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Historias mayores: “Escuché lo que dijo el intendente en la radio y llamé”

Zulema, de 82 años, y Elina, de 89, son dos rosarinas que recibieron asistencia y acompañamiento a través del programa municipal Rosario cuida a los grandes y comparten aquí sus experiencias


Rosario cuida a los grandes es un programa que la Municipalidad puso en marcha a pocos días de declararse el aislamiento social, preventivo y obligatorio el pasado 20 de marzo, a raíz de la pandemia de coronavirus, con el propósito de asistir y acompañar a las adultas y adultos mayores en el marco del nuevo contexto.

La iniciativa se basa en tres ejes fundamentales: apoyo telefónico, acompañamiento digital y cuidados en domicilio, y es llevado adelante por un equipo de alrededor de 30 personas, aunque el número del personal afectado fue variando de acuerdo a las necesidades de la coyuntura. Se trata de profesionales de distintas áreas de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, así como acompañantes voluntarios de la Universidad Nacional de Rosario y de organizaciones sociales de la ciudad.

Zulema y Elina Rosario son dos de las casi 18.000 personas que ya se pusieron en contacto con el dispositivo municipal y recibieron tanto contención psicológica en uno de los casos, como la posibilidad de concretar gestiones sin salir de su casa en el otro. Ambas comparten agradecidas sus experiencias.

“Cuando llamo encuentro contención”

Antes de la pandemia Zulema ya llevaba una vida completamente independiente. “Me encargué siempre de las compras de mi casa, iba al médico siempre sola, iba a curso de italiano, salía a tomar café con mis amigos, ayudaba a mis nietos, en las tareas de italiano o inglés”, comenta la mujer de 82 años que vive sola desde hace años pero que mantiene un estrecho vínculo con sus hijos y nietos.

El año pasado sufrió una fractura en la zona de su cadera y también debió permanecer varios meses en su domicilio, por lo que la situación actual es doblemente dura para ella. Aun así, había comenzado a fines de 2019 a retomar sus actividades. “Ya estaba haciendo hidrogym, por ejemplo”, recuerda, a la par que añade que, con el inicio de las medias de aislamiento, debió abandonar nuevamente las salidas y los encuentros.

“En un momento dado me encontré que todos seguían con sus actividades, menos yo. Al principio pensé que era por menos tiempo, pero cuando se fueron acumulando los días, había momentos en que estaba bien y otros en que no estaban tan bien”, expresa, para luego aclarar: “Es que siempre estuve muy rodeada de gente y esto para mí fue terrible, me costó adaptarme al momento, quedar aislada. Mis hijos me vienen a ver pero a la distancia, detrás de la reja. Me di cuenta que necesito verlos, pero también abrazarlos y besarlos, así no es completo”.

Durante una de las jornadas de aislamiento en el mes de abril Zulema sufrió un pico de presión y rápidamente consultó con su médico personal. “Me recomendó que no viera más la tele, que con 10 minutos que viese un noticiero ya iba a tener el panorama sobre el estado del problema de salud”, subraya.

Al día siguiente, el profesional se comunicó con ella y le sugirió la asistencia y contención psicológica que brinda el programa Rosario cuida a los grandes. “Mariana, la psicóloga, me ayudó un montón. Cuando llamo encuentro contención porque me ubica perfectamente en tiempo y espacio. Estoy re cómoda con ella. Le agradezco porque sus opiniones son bárbaras, me ayudan mucho”, afirma.

A pesar de todo, sostiene que ahora se siente bien. “Ya no lo sufro, lo vivo”, dice, aunque admite que le preocupa el día después: “Me siento muy cómoda en mi casa, segura, me da un poco de miedo salir”.

La mujer además destaca el trabajo de la Municipalidad “con respecto a los derechos del adulto mayor” y valora “el apoyo que tenemos, sobre todo emocional”. En ese sentido, menciona algunas de las actividades que el municipio ofrece de manera virtual y en las que participa, como las clases de actividades físicas y de yoga; los ejercicios lúdicos que se comparten por distintos canales, o los artículos de gastronomía que le recomiendan.

En ese marco, se refiere también al programa de radio Frecuencia Mayor, que se emite todos los viernes de 15 a 16 por FM Aire Libre 91.3, “en el que se hablan de muchísimas cosas interesantes referentes a los adultos mayores”. “Es un trabajo muy arduo el que están haciendo y realmente es completísimo”, subraya sobre la labor del Ejecutivo local en el acompañamiento a las personas de la tercera edad.

Zulema, que se reconoce como una “maniática de la limpieza”, remarca que en sus 82 años nunca vivió algo parecido. “Cuando fue lo de la gripe A prácticamente para mí pasó desapercibida”, expresa y comenta que se lava las manos permanentemente y desinfecta toda la casa. “Cuando recibo la mercadería del supermercado es un día complicado, porque no termino nunca de desinfectar todo. Soy obsesiva”, menciona entre risas.

Y más allá del difícil momento y de extrañar los besos y abrazos de sus tres hijos y sus cinco nietos, reconoce que la pandemia le ha hecho reconsiderar algunas cosas y apreciarlas mejor. “Estoy apreciando las amistades, el intercambio”, considera, y agrega: “Si bien tenía buen trato con muchísima gente, con el grupo de italiano, que es un grupo de gente grande, muy lindo y que nos llevamos re bien, nunca tuvimos tanta afinidad como ahora. Nos hablamos mucho, nos apoyamos”.

“Cuando me llaman mis compañeros me pongo muy contenta y, a su vez, llamo”, se explaya. Además, admite que como le gustó recibir llamadas telefónicas, empezó también ella a comunicarse con personas que hacía mucho tiempo que no hablaba. “Eso lo siento como una caricia al alma”, concluye.

“Escuché lo que dijo el intendente en la radio y llamé”

Elina Rosario cumplió 89 años el pasado 4 de octubre, vive sola y no tiene familiares cercanos que la acompañen en sus tareas. Asegura que está “acostumbrada a la soledad” y que por eso no se deprime ante el contexto de aislamiento actual. Tampoco tiene inconvenientes para cumplir con la recomendación para las personas de su edad de quedarse en sus hogares.

Sin embargo, al comienzo de las medidas de aislamiento debía buscar unos medicamentos en la sede de su obra social y no tenía quién pudiera realizar el trámite por ella para evitar salir de casa.

“Me acuerdo que lo escuché al intendente por la radio diciendo que iban a hacer un plan para ayudar a los viejos (sic). Tomé nota del teléfono, llamé y me atendieron magníficamente”, recuerda Elina agradecida por la atención recibida en aquella oportunidad.

“Me vinieron a buscar la lista de los remedios, lo llevaron a la obra social y me los trajeron”, cuenta, y aclara que luego la obra social se encargó de mandarlos directamente.

La mujer, que menciona con orgullo el hecho de llevar como segundo nombre el de la ciudad, resalta además la colaboración de sus vecinas y vecinos. “Al principio algunos me hacían los mandados, pero ahora el supermercado me los trae a mi casa. Para qué voy a estar jorobando”, dice.

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