Ciudad

Como en casa

Higui dejó su huella en Rosario

La joven fue invitada días atrás para debatir sobre violencia de género. Estuvo siete meses presa tras matar al hombre que intentó violarla. Su caso se viralizó en las redes y fue tomado como emblema de los ataques machistas.


El 12 de junio de 2017 para Eva Analía De Jesús, conocida como “Higui”, salió el sol. La liberaron (aunque sigue imputada en la causa judicial) luego de pasar casi ocho meses presa por el homicidio de un hombre que la quiso violar. Según afirma, el muchacho -junto a otros amigos- la atacó diciéndole que iba a “conocer” lo que era “bueno”. “Te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana”, le mencionó antes de intentar agredirla. Pero Higui sacó una navaja y le clavó un puntazo mortal. Aunque ella no recuerda nada. Sólo que, cuando despertó, la policía le apuntaba con una linterna. Estaba golpeada y con su ropa rota. La esposaron y metieron presa (ver aparte).

La posterior liberación de Higui fue una victoria del movimiento organizado de mujeres que logró poner su nombre y su historia en agenda. Que agitó y gritó y estampó #LibertadParaHigui en cada rincón que se pudo.

Hace dos semanas estuvo en Rosario invitada por estudiantes de la agrupación Alde y de las secretarías de la Mujer de los Centros de Estudiantes de Ciencias Médicas, Psicología y Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Realizaron una ronda de mujeres (y un partido de fútbol) para discutir sobre violencia de género y cómo organizar el paro Internacional de Mujeres que se realizará el próximo 8 de marzo.

Eva Analía De Jesús asegura que desde muy chica padeció por parte de los hombres de su barrio el acoso por ser lesbiana, la opresión del castigo moral.

“Desde chiquita sufrí discriminación por cómo caminaba, cómo me vestía. Siempre la negra es para sacar la mugre, la mierda, y no te dan posibilidades de nada. El sistema te hace sentir que no vales nada y hasta inclusive suicidarte. Ahora me estoy defendiendo de todo lo que me pasó”, afirmó.

Hace más de 10 años, Higui logró escapar de un grupo de hombres que le dieron tres puntazos en la espalda y estuvo internada varios días en un hospital. No se animó a contar quién ni cómo la habían herido, sólo dijo que habían querido robarle. Cuando volvió a su casa, quedaban los restos de un incendio. Habían atado su perro a la ventana y prendido fuego la casilla donde vivía. Finalmente se fue del barrio, pero cada vez que volvía la pasaba mal: le tiraban piedras o le robaban la bicicleta.

“No quería salir de mi casa. Pensaba que, si en mi barrio sufría ataques constantes, en otro lugar me mataban. Es la primera vez que salgo de Buenos Aires. Ahora me siento segura, querida y protegida. No somos gente chora ni drogadicta, somos gente trabajadora y humilde”, expresó De Jesús.

En torno a la justicia, Higui dijo que el pobre no tiene posibilidades de defenderse. “Si tuviera plata hubiese estado cinco días presa, pagaba una fianza y me iba a mi casa. No hubiera pasado tantas verdugueadas.  La justicia tiene que cambiar y al presidente también”, resumió.

Durante sus casi 300 días en la cárcel, Higui perdió el apetito y el sueño. “No podía dormir, me despertaba hasta 10 veces por noche, me mordía la lengua y me sangraba, tenía pesadillas, fue todo muy traumático”, rememoró entre lágrimas.

Y salió el sol

Pero finalmente pudo salir. Y contó que su familia fue “su ejército de ángeles” mientras estuvo encerrada. “Ahora  viene lo mejor. Me dieron fuerzas todos los que me apoyaron. Mi psicóloga me hizo sentir segura. Ya no me siento un pollito mojado. Ahora me siento con derechos y empoderada”, dice.

De Jesús dijo que siempre tuvo sueños: vivir en una casa de material, estar con su familia, jugar al fútbol, caminar tranquila por la calle y con su perra; que no la cascoteen ni la insulten. “Quiero ser millonaria de amor”, señala sonriendo.

Es fanática de Boca Juniors y el fútbol es su pasión. Su comida favorita son las pastas con queso. Le gustan los animales, la naturaleza y las plantas. “También me gusta coser. No soy muy amante de la carne, si para comer hay carne o guiso, me como lo segundo”, asegura.

 

Un picadito

Cuando terminó la ronda de mujeres llegó el turno del partido de fútbol por la “absolución de Higui”, del que participó la concejala Celeste Lepratti, por el Frente Social y Popular.

En la jornada se pidió la sanción de la Ley de Emergencia Nacional en Violencia contra las Mujeres.

“Es muy importante que nos sigamos organizando de cara al paro Internacional de Mujeres para conquistar la Emergencia Nacional en Violencia contra las Mujeres. Necesitamos que el gobierno nacional destine la partida presupuestaria para que el #NiUnaMenos deje de ser una consigna y que la situación de las mujeres sea una prioridad”, remarcó María Sol De Zan, una de las referentes estudiantiles.

 

El caso

A pesar de que Higui recuperó su libertad, sigue  acusada de homicidio. Sus abogadas alegan que es una víctima de violencia de género que actuó en legítima defensa frente a una “violación correctiva”.

Como sea, la liberación de De Jesús se convirtió en uno de los principales reclamos del colectivo Ni una Menos. Y su caso trascendió las fronteras.

 

Los hechos y la causa

La Fiscalía no descartó desde un principio que la joven haya actuado en legítima defensa.

De acuerdo a la declaración de dos testigos, Espósito (quien terminó muerto) y De Jesús “tuvieron una discusión y ella le clavó una puntada en el pecho”.

Sin embargo, la abogada defensora de Higui, Raquel Hermida, indicó que “los dos testigos eran amigos de Espósito que intentaron violarla en grupo”. Hermida dijo que la “lista de irregularidades en el caso es muy larga”.

 

Agresión policial

Según la abogada, cuando la policía detuvo a De Jesús, por ejemplo, puso en duda su versión. “Qué te van a violar si sos tan fea”, le dijo uno de los agentes.

Hermida dijo además que la familia de De Jesús no pudo verla hasta tres días después de la detención.

Además, que las fotos que le realizaron y en las que se veían los golpes no figuran en la causa. Y que la pericia psicológica, que concluye que De Jesús no miente, tardó cinco meses en realizarse.