. 

—¿Qué expectativas tenés para estas elecciones? 

—Estamos muy contentas y contentos con habernos encontrado no sólo con el Movimiento Evita, sino también con Amsafé, Sadop y con la sociedad civil en su conjunto. Nos llena de esperanzas y, más allá del camino electoral, creemos que está naciendo un proceso político y social muy interesante en Rosario y que puede ser un espejo para otras experiencias a nivel nacional. Es necesario pensar cómo confluir desde los sectores democráticos progresistas que aún piensan que se puede construir una mejor democracia. La que tenemos no ha resuelto los principales problemas de nuestro tiempo, pero es necesario fortalecerla y ofrecer una opción de este tipo frente al escenario actual.

La situación que estamos atravesando y que se está viendo con el epicentro en Jujuy nos tiene que alarmar y generar un llamado para articular a todos quienes estamos en defensa de los principales baluartes de la democracia y de los derechos conquistados. Hay que plantarse y construir opciones políticas desde ese consenso mínimo. Estamos muy orgullosos de haber podido lograr esta síntesis política y social para simplificar las opciones de cara a lo que se avecina que realmente es muy sombrío.

Foto: Juan José García.

 

—En relación con la gestión de Ciudad Futura en el Concejo, mencionaste la importancia de unir fuerzas políticas por un objetivo en común. Fue lo que motivó la articulación en Rosario Sin Miedo, pero también hablaron de una apuesta generacional. 

—Sí, es una apuesta generacional. Nos reconocemos hijos del 2001 y de los compañeros de los 30.000 desaparecidos. Hay una herencia de lucha en la que nos reconocemos, pero también en el fuerte cuestionamiento a las instituciones y al sistema que hoy tenemos en los distintos fueros legislativos, judicial y ejecutivo. La manera de transitar esos espacios institucionales no es la que queremos y tratamos de hacer esa apuesta desde quienes confluyen en Futuro Sin Miedo para generar algo que sea mayor y más convocante para toda la ciudadanía. Un espacio donde las disputas y los compromisos estén claros. Apuntamos a transformar las dinámicas institucionales.

Creo que muchas de las cuestiones que llevamos al Concejo desde 2015 fueron cambiando la dinámica de la institución: explicitar cómo se gestionan los recursos que provienen de las instituciones, hablar de cuánto gana un concejal, un diputado o un senador, cómo se financian las campañas políticas son discusiones que tienen que ver con la manera de estar en las instituciones en virtud de la transparencia, pero también de acercar a la ciudadanía y de poder convidar a las disputas grandes y a las luchas estructurales.

Darle una impronta diferente a las instituciones también es pensar la política del siglo XXI de otra manera. Ni que hablar de la feminización que se necesita. Lo vemos claramente en el Senado donde hay una sola mujer y lógicas muy patriarcales, señoriales, de una tradición política. Hay senadores que van por la quinta reelección, a quienes muchas veces no se les conoce la cara y tienen un manejo de los recursos muy discrecional. El presupuesto que maneja un senador departamental en Santa Fe es de 7 millones y medio de pesos mensuales para repartir en subsidios y equivale al presupuesto anual que tiene la Municipalidad de Rosario para apoyo y asistencia a clubes, por ejemplo. Incluso desde las bancas se pueden pensar otros manejos de esos recursos con modos participativos mucho más transparentes y abiertos para generar instrumentos que fortalezcan las instituciones, por ejemplo, los clubes. 

—Mencionaste que el Senado es un espacio patriarcal. ¿Cómo ves tu rol en ese espacio y cuáles son los ejes de tu propuesta en caso de ganar la banca? 

—La principal propuesta es llevar esta forma de trabajo y estas convicciones de dar debates estructurales, en serio y abiertos a la ciudad. Abrir los espacios institucionales, generar un lugar de referencia para las organizaciones de la sociedad civil como hacemos desde el Concejo con los ámbitos más participativos de las distintas comisiones. Tratamos de cambiar los ejes de discusión, de establecer otras prioridades, transparentar y feminizar la política como parte de las dinámicas que nos proponemos. 

—Hablamos de la democracia. ¿Cuáles creés que son los principales logros y deudas de estos 40 años? 

—La principal deuda de la democracia es el altísimo nivel de desigualdad que tenemos en nuestra sociedad y que en Rosario se hace muy patente. La situación del narcotráfico ha agravado ese diagnóstico y la violencia está siendo una amenaza directa a la democracia. Rita Segato decía que lo que pasa en Rosario es una frontera para que el resto del país tome dimensión de cuál es el avance de estas dinámicas que van erosionando la democracia. Hoy los niveles de mafiosidad que tenemos en la ciudad y que penetraron el mercado, el Estado y la sociedad hacen que sea una democracia en crisis y prácticamente tomada por estas lógicas que gobiernan directamente los territorios.

No sólo es narcotráfico, sino que se van adoptando otras formas de gobernar los territorios a través de, por ejemplo, las balaceras, las amenazas, las extorsiones. Hay una mafiosidad hoy en Rosario que es también parte de esa deuda de la democracia. Una nueva generación política que no tenga ningún vínculo con ese mundo que nos trajo hasta acá, que tenga el compromiso y la valentía de no tener miedo de dar las disputas estructurales que hacen falta para torcer esos destinos son parte del compromiso con la democracia que queremos.

—¿Qué le dirías a quienes proclaman un discurso antipolítico?  

—El genocidio en Argentina nos dejó muchas claves no sólo para entender lo que nos pasa, sino también para pensar de cara al futuro y en la propia ciudadanía. Lo que se intenta instalar desde la antipolítica y el miedo es la resignación y una opción violenta hacia las personas con las que convivimos. Lo que hoy vemos es un fogoneo permanente del odio hacia el trabajador, el militante social, el sindicalista, las mujeres organizadas, los pueblos originarios. Ese odio y esa antipolítica generan soluciones autoritarias que socavan la democracia. Lo estamos viendo en Jujuy donde nadie escapa a una política represiva, desenfrenada y desatada donde no hay garantías elementales para nadie. No podemos caer en esas en esas trampas. Ya lo vivimos con el genocidio y el 2001, y creo que son prácticamente los mismos actores, por lo menos del 2001, quienes están fogoneando este tipo de soluciones y alternativas.

Ya ni siquiera es el sálvese quien pueda, si no que es reventarle la cabeza al que tenés al lado y lograr una cuota de ciudadanía muy estrecha y muy individualista, que sabemos que tiene un camino muy corto y que a todos les llega. Cuando la represión se instala y se convierte en una lógica de poder nadie está a salvo de esas soluciones. Más democracia, con opciones que puedan transformar las instituciones, pero desde afuera hacia adentro y desde el pueblo es la única llave para tener al menos una cuota de esperanza y un futuro con paz.

Es importante pensar en construir un futuro sin miedo, también en la clase política. Somos una generación que sabe mirar de frente al miedo, que hemos dado muestras de poder al instalar, debatir y dejar la vida por los temas que nos parecen trascendentales.

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