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IBR: proyecta ciencia para cultivo, fármacos y biodiesel

Por Nicolás Maggi. Tras mudarse al edificio ubicado en la Siberia, el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario acelera su labor.


Hace un año se inauguró el nuevo edificio del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), perteneciente al Conicet, con una inversión millonaria. ¿Qué es lo que allí se investiga? ¿Cuáles son las aplicaciones de esos estudios? El Ciudadano dialogó con su director, Alejandro Vila, para responder a estos interrogantes.

En septiembre del año pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner visitó la ciudad para inaugurar el nuevo edificio del instituto. Hasta esa fecha, el IBR trabajaba –de forma poco práctica y con problemas edilicios– en instalaciones dela Facultadde Ciencias Bioquímicas dela UNR. Elinmueble, destinado a la investigación científica, está ubicado en el Centro  Científico y Tecnológico (CCT), en la zona sur. Según fuentes oficiales, para realizar la obra, el gobierno nacional invirtió, en ese entonces, casi 20 millones de pesos.

El predio proyectado en el que se construyeron las flamantes instalaciones está ubicado en Ocampo y Esmeralda. Allí se piensa albergar eventualmente a todos los institutos dependientes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y a empresas del ámbito privado, como Bioceres S.A., dedicada a la innovación biotecnológica del sector agroindustrial. Por el momento, y a un año de la inauguración, tres de los institutos ya se encuentran instalados en el lugar (ver recuadro). Las perspectivas indican que en los próximos dos o tres años lo hará la totalidad, algunos de los cuales ya están en proceso de construcción.

A la espera, unos 25 grupos de trabajo que hoy se desempeñan en el instituto, continúan desarrollando sus investigaciones en el mejoramiento de plantas y especies de peces comerciales, en la optimización de productos relacionados con la agroindustria como el biodiésel. Dentro del área de salud humana, los objetivos son enfermedades infecciosas y neurodegenerativas. A un año del traslado, El Ciudadano dialogó con Alejandro Vila, director del IBR e investigador del Conicet, quien hizo un balance sobre la realidad del revitalizado instituto, y también las perspectivas a futuro.

—¿Cuáles son las principales líneas de investigación del IBR?

—En el instituto hay 25 equipos de investigación, que se dividen en tres grandes líneas y van desde el estudio básico hasta la aplicación. Una es biología molecular de plantas y biología vegetal, que es el estudio de las plantas y cómo mejorar los cultivos. También es muy fuerte la parte orientada a salud, de microbiología, enfermedades infecciosas, neurodegenerativas y desarrollo de fármacos. Otra de las patas importantes es la orientada a cuestiones biotecnológicas, como la empresa que trabaja en el mejoramiento de biodiésel. Por otro lado, existe un equipo que trabaja en biotecnología acuática para el mejoramiento de especies de peces de uso comercial.

—¿Cómo fue la adaptación al nuevo edificio?

—Primero hubo todo un período de mudanza. Recién en julio de este año todo el IBR que estaba enla Facultadde Bioquímica terminó de trasladarse. Primero necesitábamos el final de obra, y después nos tomó cuatro meses planificar bien el traslado, que no fue una tarea fácil. Son 160 personas más equipos, laboratorios, freezers, cámaras de cultivo de plantas y hasta un acuario con peces. Fue un proceso complejo que si se hacía apresuradamente echaba a perder colecciones biológicas que tienen dos décadas.

—¿Impactó el traslado en los investigadores?

—De forma positiva. La gente está contenta de estar trabajando. Hay un cambio de humor. Es la primera vez que el IBR tiene a todos sus investigadores en un espacio común. Antes estábamos disgregados en distintos lugares. Además, las instalaciones son magníficas. Y no estamos más en subsuelos que se inundan. La calidad es mayor, se puede optimizar trabajo. Hay salas de uso de equipos comunes compartidos, subsuelo con servicios centralizados, entre otras ventajas. La capacidad de planificación y ejecución del trabajo es infinitamente superior. Pero no es sólo una cuestión edilicia, sino de sentirlo propio.

—¿Cambió la interacción con el sector privado?

