Policiales

A puro plomo

Interminable: balearon una conocida casa en Cavia al 1300 y la principal víctima es un nene

Mateo, de 5 años, sufrió un disparo en la pierna y quedó internado en el Hospital de Niños Zona Norte. Otra bala rozó a su mamá. El ataque se perpetró contra la vivienda de la madre del asesinado Ema Pimpi Sandoval, donde se hicieron distintos allanamientos. Recrudece la disputa en zona norte


Una nueva balacera en zona norte encontró como víctima de un plomo al sector más vulnerable: Mateo S., de 5 años, sufrió una herida de arma de fuego en el muslo izquierdo y fue llevado al Hospital de Niños Zona Norte. También su abuela, María Elena P., terminó herida con el roce de una bala en el marco de un feroz ataque en Cavia al 1300, que tuvo como blanco una vivienda conocida: allí se domicilia la madre de Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval, quien fue condenado por el atentado cometido en octubre de 2013 contra la casa del entonces gobernador, Antonio Bonfatti, y seis años más tarde, en octubre de 2019, fue asesinado a tiros a los 28 años junto a Mirko Saldaño, de 21, y Rocío Genovese, de 22, en una lujosa casa del barrio La Florida, donde cumplía prisión domiciliaria. En tanto, este último ataque armado de barrio Parque Casas se enmarca, según testimoniaron jóvenes del barrio de espaldas y con sus cabezas cubiertas, en el permanente enfrentamiento con bandas del lindero barrio El Churrasco: “Quieren sacar las casas para poner búnkers”, dijo uno de los jóvenes.

Según contaron testigos, el ataque se cometió pasadas las 17 de este miércoles desde dos motos con cuatro ocupantes, quienes iban a cara descubierta y al pasar por el 1317, casi en la esquina de Cavia y Washington, desenfundaron y dispararon a mansalva.

Vecinos refirieron haber oído unas quince detonaciones. Los uniformados comisionados al lugar recogieron varias vainas servidas y plomos que se incrustaron en el frente de la casa, la que, además, fue allanada más de una vez. Además, los policías se enteraron que familiares habían trasladado en un auto particular al pequeño hasta el Hospital de Niños Zona Norte donde quedó en observación por una herida de arma de fuego en una pierna y su abuela y madre de Ema Pimpi tuvo que ser atendida por los médicos por un roce de bala.

Los disparos que cortan toda esperanza de tranquilidad en el barrio se oyen “cada dos o tres días”, según refirieron vecinos, y quienes los gatillan son “conocidos” por todos: de hecho, a la cronista Agustina Pugliese, quien trabajaba en el lugar le dijeron dos nombres con sus apellidos, y ella misma informó que uno de los atacantes había sido identificado y aprehendido.

Voceros policiales confirmaron que el mismo miércoles por la noche, un joven, de 22 años e identificado como Brian P., había sido detenido por personal de Comando Radioeléctrico en Pacheco al 600, también en la zona norte. El muchacho quedó demorado cuando bajaba de un auto Volkswagen Fox y le encontraron un revólver calibre 32 y tres municiones calibre 9 milímetros.

El nuevo episodio tuvo un correlato extra cuando llegó el primer móvil policial al lugar: los uniformados fueron recibidos a golpes y amenazas. Sobrepasados en número, pidieron refuerzos y otra vez calle Cavia se llenó de patrulleros con luces encendidas: siete personas quedaron detenidas acusadas de resistencia a la autoridad y lesiones, ya que además arrojaron desde un balcón objetos contra los móviles y el personal policial, según la información oficial.

Ellos son Arnaldo S., de 23 años; Alexis S., de 24; Germán E., de 45; Eva C., de 30; Franco C., de 27; Diego S., de 23, y Jonatan R., de 17. Otro joven, apodado Pulpo, quien según la versión policial empujó e intentó dar una trompada a un agente, y luego, tras zafarse, entró a la casa y arrojó desde el balcón objetos sobre móviles y policías, logró finalmente escapar por los techos linderos. El descontento y el hartazgo que provocó la reacción de algunos de los habitantes del barrio radica en que, por lo bajo, se repite la versión de que los tiradores pertenecen a una banda dedicada a la venta de drogas al menudeo que tiene la protección policial para manejarse con esta impunidad. 

Los choques y balaceras en esa zona son permanentes. Uno de los ejemplos fue que Lucas, un hermano de Ema Pimpi, fue condenado en diciembre de 2019 a 11 años de prisión por un triple intento de asesinato cometido en junio de 2017 en Cavia al 1400. Ema Pimpi iba en un auto y Lucas en una moto, y los dos abrieron fuego con pistolas 9 milímetros contra tres personas que resultaron baleadas pero sobrevivieron.

Con todo, más allá de los enfrentamientos puntuales, vinculados por testigos –y aun por protagonistas cuando los casos llegan a los estrados judiciales– a las disputas por territorio para narcomenudeo, y de un tiempo a esta parte también por propiedades con el mismo fin, la nueva arista que comenzó a tener la violenta guerra de bandas es el surgimiento de niñas y niños como víctimas.

Días atrás, el pasado 20 de marzo, otra violenta balacera contra una propiedad también en el norte de la ciudad, en Agüero al 4300, dejó herido de un balazo en la espalda a un nene de 3 años. Es el nieto de Olga “la Tata” Medina, quien está detenida y condenada por venta de drogas, y la otra víctima del ataque fue su hijo de 19 años, alcanzado por tres disparos. El nene fue llevado de inmediato al hospital Alberdi, y de allí derivado al Hospital de Niños Víctor J. Vilela, en tanto que el joven fue llevado al hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria. El episodio parece un calco del cometido este miércoles hasta en el número de disparos: a metros de la casa baleada, que había sido allanada en más de una ocasión, se recogieron 15 vainas servidas.

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