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Reflexiones

Hay internas en Gabinete y malestar con Aranguren

Argumentan que el aumento de tarifas no tuvo el suficiente análisis del impacto. “Por eso hay tantas marchas y contramarchas”, cuestionan.


“Respaldamos plenamente al ministro (Juan José) Aranguren que está haciendo un trabajo obviamente muy difícil de un sistema tarifario profundamente injusto y desarticulado y donde se viene trabajando justamente en un camino de ordenar ese sistema a nivel federal cuidando a los más débiles”. De esta manera, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en conferencia de prensa respaldó anteayer oficialmente la gestión de uno de los ministros más cuestionados del gobierno y desmintió que haya presentado su renuncia. Sin embargo, en la Rosada no desconocen que existe mucho malestar con el tarifazo y con los dichos “poco oportunos” de su titular.

Peña admitió que Aranguren intenta “mitigar el impacto (de los aumentos) en comercios y sobre todo en lo que respecta al del gas en la Patagonia”, al tiempo que reconoció que, a pesar de estos aumentos, “el 70 por ciento del costo de la tarifa eléctrica domiciliaria es subsidiada por el gobierno”. De donde se infiere que será necesario aplicar más aumentos aunque ya se descartó que vayan a serlo este año a pesar de que el titular de Energía a veces lo relativiza generando inquietud en el gabinete.

El gobierno se defiende de las críticas a la gestión de Aranguren y no sólo eso: considera que es un “funcionario idóneo que plantea los temas con profesionalidad”. De hecho, se sostiene que el propio presidente Mauricio Macri respalda su gestión a pesar de saber que sus temas son “antipopulares”.

Los detractores (tanto internos como en la oposición) cuestionan la “objetividad” de Aranguren respecto del sector. Explican que tomó medidas que “han favorecido al sector petrolero en más de una oportunidad” y que los ajustes tarifarios no contemplaron la problemática de sectores de la sociedad que se ven impedidos de pagar los servicios.

Ponen, por ejemplo, que el precio de los combustibles es muy alto, porque equivale a unos 75 dólares por barril de petróleo cuando en el mercado internacional está a 45 dólares. “Hubiera sido mejor subsidiar directamente a todos los trabajadores en vez de generar sobrecostos a toda la economía”, se quejan en áreas del gobierno. En lo que va del año, la nafta subió 31 por ciento; “esperemos que sea el último aumento”, lanzaron por lo bajo aunque no con certeza.

Es que Aranguren tiene buena llegada al oído presidencial, argumentan, al tiempo que recuerdan que “es el propio Macri el que arbitra cuando surgen discrepancias en el gabinete económico”. Según comentan en los pasillos oficiales, estas diferencias de criterio se están produciendo con bastante frecuencia, por ejemplo, entre el ministro de Hacienda hacia su par de Energía e Interior y viceversa.

Desde Hacienda se cuestionan la generosidad “fiscal” con las provincias en el último acuerdo por la compensación de los descuentos para Ansés. También, los subsidios a sectores productivos. En la oposición, en tanto, algún memorioso deslizó no sin ironía que “se parecen a los planes de productividad”. Pero donde hay coincidencias entre otros miembros del gabinete es en que las mayores críticas se las lleva Aranguren.

Argumentan que el aumento de tarifas no tuvo el suficiente análisis del impacto. “Por eso hay tantas marchas y contramarchas”, cuestionan.

Marcos Peña explicó que no fue un tarifazo porque “el esfuerzo que se está haciendo es buscar un camino intermedio, a un ajuste de un día para el otro, después del 700 por ciento de la inflación acumulada en 10 años sin modificación de las tarifas”. Para luego advertir que “dejar todo como está para seguir teniendo cortes de luz y de gas en todo el país, como ocurrió en los últimos años, es el camino del medio que estamos trabajando tratando de ver los casos que requieren atención especial conscientes de la dificultad que significa para muchos argentinos enfrentar esto”, afirmó el jefe de Gabinete.

Resulta difícil que los argentinos comprendan que los aumentos tarifarios fueron graduales, aunque fuera cierto. Es que el aumento llega en momentos en que el consumo está en baja. Por ejemplo, un pequeño comerciante del, conurbano bonaerense que, tras 40 años de trabajo y habiendo enfrentado todos los desajustes económicos de la Argentina, hoy, ante una tarifa de 3.000 pesos de agua, se ve ante la disyuntiva de cerrar.

“Bajaron las ventas, tengo que hacer frente a los impuestos y las cargas laborales de 4 empleados más los impuestos provinciales y los aumentos tarifarios: me es imposible seguir”, explicó el comerciante a este medio.

Marchas y contramarchas

Desde el anuncio de ajuste en las tarifas, el gobierno se vio obligado a revisar su medida ante diversos reclamos.

Para las pymes: se anunció la financiación del 50 por ciento de la tarifa de gas para pymes, es decir que el Estado financiará el 50 por ciento de la tarifa, que podrá abonarse en cuotas en períodos de bajo consumo.

Se determinó que los usuarios del servicio eléctrico en las provincias del noreste que no tienen acceso al sistema troncal de gas natural (Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones) y que cumplen los requisitos para recibir la Tarifa Social Federal verán duplicado su umbral de consumo gratuito de 150 a 300 kilovatios/hora al mes a partir del 1º de junio de 2016.

El lunes, el ministro de Energía y el de Interior, Rogelio Frigerio, mantuvieron una reunión con las provincias y aceptaron fijar un tope a la suba de tarifas dando marcha atrás con el ajuste anunciado. Justamente, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, afirmó al término de la reunión que en las tarifas “hubo bastante improvisación”.

En síntesis, con una economía en recesión, los aumentos tarifarios en muchos casos terminan siendo el certificado de defunción de numerosos establecimientos.

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