Ciudad

Violencia de género

“Inconcebible”, la serie que puso en foco el trato que reciben víctimas de abuso

La fiscal rosarina Carla Cerliani analizó la serie -que se puede ver por Netflix- en el contexto argentino. La funcionaria estuvo a cargo de una causa similar, que en mayo terminó con la condena a 48 años de cárcel de un violador serial


Año 2008, Lynnwood, Washington. Marie, una adolescente de 18 años, denuncia que un hombre la violó en su departamento amenazándola con una pistola. Los oficiales que toman la denuncia le hacen repetir la secuencia una y otra vez. Ponen en duda su relato hasta que ella decide levantar los cargos y les dice que lo inventó. El Estado la demanda por falso testimonio. Ni los policías ni ella saben que la violación es la primera de una serie de abusos sexuales cometidos en distintos estados por un violador serial, condenado años después a más de 200 años de cárcel. En 2015 una investigación periodística rescata la historia de Marie en el artículo periodístico An Unbelievable Story of Rape (Una increíble historia de violación), escrito por T. Christian Miller y Ken Armstrong.

Año 2014, Rosario, Santa Fe. A.R., una adolescente de 18 años, llega a la Comisaría de la Mujer para denunciar una violación. Cuenta que un hombre que se hacía pasar por policía la subió a un auto, la llevó a un descampado y abusó de ella. En la comisaría le hacen repetir el relato al menos cuatro veces. “Dijeron que querían saber si yo mentía. Me revisaron y tomaron muestras. Después fuimos al lugar con una policía y mi mamá. Yo le mostré dónde fue, pero ya era de día y no podía indicar bien por dónde corrí, entonces la policía me dijo ‘tratá de acordarte porque si no lo damos por falso’; les expliqué que no podía pensar, estaba muy nerviosa”, contó A.R. cinco años después en el juicio en el que en marzo pasado Luis Marcelo Escobar, de 42 años, fue condenado a 48 años de cárcel por violar a 18 chicas bajo la misma modalidad.

La historia de Marie llegó el 13 septiembre a Netflix con la serie policial Inconcebible, basada en el artículo que en 2016 ganó un Pulitzer. Tanto el artículo como la serie pusieron en debate cómo tratan quienes trabajan en el sistema penal a las mujeres que denuncian una violación. La serie ilustra eso que en los manuales de género se llama revictimización y que significa hacer pasar a la víctima por un proceso de escrutinio de su credibilidad al punto de volver a vivir el abuso. Pedir detalles innecesarios, hacer contar la violación innumerables veces, poner el foco en las contradicciones de los relatos o en la falta de memoria de detalles, investigar la vida privada de la víctima, son algunas de las formas de revictimizar.

La historia de A.R. no tuvo lugar en las pantallas. La fiscal Carla Cerliani trabaja en la Unidad de Delitos Sexuales de Rosario y fue la encargada de llevar a juicio a Luís Marcelo Escobar por 18 violaciones cometidas entre marzo de 2014 y agosto de 2016. Cerliani habló con El Ciudadano y analizó Inconcebible en el contexto argentino.

“Para trabajar delitos sexuales y no revictimizar es fundamental tener unidades especializadas, como pasa con homicidios o delitos económicos”, dijo. Además, consideró que aún falta un largo camino en la formación en género en quienes trabajan en el sistema penal. “Hay muchas expectativas con la Ley Micaela porque es la oportunidad de que no sea una capacitación y nada más. Es la posibilidad de que para acceder a un cargo sea una obligación tener perspectiva de género”, agregó.

-¿Qué te pareció la serie?

-Todo el mundo está hablando de la serie y eso ya la hace muy buena. De los abusos sexuales no se suelen hacer series, por lo general los policiales son sobre homicidios o femicidios. Me parece que Inconcebible logra abarcar algo que pasa en todo el mundo con las víctimas de abuso sexual y es el tema de cómo desde prejuicios el sistema penal pone en duda el relato de las víctimas, generando secuelas. Una de las cosas que me gustaron es cómo muestra el trabajo de las brigadas específicas de delitos sexuales. Para investigar es fundamental tener un equipo en el que todos están buscando lo mismo y tienen formación en género. También es muy interesante el tema de los datos, que es universal. Cuando en la serie las investigadoras piden cifras de abuso sexual, le dicen que nadie los carga en el sistema, como sí pasa con los homicidios. Acá pasa lo mismo, de abusos sexuales no hay registro, pero de otro tipo de delitos sí. También me parece que tiene un muy buen abordaje de la buena y la mala víctima. Marie es la chica problemática y el trato que recibe es diametralmente opuesto al de la abuela o la estudiante. Otra cosa interesante es que Inconcebible da algunos ejemplos de tránsito de las víctimas. Que no recuerde, que ponga el foco en una foto y no en ver detalles del violador, que no le quiera contar a la familia, que esté con otros hombres para recuperar autonomía, son todas estrategias y mecanicismos de defensa. Todo eso que muestra la serie sobre cómo transitan las víctimas los abusos nos sirve mucho quienes trabajamos en el Sistema Penal porque en las audiencias tenemos que luchar contra prejuicios que aparecen por una falta de formación en género. Lo que no me gustó es que deje la sensación de que las investigadoras mujeres son las únicas que tienen perspectiva de género, cuando los hombres también deben tenerla.

-¿Cómo fue en el caso del violador serial?

