Política

Efecto electoral

“Hay decisión de poner voluntad política en un criterio federal, y Santa Fe es uno de los casos”

El politólogo Mario Riorda evaluó los motivos de la sorpresa electoral en las Paso y analizó los reflejos del gobierno nacional para intentar corregir el rumbo de la gestión. Las dificultades durante la pandemia, los errores no forzados, y el rol de la oposición de cara a las generales 


Foto: Telam

Los resultados de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) obligaron al gobierno nacional a revisar los motivos de una merma en el apoyo popular y a intentar corregir la dirección. El politólogo y especialista en comunicación política, Mario Riorda, expuso algunos de los motivos que llevaron al Frente de Todos a cosechar un respaldo menor al esperado, y anticipó cómo será la nueva estrategia electoral para intentar achicar la diferencia, o dar vuelta el resultado en las generales de noviembre.

También se refirió al papel de la oposición, y al posicionamiento de determinados sectores que de manera anticipada ya advierten sobre la  posibilidad de fraude. “Es un aprovechamiento de una oportunidad, de un contexto, como estrategia política que nada tiene que ver con lo judicial ni con lo legal ni con pruebas, sino con una voluntad política deslegitimadora y antidemocrática”, consideró.

Las dificultades de la pandemia, los errores no forzados en el gabinete nacional, y el viraje hacia un criterio de gestión más federal, conformaron el hilo conductor de la charla que mantuvo este diario con el experimentado consultor en estrategia y comunicación de gobierno.

-¿La derrota electoral en las Paso solo tuvo que ver con la cuestión económica o se explica por diversos factores?
Tiene explicación multicausal. Claro que la economía incidió como un elemento central pero también hay muchos otros elementos que incidieron. Si uno analizaba desde enero, prácticamente la totalidad de las encuestas decían que la oposición recibiría más votos que el oficialismo. Lo que leyó el oficialismo es que ese voto se repartiría entre distintas fuerzas.

Por otra parte las encuestas manifestaban una disconformidad abrumadora con el rumbo del país, que no ha mejorado en absoluto.

En tercer lugar se vio una merma de la imagen presidencial y vicepresidencial. Por ende, creo que no fue solo la economía, sino que también incidieron estos otros elementos.

-¿La pandemia profundizó ese descontento?
Por supuesto que el efecto pandemia ha incidido pero es interesante reconocer que independientemente de los niveles de incertidumbre y desazón que la pandemia han generado, por un lado la gestión pandémica fue totalmente rechazada por quien se consideraba opositor y fue ampliamente aceptada por quien estaba cerca del oficialismo.

Lo cierto es que en general, la pandemia no da votos. En función de la experiencia internacional, diría que hubo dos situaciones clave: por un lado aquellos gobiernos que han tenido posturas negacionistas. La experiencia de Donald Trump ha sido una experiencia que ha tenido voto castigo. Pero aquellos gobiernos que independientemente del resultado pandémico han mostrado voluntad y algo de consideración respecto a que se hizo lo mejor que se pudo, no ha garantizado un voto premio, sino que desde allí se construye un eje argumental más allá de la pandemia.

Plebiscitar la gestión de la pandemia ha sido un error o una oferta comunicativa discreta que también es un factor explicativo de la derrota electoral.

 

-¿Hay intención por parte del gobierno de focalizar parte de su gestión en Santa Fe o en otras provincias?
No solamente en Sana Fe, yo creo que hay una decisión de poner voluntad política en un criterio más federal, y claramente Santa Fe por su importancia y por su especificidad temática en seguridad, es uno de los casos más visibles.

El gobierno ha pecado de una macrocefalia electoral concentrada en Buenos Aires, tanto en ciudad como en provincia y creo que ha pagado carísima esa estrategia, por lo cual tuvo dos respuestas típicas: por un lado una agenda bastante torpe política y comunicativa, y por otro lado ahora tiene un despliegue federal inuscitado (tardío) que se corresponde con priorizar los distritos provinciales que han sido descuidados comunicacionalmente. Acá puede entrar el ejemplo de la estrategia electoral o de lo sucedido con la pandemia.

 

-Con las últimas reuniones de Omar Perotti en Casa Rosada, y con Juan Manzur ya formando parte del gabinete, ¿se puede hablar de dos funcionarios del “interior” con proyección nacional pensando en 2023?
Los dos son importantes, creo que el lote de grandes provincias llega hasta Tucumán (en término poblacional) pero además han sido gobernadores con una proyección política consolidada en el tiempo. Evidentemente para esto habrá que ver los resultados electorales nacionales en el caso de Manzur y distritales en el caso de Perotti. Los dos la tienen difícil, por eso creo que a nadie se le puede negar proyección política, pero reafirmar a esta altura, tras una derrota electoral, que tienen garantizada la proyección, es un tanto apresurado.

 

-¿El abordaje sobre temas de género pudo generar descontento en un sector de votantes del Frente de Todos que no se identifica con esa agenda?
En una coalición hay posturas múltiples. En todo caso, ante la ausencia de un liderazgo único y en la coexistencia claramente hay visiones distintas. Una coalición no funde, no unifica una identidad como lo puede hacer un partido político, sino que más bien agrega, y la agregación no significa confusión de identidades sino básicamente la coexistencia de identidades.

Siempre la tensión va a existir, pero no veo esa tensión como una manera de explicar el desempeño electoral.

 

-¿Hubo un recrudecimiento por parte de la prensa opositora que comenzó a hablar anticipadamente de un posible fraude en las elecciones generales?
Hubo una disposición (léase partidos políticos, sectores gremiales, de la prensa y la ciudadanía) que siempre ha sido opositora, particularmente desde el cuarto mes del inicio de la pandemia en adelante y nunca ha desacelerado. Quizás ahora, tras la derrota oficial, lo que tienen es una oportunidad de que esa voz se sienta más, se sienta justificada.

No sé si se trata de un recrudecimiento. De hecho los esbozos de fraude ya habían sido iniciados sin ningún tipo de evidencia, como sucede prácticamente en toda América (incluyendo a EEUU, incluyendo Perú y Ecuador), en lugares donde hubo episodios electorales de parte del propio ex presidente Mauricio Macri. Son estrategias que viene utilizando ese sector en distintas partes del mundo, que plantea el fraude por las dudas, como estrategia de posicionamiento político, como absolutamente verosímil, no anclado en pruebas, y que tiene una pretensión de deslegitimar cualquier resultado electoral que signifique una mejora electoral del oficialismo, como potencialmente podría suceder.

Más que un recrudecimiento es un aprovechamiento de una oportunidad, de un contexto, como estrategia política que nada tiene que ver con lo judicial ni con lo legal ni con pruebas, sino con una voluntad política deslegitimadora y antidemocrática.

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