—No, seguimos haciendo la misma ciencia, e incluso mejor porque estamos en mejores condiciones. La novedad es que este año se armó una empresa dentro del instituto llamada Keclon. Trabajan en productos para la optimización de biodiésel. Estar en este lugar nos permite mostrar mejor las investigaciones pero los privados siempre se acercaron porque les resulta interesante el proyecto de los investigadores y la capacidad de resolver problemas. Lo más importante es el recurso humano, que sigue siendo el mismo.

—¿Cuáles son algunos de los proyectos a futuro?

—La idea es que el instituto consolide su identidad y la especialización. Hay que incorporar la mayor cantidad de tecnología de último nivel para poder hacer cooperaciones con los otros institutos y depender menos de colaboraciones con el extranjero. Hace poco ganamos dos plataformas tecnológicas del Ministerio de Ciencia nacional. Una es la que utilizará el equipo de Claudio Fernández sobre diseño de fármacos. La otra es de biología estructural, por 8 millones de pesos. Con esos fondos se compran equipos de última generación que antes no estaban en el país. Esos subsidios ya nos los dieron, y el año que viene va a ser la puesta en marcha. Esto nos va a llevar a un lugar preponderante. Los institutos se planificaron más o menos en la misma época, por lo que esto no es un rejunte sino un gran proyecto institucional. Ahora está sólo el IBR, pero cuando estén los otros, la capacidad de resolver problemas a demanda del sector privado es gigantesca.

—¿Cuál debe ser el rol del Estado en la investigación científica?

—Yo creo que si uno apuesta a un país con desarrollo propio tiene que poner dinero en ciencia. Y tiene que orientarla. Pero esto debe hacerse a lo largo de décadas. No tiene que ser cuestión de un gobierno sino política de Estado. Debe procurar mantener tanto la parte básica, que es generación de conocimiento, como la aplicada para resolver problemas. Las dos son importantes porque sin una masa que produzca conocimiento y recursos humanos de calidad no podemos aplicar tecnología.

—¿Como calificaría al país según esos preceptos?

—Los últimos gobiernos han apostado de manera consistente en ciencia y técnica pero tuvimos muchos años de idas y vueltas. Si nos comparamos con Brasil, estamos floreciendo. Necesitamos veinte años más así como estamos ahora. Pasa lo mismo con la educación. En dos años se puede destruir pero necesitás otros veinte años para volver a armarla. Lo que estamos haciendo está bien pero no sirve de nada si cambia el signo político del gobierno y esto desaparece. Y es lo que acá ha faltado: continuidad de políticas.

Radiografía del Conicet en Rosario

El Centro Científico Tecnológico Rosario es una de las más grandes dependencias del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) a nivel nacional. Está configurado por ocho centros de Investigaciones en diversas áreas de la ciencia: el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias dela Educación(Irice), el Instituto de Física Rosario (Ifir), el Instituto de Química Rosario (Iquir), el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), el Instituto de Fisiología Experimental (Ifise), el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (Cefobi), el Centro Internacional Franco-Argentino de Ciencias dela Informacióny de Sistemas (Cifasis) y el Instituto de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHIR). Según explicó Avila, excepto el ISHIR, la idea es que todas las instituciones restantes tengan sus edificios en el Centro Científico y Tecnológico Rosario. El Ciudadano también consultó al director sobre el proyecto de trasladar los otros institutos. “Se están construyendo edificios para que se instalen los demás institutos. Hace pocos días se inauguró el edificio del Cifasis. Ellos estarán instalados en breve porque la mudanza es menos compleja: sólo computadoras y oficinas”. También está el Irice desde la década del 80. Y se está construyendo el Ifir que se inauguraría en abril de 2013. “Después están los esqueletos de tres institutos más, por licitarse la primera etapa, pero ya habiendo recibido la primer partida de dinero. Se trata del Iquir, el Ifise y Cefobi”, señaló Avila. El director estimó que en dos o tres años todos los edificios van a estar terminados. “La proyección es buena porque hay una inyección de dinero importante, y las cosas se están concretando”, concluyó.

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