-Primero me parece importante aclarar que desde 2014, que está el nuevo sistema penal, hemos tenidos 3 casos. El abusador sexual serial es algo excepcional. El 90 por ciento de los delitos sexuales son intrafamiliares y las víctimas conocen al abusador. La causa de Escobar me la asignaron cuando había 12 hechos y ya se sospechaba que era la misma persona. Después hubo seis hechos más hasta que logramos detenerlo. El caso tenía sus particularidades. Usaba autos distintos, vivía en otra provincia, manejaba por calles donde no había cámaras. Además, las víctimas eran muy vulnerables, jóvenes de barrios periféricos, a las que les decía que era policía y que lo tenían que acompañar a la comisaría. No podían ver las patentes porque las amenazaba con un arma. También las llevaba a lugares que tenía vistos y que él conocía. El último caso fue el único en el que lo pudimos ver en una cámara de seguridad. Los hechos fueron idénticos y se iba perfeccionando.

-¿Cómo ves el trato que reciben las víctimas en el sistema penal de Santa Fe?

-Más allá de que se hacen muchos esfuerzos sigue habiendo situaciones de revictimización, fundamentalmente porque hay cosas que escapan al trabajo de la Fiscalía especializada. La víctima llega al sistema penal y pasa por un montón de instancias en las que puede ser revictimizada, como una comisaría. En el caso del violador serial de Rosario, la primera mujer que declaró le preguntaron 4 veces si era verdad. En la Comisaría de la Mujer dudaban porque ella tenía novio y decían que quería mentir porque se había ido con otro. Otra de las víctimas tuvo que dejar de ir a un taller porque le decían que era su culpa que la haya violado porque había subido al auto. Ser víctima de delito sexual te convierte en una persona impura y eso genera dificultades después para tener relaciones consentidas. La revictimización es parte de las secuelas que deja el abuso sexual. Otra forma de revictimizar es la pericia psicológica. En Santa Fe desde que está el nuevo sistema de Justicia no hacemos más. Pero si vas a Buenos Aires u otras provincias lo primero que se hace es mandar a la víctima al perito forense a hacer una prueba de credibilidad, para ver si es creíble o no su relato. A eso se suman los cuestionamientos de si una pericia puede determinar credibilidad. La credibilidad es un término jurídico, los fiscales presentamos elementos al juez para sostener una teoría, no es sólo el relato de la víctima lo que garantiza la credibilidad. En un robo nadie pide un test de credibilidad de la víctima, nadie duda de que le hayan robado. Sin embargo, en los abusos sexuales se hacen esas pericias y las defensas suelen pedirlas. Plantean que es palabra contra palabra, pero ¿cuántos robos se dan sin testigos? Si vamos a ese criterio nadie le pregunta al ladrón su versión. Entonces, lo que aparece con los delitos sexuales son los prejuicios y estereotipos de género. Se investiga a la víctima para ver si es digna de protección penal, si es honesta, si salía a bailar, si tenía pollera corta, si era mujer en situación de prostitución, si estaba alcoholizada, si hubo consentimiento, si en la pareja puede haber abuso o no.

-¿Crees que eso está cambiando?

-Se está poniendo en discusión en los últimos años y es lo que intentamos muchas personas dentro del sistema judicial. Después de la denuncia de Thelma Fardín hubo una escalada de denuncias y hay más concientización y movimiento social sobre el tema. Hoy hay mucha información y las mujeres denunciamos los delitos sexuales a diferencia de otra época en la que no nos animábamos. En ese sentido, a la serie hay que ubicarla temporalmente. Los hechos empiezan en 2008, previo al movimiento Me Too y Ni Una Menos. El desafío ante este nivel de concientización es que desde el sistema de justicia penal y las reparticiones que trabajamos en violencia de género demos respuestas integrales y no focalicemos los recursos sólo en la recepción de denuncias. También siempre es importante aclarar que no todo lo que se plantea como delito es delito y que no todos los hechos injustos se puede probar, más allá de la buena fe y de la perspectiva de género. Esa limitación aparece en todo el sistema, no solo con delitos sexuales, hay estafas que no se pueden probar. El problema es cuando se investiga sin perspectiva de género, que es una obligación y se tiene que garantizar. Espero que con la ley Micaela se garantice una capacitación seria que implique un cambio de prácticas y no un taller y nada más. Tener perspectiva de género debe ser una exigencia para tener un cargo público.

-Hace unos meses el presidente Mauricio Macri lanzó un programa para reducir los femicidios que fue criticado por sólo focalizar en recepción de denuncias y planteaba que si la víctima no quería denunciar podía hacerlo otra persona. ¿Qué te pareció la propuesta?

-Es una medida demagógica que no entiende lo que es la violencia de género y no respeta la autonomía de las mujeres. Siempre se recurre al derecho penal como única respuesta. La violencia de género, sobre todo intrafamiliar, empieza con hechos más leves en donde las mujeres no quieren recurrir al derecho penal. Una buena intervención en esta conflictividad desde alguna instancia del ámbito administrativo puede cortar el vínculo de violencia. Cuando se llega al derecho penal es con hechos de mayor entidad y la violencia es mayor. Lamentablemente hoy esas estructuras administrativas fallan. Las víctimas no tienen respuesta y caen en el derecho penal donde las herramientas o respuestas que podemos dar no son múltiples, es la prisión o la libertad. Ahí es donde les resulta difícil gestionar todo lo que implica pasar por una instancia penal.

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