Ganó y nada más. Se impuso por la mínima, pero mereció hasta perder. Un penal inventado que el rosarino Lionel Messi cambió por gol terminó siendo suficiente para que el seleccionado argentino derrote 1-0 a Chile en el Monumental, en un duelo clave por la clasificación al Mundial de Rusia 2018.
Argentina cumplió el objetivo: sumó de a tres y abandonó la zona de repechaje. Con la victoria sobre los trasandinos, la Albiceleste se acomodó tercera y a sólo un punto del escolta Uruguay, que de local se comió una paliza ante el firme líder que tienen las Eliminatorias Sudamericanas: Brasil.
Fue quizás el peor partido de la era Edgardo Bauza, únicamente superado por el lapidario 0-3 sufrido en Belo Horizonte ante el Scratch en noviembre del año pasado.
Lo de Argentina fue impresentable. Un conjunto de estrellas totalmente partido dentro del terreno de juego y que corrió siempre de atrás a la pelota. El rival, fiel a la idea que implementó Bielsa, perfeccionó Sampaoli y ahora mantiene Pizzi, fue el único protagonista del encuentro.
El travesaño le negó a Sánchez un golazo de tiro libre, Romero se lució varias veces y los defensores criollos metieron todos una o hasta dos salvadas sobre el límite. Eso y el gol legítimo de Fuenzalida que le anularon mal en el inicio.
¿Y Messi? ¿Di María? ¿Agüero? ¿Higuaín? Nada de nada. El mejor jugador del mundo estuvo solo y el resto casi ni apareció. El ex Central se salvó del aplazo sólo por el piletazo que se mandó en el área y que el árbitro brasileño Ricci cobró como penal.
Preocupante. Muy preocupante. Así fue la presentación del equipo del Patón, que el martes tendrá otro duro examen en la altura de La Paz ante Bolivia, sin un baluarte como Mascherano, ausente por límite de amonestaciones.
Sin argumentos. Sin ideas. Sin capacidad de reacción: la selección argentina jugó horrible pero ganó. Y eso era justamente lo que necesitaba.
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