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Hay sectores que se oponen a la aplicación de flúor en el agua

Por Santiago Baraldi. Después de cuatro años, Aguas Santafesinas volvió a incluir este químico en la provisión del servicio. Organizaciones ecologistas de Rosario y de la ciudad de Santa Fe aseguran que podría generar problemas en la salud.


La incorporación de flúor en el agua potable, anunciada por la empresa Aguas Santafesinas y que alcanza a más de 1.750.000 habitantes, ya levantó críticas de sectores ecologistas que aseguran que adicionar fluorsilicato al agua en forma masiva, “a cualquier persona en forma indiscriminada, no evita en forma fehaciente la aparición de caries”. En un documento elaborado por el Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat) reclama licencia social y aplicación del “principio de precaución en la utilización de flúor en el agua que todos bebemos”. En la misma sintonía, desde el Taller Ecologista de Rosario también se mostraron contrarios a la medida por tratarse “de una medicación compulsiva contra todo el mundo, sin consultar, a pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyos criterios datan de varios años, es por ello que se impone el principio de precaución”.

En tanto, en la ciudad de Santa Fe, un grupo de vecinos encabezados por el periodista y productor televisivo Jorge Álvarez y el escultor Rodolfo Nave denunciaron –­­con un documento presentado en Tribunales– al ministro de Salud, Miguel Cappiello, y al Enress. Señalan que “la presencia del flúor podría generar serios problemas en la salud pública”. La presentación fue acompañada por un informe de profesionales y científicos del Consejo Nacional de Investigación con datos y relevamientos donde se asocia estadísticamente al fluoruro con una amplia gama de efectos adversos como mayor riesgo de fractura de huesos, disminución de la función tiroidea, reducción del cociente intelectual, aparición de condiciones médicas similares a las artritis, fluorosis dental y otras enfermedades. El documento fue presentado ante la Defensoría del Pueblo de Santa Fe.

“Está claro, a esta altura, que el flúor es un subproducto tóxico de la industria minera, del fosfato. Y también, un subproducto de la industria del aluminio”, explicó Álvarez y agregó que sus posibles efectos “no fueron informados, ni serán supervisados; además, no está demostrado que la ingestión del flúor por medio del agua le haga bien a los dientes, y queremos saber quién se ocupa de echar el flúor, quién controla la cantidad que se echa y qué tipo de seguimientos se hacen”.

El mismo Rodolfo Nave entregó dicha presentación en manos del gobernador Antonio Bonfatti la semana pasada, reclamando que paren de fluorar el agua, con razones de suficiente peso. “Las razones son tantas que basta poner «flúor en el agua potable» en Google y sobran las razones para cuestionar esta medida inconsulta. Tres mil científicos y profesionales de distintas disciplinas se oponen a la inclusión del flúor en el agua”.

Finalmente, la presentación que elevó a la justicia santafecina asegura que con esta decisión que llevó adelante el Ministerio de Salud “viola los derechos individuales, no nos pueden obligar a ingerir un medicamento ­–originado en un residuo tóxico– porque es innecesario y contra producente; provoca efectos secundarios y así lo demuestran investigaciones que tienen 20 años, es decir, es una medida anticuada y riesgosa. La pregunta es: ¿El ministro de Salud tomó la decisión ignorando la información actual ?”, enfatizó Álvarez.

Aguas Provinciales había interrumpido la fluoración del agua en 2007 pero desde el mes de julio último se agrega una dosis de una parte por millón –1,5 miligramos por litro– para que tenga efecto preventivo y evitar la carie dental, sobre todo, en niños y en zonas de bajos recursos. Sin embargo, para Elba Stancich, del Taller Ecologista, “la principal causa de las caries en los chicos tiene que ver con la desnutrición, por mala alimentación o un exceso en la cantidad de dulces; no se soluciona agregándole flúor al agua, y las demás personas no necesitan ese flúor adicional, es más, cuando se usa el agua para cocinar, al hervirla se concentra el flúor, haciéndolo tóxico”.

Andrea Obregón, directora provincial de Odontología del Ministerio de Salud, sostuvo que la ley nacional 21.172 vigente desde el año 1975 “es muy clara: habla de fluoración y desfluoración en zonas donde hay exceso y sí provoca efectos no deseados. Los lugares donde el agua tiene más de una parte por millón de flúor hay que tratarla y así se hace”. El vicepresidente del Cepronat, Carlos Manessi, salió al cruce y apuntó que dicha ley contiene “sólo siete artículos de escasos renglones en una sola carilla y sin ningún debate ni demasiada fundamentación, se dispone la fluoración o desfluoración del agua de consumo en todo el país”. Desde aquella fecha, sólo han adherido –y, por ende, reciben las partidas de fluosilicato de sodio del Ministerio de Salud de la Nación–, las provincias de Santa Fe, Tucumán, Misiones y Río Negro, “por lo que un reducido número de argentinos recibe agua con ese aditamento”. Mientras tanto, los países que han suspendido el flúor, según el informe del Cepronat, son Canadá, Suecia, Suiza, Noruega, Holanda, Dinamarca; en América del Sur, “pocos países lo aplican y, actualmente, se está debatiendo en el Parlamento chileno su aplicación, con una cerrada oposición de numerosos grupos ciudadanos. Si fuera tan benéfico el flúor, y con el apoyo explícito de la OMS y de los colegios profesionales, resulta cuanto menos sospechosa su falta de universalización en tantos años”, concluyó.

Es una medicación para toda la población”

No todos los docentes de la Facultad de Odontología de la UNR están de acuerdo en la aplicación de flúor en el agua. Es el caso de un profesor que dialogó con El Ciudadano bajo la condición de no revelar su identidad. “Pasa que ahí (en la Facultad) son todos pro flúor y se hace difícil pensar distinto”, expresó. “Con el flúor en el agua se está incorporando una medicación para toda la población que, si se la mide por peso, no se sabe cuánto es lo que cada uno debe beber para evitar la caries. Si la dosis máxima es una parte por millón, para cada organismo es diferente, ¿cuántos litros hay que beber por día, qué estudio serio hay al respecto? ¿Qué pasa con ese agua fluorada que circula por cañerías de cemento, qué es lo qué llega, es un gasto necesario?”, planteó este docente de Odontología, quien recordó que “con los pomos de los dentífricos tuvieron el problema que se les mezclaba la pasta con el metal, ahora vienen revestidos porque sino el flúor quedaba inactivado, incluso el aire que queda dentro del envase conspira contra el flúor, son cosas que se conocen ahora y las leyes son viejas”.

Este especialista sostuvo que “ahora recomiendan tomar dos litros de agua por día, y además si me cocino los fideos con agua, cuántos miligramos incorporé de flúor al cuerpo. Cada metabolismo es diferente; ahora hay muchos conocimientos sobre los ácidos, cómo afecta el estrés en la boca y los malos hábitos que tenemos para la producción de caries. Hay muchos cabos sueltos en el tema”. Y concluyó: “Está claro que no nos enfermamos de una sola cosa: nos enfermamos de un pool de porquerías que comemos, tomamos, que respiramos o nos ponemos encima, hasta que algo hace saltar la chispa y nos morimos de una leucemia un cáncer. La idea es que pongamos la menor cantidad de porquerías en el agua”.

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