Memoria

Hazaña soviética

Hace 59 años, en el Vostok 1, Yuri Gagarin se convertía en el primer ser humano en viajar al espacio

Un día como hoy, en 1961, el hijo de un humilde carpintero ascendía a los cielos. El cosmonauta efectuó una sola órbita alrededor de la Tierra a 27.400 kilómetros por hora, en un vuelo que duró 1 hora y 48 minutos, pero entró en la historia grande de la carrera espacial


En el corazón de la arbolada estepa rusa, en un punto situado más de 150 kilómetros al oeste de Moscú y a tres del pequeño poblado de Novosiólovo, en la región de Kirzhach, se yergue, como si lo hubiera diseñado el mismísimo Stanley Kubrick para su inolvidable película 2001/Odisea del espacio, un monolito de diez metros de alto, un tótem de mármol rojo al que en marzo de cada año rinden culto más de medio millar de rusos. Custodiado por jóvenes cadetes, el estilizado menhir señala el punto exacto donde, a las 10.30 del 27 de marzo de 1968, se estrelló el caza MIG-15 en el que perdió la vida el primer cosmonauta del mundo, Yuri Gagarin, quien un día como hoy, pero hace 59 años, logró la primera gran hazaña del hombre en la conquista del espacio.

De origen humilde, Yuri Alexéievich Gagarin nació el 9 de marzo de 1934 en Gjatsk, donde su padre trabajaba de carpintero y su madre ordeñaba vacas en una granja colectiva del distrito de Smolensko, al oeste de Moscú. En 1941 inició sus estudios en la escuela local. Sin embargo, tuvo que interrumpirlos por la Segunda Guerra Mundial.

Por esos años, en medio del horror de la guerra, comenzó a leer las obras de Julio Verne, quien –según confesó años después– despertó en él la vocación por la astronáutica.

Luego de cursar estudios en escuelas técnicas y profesionales, se incorporó al centro de aprendizaje de cadetes de las Fuerzas Aéreas soviéticas en Oremburgo, donde se graduó de piloto en 1957.

En plena Guerra Fría, en 1960 ingresó en el Partido Comunista de la Unión Soviética como miembro pleno, y fue seleccionado para formar parte de la promoción de cosmonautas, a los que se entrenó en el máximo secreto.

El miércoles 12 de abril de 1961 Gagarin se convirtió en el primer hombre que viajó al espacio, a bordo de la nave Vostok 1 que efectuó una sola órbita alrededor de la Tierra a 27.400 kilómetros por hora. “Poiejali” (“en marcha”) son las únicas palabras que Gagarin pronunció en el despegue, una operación durante la cual su peso se multiplicó por cinco.

Poco antes, en su discurso desde la base, había dicho que aquel viaje representaba todo por lo que había vivido hasta entonces y que estaba orgulloso de encontrarse “con la naturaleza cara a cara”.

Catorce minutos después del despegue, cuando el azul del cielo ya se había convertido en el negro del espacio, Gagarin comunicó al control de la misión en tierra que todo era normal y que la falta de gravedad no parecía tener efectos secundarios. Y profirió su famosa frase: “La Tierra es azul”.

Fue el líder soviético Nikita Kruschev quien expresó más tarde: “Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio a ningún dios allí”, palabras que le atribuyeron al cosmonauta.

Lo que sí expresó el cosmonauta desde la Vostok 1 al orbitar la Tierra fue: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.

Una hora después del despegue de la cápsula Vostok 1 desde el cosmódromo de Baikonur, en el actual Kazajistán, la agencia de noticias oficial soviética Tass anunció al mundo que Moscú había enviado al primer hombre al espacio.

A esa hora, Gagarin ya experimentaba en el cosmos si los humanos podían comer, beber y moverse sin problemas, algo de lo que los científicos soviéticos no estaban seguros.

El vuelo duró 1 hora y 48 minutos. Sin embargo, el viaje estuvo a punto de terminar mal. Los soviéticos creían que lo más probable era que él muriera durante la reentrada en la atmósfera (a más de 27 mil kilómetros por hora) y por eso la misión se mantuvo en secreto hasta casi su finalización.

Y ciertamente estuvo a punto de ser así, de no haber sido por la prudente –aunque improvisada– eyección de emergencia que realizó Yuri segundos antes de que su cápsula se estrellara contra el suelo.

Un informe secreto sobre el vuelo espacial reveló años después que a su regreso a la Tierra el cosmonauta no fue recibido por las autoridades, tal y como mostraron las imágenes oficiales, sino por dos campesinas asustadas que estuvieron a punto de salir corriendo al verlo con la escafandra y el paracaídas.

“No tengan miedo, soy uno de los nuestros, soy un soviético que descendió del espacio, y tengo que encontrar un teléfono para llamar a Moscú”, gritó Yuri a ambas mujeres, una anciana campesina y su hija, las dos primeras terrícolas que encontró al término de su histórico periplo.

En sus memorias, Gagarin recordaría que al sobrevolar el Atlántico pensó en su madre y en cómo reaccionaría al conocer la noticia. De hecho, como el resto del mundo, la mamá de Yuri desconocía el proyecto Vostok, que fue llevado en el máximo secreto hasta el mismo día del lanzamiento.

Gagarin se convirtió en héroe nacional y el propio presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy reconoció su hazaña a pesar de que el viaje del Vostok 1 significó la segunda cachetada a la carrera espacial norteamericana, tras el lanzamiento del satélite artificial soviético Sputnik en octubre de 1957.

Además, el 3 de noviembre de 1957, los soviéticos habían lanzado el primer ser vivo al espacio a bordo del Sputnik 2: la perrita Laika.

Desde aquella hazaña de la que hoy se cumplen 59 años, Gagarin vio cómo le dedicaban películas, canciones, monumentos e incluso una plaza en Moscú, y todos los niños rusos querían ser cosmonautas.

Pero la fama tuvo un doble filo: al héroe nacional se le prohibió cualquier actividad peligrosa que pudiera costarle la vida. Nunca volvió al espacio, y recién en 1968 recuperó su licencia de piloto, que le había sido retirada.

Pero los peores augurios de Moscú se confirmaron, y Gagarin murió el 27 de marzo de aquel año cuando el avión MIG-15 a reacción que volaba junto con un instructor se estrelló al noroeste de la capital, hundiéndose seis metros en la tierra. Allí se levanta el monolito rojo en su memoria. Sus restos descansan en uno de los muros del Kremlin.

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