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Israel y la prensa, ¿otra paz imposible?

El gobierno de Netanyahu mantiene una relación tensa con la prensa.

Muchos en Israel tienen una relación compleja con la mirada exterior. “¿Dónde estuvo el mundo cuando debió evitar el Holocausto?”, es aquí una pregunta recurrente cuando se busca argumentar que este país debe velar por su propia seguridad sean cuales fueren las opiniones que generen sus acciones. Sin embargo, en paralelo, crece la idea de que la prensa internacional hace una cobertura pobre del conflicto de Medio Oriente, parcial y que tiende a alimentar la judeofobia. ¿Realidad o victimización motivada políticamente?

“Creo que hay falta de conocimiento y de comprensión sobre el conflicto con los palestinos. Cuando se estudia la historia y lo que Israel hizo y lo que los palestinos no hicieron, descubrir cuál es el lado problemático es como un grito al cielo”, dijo el vicecanciller israelí, Daniel Ayalon.

En un resumen de la postura del gobierno de Benjamín Netanyahu, el funcionario añadió que “la prensa no expresa las cosas de manera correcta. Habla de los asentamientos en Judea y Samaria como si fueran un problema, pero ésa es solamente una excusa. Antes no existían, hasta 1967 esos territorios estaban en manos de Jordania, y tampoco había paz”.

“Para mi dolor, cuando se produce un atentado terrorista palestino y es respondido por una acción de Israel, los medios hablan en forma amplia de la nuestra y sólo reflejan muy en pequeño qué la originó”, continuó.

¿La prensa internacional tiene un sesgo dolosamente adverso a Israel o es inevitable que los actores en conflicto queden insatisfechos con coberturas que no siempre expresarán sus posturas?

Fayez Saqqa, oriundo de Belén y diputado por Al Fatah en el Parlamento palestino, también tiene de qué quejarse. “Hemos padecido por décadas que los grandes medios reflejen una visión que comulga con las políticas de sus gobiernos. Además, no dan cuenta de la posición del pueblo palestino”, explicó.

Si para Israel la queja pasa por el contenido de lo que se publica, para los palestinos la molestia surge por lo que no se dice, por la invisibilización de su causa nacional. Pero esto, para Saqqa, comenzó a cambiar “en los últimos años, cuando empezaron a surgir nuevas cadenas de televisión. También influye internet, que hace más difícil que se publique información sólo en base a la que difunden algunos grandes medios”.

“A los periodistas sólo les pedimos que vengan y observen la realidad con sus propios ojos”, reclamó.

Dos relatos en pugna, dos denuncias de manipulación informativa. Por un lado, es evidente que, en algunos casos, las críticas a las políticas de Israel o, de modo más radical, al sionismo encubren posturas judeofóbicas tan arraigadas, sobre todo en ciertos países de Europa, como difíciles de admitir abiertamente. Por el otro, la larga apelación al terrorismo de ciertos grupos palestinos alimenta los estereotipos que vinculan abusivamente todo lo árabe con ese tipo de prácticas. O que la confusión entre lo “árabe” y lo “palestino” puede ser entendida como un modo de diluir la especificidad nacional del último de esos términos. No hay una sola visión desbalanceada.

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