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Elecciones y obra pública

Hay olor a urna: en España se volvió moda inaugurar rotondas

La cercanía de los comicios a la Intendencia y la Gobernación de cualquier ciudad y provincia dispara actividad frenética de mejoras municipales o regionales, olor a asfalto recién estrenado y a tierra recién levantada. Olor a elecciones, a campaña


José María Castro

Dicen las malas lenguas que cuando se acercan los comicios electorales, los políticos oficialistas que hasta ese momento, han dirigido los destinos presupuestarios, entran en una vorágine desenfrenada, de inauguraciones de puentes, calzadas o rotondas, intentando crear con ello una sensación de eficacia, que haga inclinar el voto a sus intereses, como premio a la eficacia de su gestión en obras públicas y mejoras en el territorio que han gestionado.

En España se han especializado en la inauguración de rotondas. Argumentan esas mismas malas lenguas (yo sería incapaz de hacerlo), que el costo de las rotondas es asumible con un relativamente bajo presupuesto. El truco viene a continuación: en el centro de esa rotondas, destinadas se supone a descongestionar el tráfico rodado, se inauguran también esculturas de dudoso gusto y valor, encargadas a artistas más o menos conocidos, cuyo costo queda al criterio y al acuerdo del artista en cuestión y el equipo municipal que corresponda en cada caso. Y es ahí, donde los precios se disparan inexplicablemente por el precio de la obra, de modo tal que el presupuesto queda inflado por un añadido artístico que nada tiene que ver con el objetivo final de la obra pública en cuestión.

De modo que en los pueblos y ciudades de mí añorada patria, han empezado a proliferar rotondas con esculturas, en ocasiones espantosas, y por supuesto totalmente innecesarias.

Los habitantes se lo toman a broma y bautizan de manera jocosa las plazas que acogen tamaños esperpentos a los que las autoridades llaman solemnemente “arte patrimonial” del lugar. Los nombres, con los que bautizan dichas obras los lugareños son de forma habitual tan ocurrentes como despectivos, y nadie parece pedir explicaciones del empleo que se da al presupuesto municipal, sin tomar en consideración que en gran parte dicho gasto, corresponde a sus propios aportes tributarios.

Tengo que reconocer que en mí nueva residencia argentina los políticos van un poco más allá, y además de las fantasmagóricas inauguraciones de obras inacabadas, cosa que también sucede en España, han logrado la quintaesencia de la desfachatez, al inaugurar obra pública que ya estaba inaugurada por los gestores anteriores. Brillante. Francamente brillante…

Las fotos de dichas obras suelen ser de una tristeza descorazonadora. Junto a la foto oficial de la autoridad de que se trate (a veces del más alto nivel) que, sonriente, aparece con unas tijeras y cortando una cinta; algún fotógrafo con aviesas intenciones publica una foto en el mismo momento de un plano más general en la que se ve, tras las autoridades, un grupo de obreros con casco que esperan pacientemente que la autoridad municipal o nacional acabe con su pantomima de cara a la prensa para continuar con su honrado empeño laboral, junto a las máquinas excavadoras que también salen en la foto del fotógrafo pérfido y contestatario.

En España la cosa llego a tal punto que por decreto se prohibieron esas prácticas, y desde el momento que comienza el periodo de campaña electoral entra en vigor la prohibición de realizar actos de inauguración y campañas de propaganda institucional para difundir logros de legislatura. No sé si en Argentina hay una legislación de ese tipo, lo que si he comprobado es que en Neuquén hay en estos momentos una frenética actividad operaria de mejoras de asfaltado de rutas, barrios y proyectos que, anunciados hace tiempo, no habían comenzado la tarea de que se trataba, o la habían comenzado para interrumpirla más tarde por tiempo que parecía indefinido.

Doy fe de que cerca de mí casa, en el barrio de Confluencia, se apresuran desde hace poco tiempo a labores de asfaltado y mejoras, cuando todos llevamos cerca de tres años con los zapatos cargados de barro, y andamos a saltos para evitar los charcos. Lo mismo ocurre en otras partes de la ciudad, y con las labores de mejora del asfaltado de la ruta, que los neuquinos padecen de algún modo de buen grado por la mejora que tanto tiempo esperaron.

Todo ello ocurre mientras se anuncian las próximas elecciones a la intendencia y los partidos concurrentes afilan las armas y presentan sus candidatos mientras elaboran sus pactos de campaña. Curioso. Elecciones a la Intendencia y la Gobernación de la provincia. Actividad frenética de mejoras municipales o federales, francamente todavía no distingo bien las competencias, pero si reconozco ese olor a asfalto recién estrenado, y tierra recién levantada. Olor a elecciones, a campaña electoral. Olor a urna. Espero francamente, que acá no pacten con los malos escultores.

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