Espectáculos

Tributo a Eduardo Rovira

“Hubo alguien más que Piazzolla en la vanguardia”

El contrabajista Ariel Eberstein, líder del grupo belga Quinteto Sónico, habla sobre su disco tributo a Eduardo Rovira.


“Alguna vez, Eduardo Rovira fue más revolucionario que yo”, pronunció Piazzolla. Para el contrabajista argentino Ariel Eberstein, líder del Quinteto Sónico, que llegó al país proveniente de Bélgica para dar a conocer un álbum en memoria del bandoneonista, arreglador y compositor que fue contemporáneo y admirador de Astor, la tesis se repite. Y destacó la visión vanguardista que el compositor tuvo del tango: “Es tanto o más revolucionaria que la de Piazzolla”.

La búsqueda por recuperar, reivindicar y acercar el legado de esta figura que, tras su muerte hace casi tres décadas, no corrió con suerte en tanto legado y reconocimiento, es uno de los propósitos del Quinteto Sónico que en la actualidad está integrado por Stephen Meyer (violín), Anke Steenbeke (piano), Camilo Córdoba (guitarra), Ariel Eberstein (contrabajo) y Lysandre Donoso (bandoneón).

Antes de mostrarlo en Europa, el grupo preparó una gira argentina en salas de La Plata, Córdoba, Rosario y Buenos Aires. En la ciudad, ofrecerá tres conciertos imperdibles.

Antes de su debut, Ariel Eberstein dialogó con El Ciudadano y dejó algunas reflexiones en torno de la figura de este compositor que le cambió la vida y reorientó sus formas de búsqueda.

—¿Cómo es, a nivel formal, el concierto que están mostrando en el marco de esta gira?

—Buscamos mostrar que hubo alguien más que Piazzolla en la vanguardia. Y básicamente lo que venimos a hacer es presentar nuestro último disco, que se llama Eduardo Rovira. La otra vanguardia. En los conciertos tocamos las obras en las formaciones que Rovira había pensado. Él fue un poco más cambiante en sus formaciones que Piazzolla. Nosotros hacemos cosas en tríos, cuartetos y quintetos.

—¿Cuándo descubriste a Rovira en su dimensión actual?

—En su dimensión actual, en los últimos tres años. Hubo como indicios o momentos que, si miro hacia atrás, en perspectiva, me doy cuenta que esa figura, de una u otra manera, ya había aparecido. Te cuento una anécdota: cuando estudiaba contrabajo, empecé a ser el más avanzado en el grupo de estudiantes, y el profesor me pidió que comenzara a darles clases a sus alumnos más jóvenes. Uno de ellos resultó ser nieto de Rovira. Él me hablaba mucho de su abuelo y yo no sé si no lo entendía o no le di importancia en ese momento. Hasta me acuerdo que me acercó una partitura de “Evaristo Carrió”, que es el tema más conocido de él, y yo la miré sin entender demasiado de qué se trataba la cosa. Hace unos cuatro años, buscando en internet música argentina para la formación de trío de bandoneón, contrabajo y bajo, descubrí por casualidad su música.

—¿Qué te sorprendió en ese momento y dónde estaba la mayor originalidad?; hablando de Piazzolla, ¿cabe una comparación entre ambos?

—Indefectiblemente al ser Rovira referente de Piazzolla es imposible no compararlos. Uno de los puntos más interesantes de Rovira es tener otra vanguardia en paralelo pero que, al mismo tiempo, es tanto o más revolucionaria que la de Piazzolla. Rovira no solamente es maravilloso sino también totalmente diferente. Otro punto alucinante es el collage que utiliza en su música con muchas temáticas diferentes. Otra cosa que me parece interesante, dentro de las posibilidades que nos permite hacer un proyecto así, es la diferencia de lenguaje que hay entre sus diferentes formaciones. Eligió el trío para traer el lenguaje del jazz al tango, después al cuarteto como una especie de extensión de la música clásica o de tangos extremadamente refinados. Y, cuando hizo sextetos u octetos, son músicas más relacionadas con la de los años 50 y 60, como Stravinski y Bartok. Inclusive utilizó el dodecafonismo por primera vez en el tango.

—Hacés una referencia al lenguaje y Rovira es alguien que le prestó mucha atención al qué y al cómo decir. En algún punto, esa frase que se le conoce de que escribía “pensando de la cintura para arriba”, es también una marca de él, de cómo pensaba la música…

—Sí, es una marca de época, porque a principios de los 50 empieza a decaer toda la época dorada del tango y empiezan a buscarse nuevas sonoridades, también empieza a cambiar el público. Hay un público que quiere escuchar más y un poco pasa por ahí.

—Una de las propuestas del quinteto es la reivindicación y la recuperación de la obra de Rovira. ¿En qué instancia está actualmente su legado para el mundo?

—El tema de la recuperación tiene que ver con que es muy difícil y hay poco acceso al material. Él era un tipo muy prolijo en su manera de preparar sus partituras pero dedicó y regaló muchas obras. También hubo una parte que se perdió en la inundación de La Plata. Por eso nosotros hicimos muchas transcripciones y algunas partituras pudimos comprarlas o conseguirlas a través de sus seguidores. También encontré material en algunas bibliotecas perdidas. Ese es un laburo de recuperación. En cuanto a la figura de Rovira en la actualidad, me parece que estará bueno analizarlo tras esta gira, pero me parece que es una música que tiene un potencial para que haya muchos más grupos.

—Te fuiste a Bélgica a estudiar y ya te quedaste y elegiste aquel destino como tu lugar.

—Me fui en 2003 con una beca de la Fundación Antorchas a Viena donde estuve dos años, me enamoré y me fui a Bélgica, me desenamoré y volví a enamorarme, tuve un hijo. En lo que tiene que ver con mi carrera, Rovira es una figura central. Hace tres años yo era un músico clásico de una orquesta y cuando empecé a desarrollar este proyecto pude explorar otras habilidades. Mi carrera está mutando entre el tango y la música clásica. Sigo tocando en la Ópera Nacional de Bélgica y hace poco tuve la dicha de cerrar en Hamburgo el Festival Martha Argerich. Mi carrera está mutando como el tango.

Para agendar

El Quinteto Sónico se presenta este viernes, a las 20, en el Centro Cultural Cine Lumiere (Vélez Sársfield 1027), mañana, a las 21.30, en el Gran Salón de la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), y el domingo, a las 18, en el marco del Ciclo Dimensión Piazzolla en el Museo Castagnino (Oroño y Pellegrini).

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