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Orgullo nacional

Hace 50 años recibía el Nobel de Química el argentino Luis Federico Leloir

Hace medio siglo el investigador recibía el preciado galardón por el descubrimiento de procesos bioquímicos básicos para la vida que fueron de gran importancia para la medicina y la química biológica, lo que lo convertía en el segundo y hasta ahora último científico argentino en obtenerlo


Hace 50 años, Luis Federico Leloir recibía en Suecia el Premio Nobel de Química por el descubrimiento de procesos bioquímicos básicos para la vida que fueron de gran importancia para la medicina y la química biológica, lo que lo convertía en el segundo y hasta el momento último científico argentino en obtener el galardón por investigaciones desarrolladas en el país.

“Sus trabajos no solo permitieron describir cómo se almacenan los azúcares en animales y plantas bajo la forma de glucógeno y almidón respectivamente, sino también el modo en que se utilizan como fuente de energía”, explicó Armando Parodi, investigador emérito de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y del Conicet, quien realizó su tesis doctoral bajo la dirección de Leloir.

Parodi aseguró que “los hallazgos de este científico sirvieron para entender en profundidad la galactosemia, una enfermedad hereditaria que provoca que quienes la padecen estén impedidos de asimilar el azúcar de la leche y que, de no ser tratada, produce lesiones en el hígado, riñones y en el sistema nervioso central”.

Se trató del segundo y último Nobel de ciencias recibido por un argentino por investigaciones realizadas en el país ya que César Milstein, ganador en 1984, hizo casi toda su carrera en el Reino Unido.

Los fundamentales descubrimientos de Leloir

Por su parte, José Mordoh, investigador superior del Conicet que integró el laboratorio de Leloir entre 1964 y 1969, sostuvo que “los descubrimientos de Leloir y colaboradores sobre la vía de metabolismo de la glucosa (la vía glicolítica) fueron fundamentales, y hoy despiertan enorme interés dado que se encontró que muchas células cancerosas utilizan esa vía para su multiplicación”.

Leloir nació el 6 de septiembre de 1906 en París, Francia, aunque desde los dos años vivió en la Argentina; con 26 años se recibió de médico en la UBA y trabajó en el Hospital de Clínicas durante dos años.

“Nunca estuve satisfecho con lo que hacía por los pacientes”, explicó Leloir en su breve autobiografía de 1982 y agregó que, “cuando practicaba la medicina, podíamos hacer muy poco por nuestros pacientes, a excepción de la cirugía, digitalina y otros pocos remedios activos”.

“Los antibióticos, drogas psicoactivas y todos los agentes terapéuticos nuevos eran desconocidos. No era por lo tanto extraño que, en 1932, un joven médico como yo, tratara de unir esfuerzos con aquellos que querían adelantar el conocimiento médico”, describió al justificar su decisión de volcarse a la ciencia básica y realizar su tesis de doctorado con el ganador del Nobel de Medicina en 1947 Bernardo Houssay.

Ese mismo año, Houssay propuso a Leloir como director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar (en la actualidad, Fundación Instituto Leloir), creado el 7 de noviembre en una vieja casona en la calle Julián Álvarez 1917, en el barrio porteño de Palermo.

Ahí, Leloir y sus colaboradores comenzaron a realizar los primeros hallazgos que permitieron aclarar el mecanismo de la biosíntesis de polisacáridos (unión de azúcares), especialmente del glucógeno y del almidón.

El Instituto Leloir: un orgullo nacional

Dentro de sus descubrimientos figura el llamado “camino de Leloir”: la ruta bioquímica a través de la cual el organismo aprovecha la energía de los azúcares para poder vivir, explicó la Agencia CyTA-Leloir.

“El 50 aniversario llega en un momento crítico para la ciencia mundial, en que toda dedicación posible es insuficiente para combatir esta pandemia tan alarmante”, afirmó por su parte Alejandro Schinder, presidente de la FIL e investigador del Conicet.

En este sentido, agregó: “Creo que Leloir estaría muy orgulloso viendo cómo el Instituto que fundó responde en esta situación, explotando el conocimiento científico para desarrollar herramientas innovadoras que permiten diagnosticar y combatir el covid-19 en nuestro país y en el mundo”.

“Los pasos de Leloir recorrieron un camino de ciencia básica de altísimo nivel. Hoy, frente a la pandemia, estamos convencidos que no hay ciencia aplicada a resolver los problemas de nuestra sociedad sin ciencia básica innovadora y recursos humanos que la acompañe”, concluyó Andrea Gamarnik, directora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA), que depende del Conicet y de la FIL, y líder del desarrollo de Covidar IgG e IgM, los test serológicos argentinos para Covid-19.

Funciones y objetivos del Instituto Leloir

Desde 1947, a lo largo siete décadas, el Instituto Leloir lidera la producción de conocimiento en ciencias de la vida en Argentina, trabajando en áreas tales como neurociencias, microbiología y enfermedades infecciosas, cáncer, biología celular, molecular y de desarrollo, y biología de plantas.

En 2006, el organismo afirmó su  compromiso con la sociedad, al crear INIS Biotech, brazo de transferencia tecnológica. El objetivo era que el conocimiento que se genera en ese espacio tenga un impacto positivo en la vida de las personas, creando herramientas y tecnologías que ayuden a la prevención, diagnóstico y tratamiento en áreas de la salud y aportando soluciones al sector productivo, tanto en el agro como en la industria.

Su funcionamiento se financia a través de donaciones de particulares, de empresas, aportes de organismos oficiales y de la renta que se obtiene de legados y de un fondo a perpetuidad. En tanto, los investigadores perciben sueldos del Conicet mientras que para los proyectos de investigación, cada grupo gestiona fondos específicos ante fuentes estatales y privadas, tanto nacionales como internacionales.

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