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Historias “monstruosas” de la capital de la provincia que causan risa y espanto

En su “Trilogía de Santa Fe” Carlos Bernatek hace circular sus personajes por la árida y calurosa capital de la provincia, donde priman el humor y el absurdo, incluidas escenas porno e incorrectas, abominables rutinas e intensas vidas de bar. Todos quieren irse, pero no pueden vivir sin esa ciudad


Pau Turina | Especial para El Ciudadano

Carlos Bernatek nació en Avellaneda, Buenos Aires, en 1955. De origen bonaerense pero de formación santafesina, Bernatek vivió veinte años en la ciudad de Santa Fe, a la que llegó de manera accidental: a su papá lo trasladaron por trabajo y se mudó apenas terminó el secundario. Al principio tuvo que adaptarse a su “clima horroroso” –tema que está presente en sus novelas– y recién con el tiempo fue entendiendo el motivo de la siesta, la trasnoche y los patios cerveceros. Actualmente vive en Capital Federal y trabaja en la Biblioteca Nacional.

Prolífico

Es autor de La pasión en colores, su primera novela, publicada en 1994, y que fue primera finalista del Premio Planeta; Rutas Argentinas, Un lugar inocente, Rencores de provincia, que obtuvo el primer premio del Fondo Nacional de las Artes, y Banzai; los libros de cuentos Larga noche con enanos y Voz de pez. Su obra El canario obtuvo en 2016 el Premio Clarín-Alfaguara de Novela. Y en 2015 comenzó a publicar su Trilogía de Santa Fe: La noche litoral, Jardín primitivo y El hombre de cristal, editados por Adriana Hidalgo. Además, Bernatek desempeñó diversos cargos en organismos de Cultura de la Nación, la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Santa Fe.

Hastiados de la rutina

Santa Fe es el escenario de esta trilogía, ciudad que es narrada de manera realista y paródica. “Creo que el humor es la única manera que tengo de contar lo que veo, las historias o los lugares. Ese es el registro con el que puedo asimilarlo, porque escribir de manera dramática no me cierra estéticamente”, comenta el escritor. Los personajes habitan un lugar patético, bizarro y ligado a las estructuras de poder con las cuales fueron criados. Además, se describen escenas porno o más desacatadas, mostrando a los personajes en un lugar de “incorrección”, hastiados de la rutina y de la cotidianeidad. “La rutina también pensada en una ciudad con tantos empleados públicos. También hay una vida de bar muy intensa. Incluso la conversación de bar es una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando llegué a la ciudad. Por ejemplo, el Doria: el antiguo Doria es un ambiente de hombres, no entraba ninguna mujer. Y las charlas eran así, machistas. La mirada estaba puesta sobre los negocios y la política, todo manejado con un código muy viril y a la vez cómplice”, relata.

Risa y espanto

Ovidio es el personaje principal de los dos primeros libros de esta trilogía. Sobre este personaje, dice: “Ovidio no quiere la carga de ser rico porque piensa que es un trabajo extra tener que cuidar la riqueza y no necesita tanto. En definitiva, sigue viviendo de una manera miserable, en esa casa que heredó de la tía y no pretende cambiarse de lugar”. En contrapartida, se encuentra Jota, el personaje principal del tercer libro, que generará una relación particular con Ovidio y con el que tiene algunos puntos en común aunque son moralmente opuestos. “La idea de la trilogía surgió como un cuento medio monstruoso, era la primera anécdota de Ovidio con la Renga, y el episodio del perro y la tía. Lo leí un par de veces en público y era notorio que causaba risa y espanto. Muchas veces el cuento es un campo de experimentación de la posible novela. A veces ocurre y a veces no. Lo primero que encontré fue el lugar de donde provenía esa voz, que era Santa Fe; sin darme cuenta empecé a escribir sobre Ovidio y el centro de esta ciudad, creo que por eso que tiene la ciudad de «entre bulevares», que me hace acordar a los malones, los que pueden entrar a los bulevares y los que no”, explica.

Síndrome de Estocolmo

Las novelas de Bernatek tienen humor pero no por eso dejan de transmitir cierta crítica social. En relación a esto, de alguna manera ambos personajes, Ovidio y Jota, son prisioneros, ninguno de los dos puede salir de Santa Fe. “Ovidio podría llegar a hacerlo pero tampoco quiere irse, prefiere despotricar contra todo lo que odia de la sociedad santafesina, sobre la política santafesina, esas cosas arrastradas, que pertenecen a ese mundo marginal o medio oculto. Y Jota, por otra parte, cuando intenta salir tampoco puede. Hay como un síndrome de Estocolmo con la ciudad, porque piensan que es una mierda pero no pueden vivir sin ella”, reflexiona Bernatek.

Difícil asomar la nariz

Santa Fe fue y sigue siendo una ciudad de grandes escritores y escritoras. Estela Figueroa, por ejemplo, y entre las voces más jóvenes, la de Francisco Bitar. Pero, ¿hay algún elemento que caracterice a lo que se conoce como “literatura del Litoral”? Bernatek cree que hay tantas miradas sobre el río y sobre el Litoral como puede haber miradas sobre Buenos Aires. “La geografía te condiciona en un montón de aspectos, en la forma de hablar, en la respiración, en el clima pero es difícil hablar de características en común. En una época en Santa Fe se dividían la literatura de la costa, de las islas, de la Pampa Gringa, por ejemplo, en la que cada una tenía un perfil definido y distintivo de las otras. Ser tan estricto creo que tiene sólo un afán pedagógico. Es verdad que hay nuevas voces, nuevos escritores pero muchas veces es dificultoso asomar la nariz en el interior”.

Sin concesiones

Para Bernatek, en Argentina la escritura es un oficio para muy poca gente. “Creo que si tenés que escribir para conservar una cantidad de lectores vas a tener que hacer una serie de concesiones. Y yo no estoy dispuesto. Escribo lo que se me antoja, la verdad, si a algún editor le gusta, bienvenido sea. Me gusta que la escritura sea una cuestión de artesanía, que lo pueda hacer cuando pueda hacerme un horario, aun cuando eso sea dificultoso”. De alguna manera u otra, todos los libros que leyó en su vida lo marcaron, pero prefiere leer cosas muy distintas a las que escribe, como por ejemplo mitología griega o ensayos. En su recorrido literario participó de varios talleres de escritura, entre ellos en los de Hebe Uhart y Antonio Dal Masetto. Sobre lo que ofrecen estos espacios de creación, resalta dos elementos que toda persona que comienza a escribir anhela. Una es tener alguien que lea los textos y que dé una opinión que no esté comprometida por un vínculo afectivo o de cercanía. Y por otro lado, una proximidad con la imagen del escritor. “Si después te vas a dedicar a esto, vas a tener que aprender a cómo moverte en el mundo de la literatura, si es que existe ese mundo”, menciona. “Trilogía de Santa Fe” se presentó en Rosario el pasado setiembre.

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