La actriz estadounidense Brittany Murphy, quien murió el domingo a los 32 años a consecuencia de un paro cardíaco, deja un vacío entre las actrices de su generación entre las que se había destacado por su singular talento. Según se supo ayer, luego de versiones cruzadas, la madre de Murphy descubrió a la actriz inconsciente en la ducha de su casa en Los Ángeles y su marido, el guionista británico Simon Monjack, llamó a emergencias pero ya era tarde.
De todos modos, Murphy fue trasladada al hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles, donde declararon oficialmente su muerte, según confirmó ayer por la mañana la portavoz de la actriz, Sally Stewart.
La muerte de Murphy se produce después de que el mes pasado una ambulancia trasladara a su marido para ser ingresado en un hospital desde el aeropuerto de Los Ángeles, a donde volaron desde Puerto Rico. Según informaciones, la pareja volvía a Los Ángeles después de que Murphy fuera despedida del rodaje de una película por su “comportamiento difícil”.
La actriz se hizo conocida en series de tevé de los 90, antes de tener papeles importantes en las películas Clueless, Inocencia interrumpida, Milla 8, Sin City y el film de animación Happy Feet.
Murphy había nacido en Atlanta (Georgia) y fue criada por su madre, Sharon Murphy, en Nueva Jersey, antes de mudarse a Los Ángeles.
Antes de casarse con Monjack, en 2007, Murphy estuvo comprometida con el productor Jeff Kwatinetz y previamente mantuvo una promocionada relación con el también actor Ashton Kutcher, actual esposo de Demi Moore. Fue el propio Kutcher quien en las últimas horas lamentó la muerte de la joven actriz a través de una red social.
De todos modos, y más allá de que su madre dijo a la prensa que en los últimos días la actriz se había mostrado extraña y con algunos picos de fiebre, rumores sobre el uso de drogas, desórdenes alimenticios y acerca de problemas de imagen comenzaron a salir a la luz ayer tras su repentina muerte del domingo.
Una fuente no identificada declaró al sitio web de la revista People que “muchos de sus problemas se debían a la imagen que tenía de ella misma. Brittany usaba extraordinarias cantidades de maquillaje, toneladas de rimel, se cambiada varias veces el color de su cabello y perdía o aumentaba de peso, pero siempre quería ser una verdadera belleza. No quería ser la chica gordita que había interpretado en Clueless. No comía mucho, sólo tomaba grandes cantidades de café”, detalló.