Coronavirus

Norte santafesino

Ivana Gutiérrez, enfermera de 39 años y sostén de hogar, sin comorbilidades: la víctima más reciente

Falleció en la madrugada de este sábado en Reconquista. Madre soltera, trabajaba 16 horas diarias para criar a sus hijos. Un compañero la recordó con un sentido texto, que resume la conmoción que produjo su muerte: "Me la imagino saltando grietas enormes para no caerse al precipicio"


Crédito: Facebook.

Avanza el coronavirus en la provincia promediando más de 2 mil contagios diarios informados. Y también crece el dolor del personal sanitario, que este sábado supo de una muerte más entre quienes le ponen el cuerpo al covid. Esta vez fue Ivana Gutiérrez, en Reconquista. Era enfermera, tenía 39 años y no se le conocían comorbilidades. Murió a las dos de la madrugada.

“Es impresionante la virulencia con que la atacó el virus. El 5 de octubre se contagió y el 10 se tuvo que internar en terapia, entró enseguida a respirador y todo el tiempo agravándose, porque enseguida se puso grave. Ella trabajaba en el sanatorio privado, pero se atendió acá en el hospital público. Se infectaron varios de sus compañeros. Y así como le pasó a ella, nos podría haber pasado a nosotros. Acá los casos venían bajos, pero explotó después que se hicieron varias marchas. Acá estaba todo muy sin controles ya, el aislamiento duró solamente el primer mes”, cuenta a El Ciudadano Fernando Ceballos, enfermero de 56 años.

“Cuando uno dice de contener un poco, como piden allá en Rosario los trabajadores de la salud, no es volver a la cuarentena de marzo, pero sí de poner algún freno a que circule tanto la gente. O que, si aparece un caso, se pueda aislar a la familia entera, porque si no terminaremos mal. Acá pasamos de uno o dos casos diarios, a tener arriba de 30. Y el intendente de Avellaneda (localidad lindera con Reconquista), más preocupado por los dueños de Vicentín que por cuidar a la gente”, agrega Ceballos, que fue parte en Oliveros del equipo de Salud Mental que ayudó a transformar la Colonia de Oliveros en hospital, en el proceso de desmanicomialización de la institución. Hace unos años, Ceballos se fue a vivir a Reconquista y  ahora le tocó estar cerca de esta muerte de una colega suya.

Ivana, la de los dos trabajos

 

Ivana, la primera a la derecha, abajo, con sus compañeras y compañeros de trabajo.

 

Ivana Gutiérrez era madre soltera con dos hijos y como único sostén de hogar tenía dos trabajos. Apenas se enteró del fallecimiento de su colega, Ceballos escribió también un emotivo texto que se difundió este sábado entre el personal sanitario: “Su fortaleza le hizo resistir todo este tiempo. Su juventud la sostuvo en esa lucha desigual contra lo desconocido. Me la imagino esquivando el miedo y siguiendo. Me la imagino cuidando de no agravarse para no preocupar a sus colegas. Me la imagino saltando grietas enormes para no caerse al precipicio. Y también me imagino a esos compañeros y compañeras que hoy la tuvieron que desconectar. Capaz dentro de la maroma del trabajo incesante no se pudieron detener un poco a sostener esa imagen, esa escena”.

El relato continúa: “Pero si era joven. Si no tenía ninguna enfermedad. Tal vez la única enfermedad que haya tenido es trabajar 16 horas diarias desde hacía mucho tiempo. Algo que te va carcomiendo de a poco y te chupa las energías de la juventud. ¿Hasta dónde aguanta un cuerpo cansado? Cómo la precarización precariza nuestras defensas. Algunos tal vez se vieron allí y se ven allí. Algunos tal vez manteniendo la entereza siguieron el turno como pudieron. Algunos tal vez quedaron con su mente en blanco buscando explicaciones. Otros tal vez quedaron paralizados y al llegar a sus casas y ver a los suyos dormir valoraron esa nimiedad que la voracidad de los días no te deja ver. Otros tal vez se cubren del “amianto” de la frialdad y seguirán defendiéndose como puedan de esa tremenda situación. Otros tal vez lloraron y lloraron de impotencia, de miedo, de frustración por no poder evitar el desenlace. Algunos quizás se estremecieron hasta las tripas intentando hacer lo mejor que pudieron. Otros aturdidos todavía por la linealidad del monitor, seguirán mañana la rutina. ¿Cómo queda una persona después de semejante tarea? ¿Cómo queda ese trabajador y esa trabajadora de la salud después de ver morir a una compañera? Es imposible no pensar en uno. No se puede no pensar que uno puede estar allí. Y con esto no quiero ser fatalista, ni alarmista, ni tremendista, ni amarillo. Es cierto. Seguro que muchos a lo largo del mundo han visto este acontecimiento. El tema ahora, más allá del temor al contagio, es cómo seguir. Porque hay que seguir. Porque somos los que estamos ahí para cuidar al que está sufriendo. Somos esos que estamos allí trabajando con el sufrimiento del otro. Somos profesionales, pero somos seres humanos. Sufrimos, nos agotamos, nos enojamos, nos desahuciamos, nos alegramos, nos sorprendemos, nos angustiamos, también”.

Y el texto finaliza con una solicitud: “Les pedimos a las autoridades del hospital que por un momento dejen sus tronos, sus mezquinos intereses, sus incontables peleas inútiles, sus desaires a los que ponen el cuerpo y el alma, sus arrogancias de poder que intentan someternos, y nos escuchen. No queremos ese falso reconocimiento patronal de héroes. Ese reconocimiento es parte del sistema para que todo siga igual. También creo que el reconocimiento nunca llegará si sólo es económico, ese es un artilugio más del modelo que nos quiere subalternizados, precarizados y dóciles, y nos tiran migajas. El reconocimiento sólo llegará desde nosotros mismos hacia nosotros mismos. Ese es el primer reconocimiento más elemental. Porque ese reconocimiento nos dará la potencia necesaria para estar atentos a atropellos, abusos, ninguneos, soberbias. Hoy lo que adquiere un sentido primordial y político es cómo hacemos para estar juntos en las instituciones de salud. Porque si hay algo que ha demostrado esta pandemia es, además del grado de deficiencia en la gestión y los modelos de atención, que no nos encontramos, que estamos desperdigados desperdiciando energías con pequeñeces. Juntarnos es lo único que nos ayudará a sobrellevar esta tragedia y también a gestar otros horizontes más solidarios, más insurgentes, más del cuidado, más nuestros”.

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