Ciudad

Tristeza colectiva

Hasta siempre, compañero Rodrigo Arévalo, te vamos a extrañar

Para recordarlo y para que aquellos que no lo conocían, les dejamos este texto que escribió su hermana


Ayer fue la Nochebuena más difícil para todos los que hacemos el diario El Ciudadano. Rodrigo Arévalo, que tenía 30 años, nos dejó para siempre y es difícil describir la tristeza colectiva, esa que nos invade y parece que va a vivir para siempre en una parte de nosotros.

Para recordarlo y para que aquellos que no lo conocían, les dejamos este texto que escribió su hermana en mayo, Flor Arévalo, que lo muestra como era: inocente, comprometido, solidario. Hasta siempre, compañero.

“Cuando le faltaban dos meses para cumplir dieciocho años, Rodrigo se mudó a Rosario. Nosotros nacimos y nos criamos en María Susana, un pueblo de 3500 habitantes en el centro oeste de Santa Fe, a pocos kilómetros del límite con Córdoba. Es un speech que tenemos armado porque cuando decimos de dónde venimos nadie conoce nuestro pueblo. Empezó la carrera de Farmacia y no le gustó. Pero ese primer año fue de gran aprendizaje para él porque al vivir solo tuvo que arreglárselas solo. Yo pensé que no iba a poder porque mi mamá siempre le hacía todo. Al año siguiente se anotó en periodismo deportivo, carrera que siempre le apasionó. Hincha fanático de Newells Old Boys, fue desarrollando pasión por todos los deportes. Con poco tiempo de recibido, comenzó a trabajar en la parte web del diario El Ciudadano y después se pasó a Política. En septiembre de 2016, el dueño del diario de ese momento decidió dejar de explotarlo y, lo que era un panorama desalentador, dio pie a algo mucho mejor: la creación de un diario cooperativo. Los que no somos periodistas no tenemos real conciencia de lo que eso significa para alguien que comunica. Probablemente ese fue el momento en el que más aprendí de mi hermano mayor. Él y sus compañeros trabajaron para sacar esa situación adelante. Tuvieron que mudarse de edificio, buscar una imprenta. Yo miraba de afuera y decía: no lo hacen por plata, no lo hacen por prestigio, ¿por qué lo hacen? ¿Por qué no se buscan todos un trabajo nuevo y listo? Con el tiempo entendí que lo hacían por pasión. El Ciudadano significa para todos ellos bastante más que una fuente de trabajo. Aprendí que se ponían en juego factores que tenían que ver con la identidad, con lo que son como profesionales y también como personas. Estuvieron siete meses trabajando sin cobrar sueldo y nadie salió a robar. Que el diario se mude de edificio le significaba a mi hermano tener que recurrir a algún medio de transporte. Antes iba caminando pero ahora le quedaba un poco más lejos. Al principio utilizaba el colectivo pero como le salía muy caro hace un mes decidió comprarse una bici. Me mandó una foto por Whatsapp y cuando llegué a nuestro departamento lo vi contento. Recordé cuando mi mamá me contó una anécdota de cuando le regalaron su primera bicicleta. Habrá tenido tres años y una Navidad vio al señor que las vendía llevarla a la casa de mi abuela y dijo: “El pata Zacchino es Papá Noel”. Esa misma emoción de ese niño era la emoción de este adulto que frente al aumento del boleto de colectivo vio en esa bicicleta la posibilidad de reducir gastos. Y toda la historia anterior es porque la historia que me importa es la de los que hacen las cosas bien. Y mi hermano hace las cosas bien. Y no es precisamente el hermano perfecto, tampoco el mejor hermano pero es el que tengo y nos peleamos mucho y a los dos segundos está todo bien como todos los hermanos. Nos pedimos perdón con regalos (boludeces, chocolates y esas cosas) sin importar quien tuvo la culpa”.

Rodrigo (a la derecha, remera roja), junto a compañerxs del diario El Ciudadano.

 

Elegimos esta historia que escribió la hermana de Rodri en mayo pasado, cuando le robaron su bicicleta porque creemos que lo muestra tal cual era, inocente, tierno, comprometido.

La familia del diario El Ciudadano agradecen a todos los que nos ayudaron en este momento tan difícil, en especial a todos los médicos del Instituto Médico Legal.

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