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Hace 20 años, “Resistiré” rompía las estructuras “de una televisión acostumbrada a repetir fórmulas”

La tira de Telefé protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid se atrevió a mezclar la estructura clásica con elementos fantásticos y convirtió su capítulo final en un evento colectivo que midió 41 puntos de rating, en simultáneo con una proyección en un teatro ante más de 3 mil personas


Solange Levinton, Télam

Resistiré, la tira de Telefé protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid que se atrevió a mezclar la estructura clásica de la telenovela con elementos fantásticos y convirtió su capítulo final en un evento colectivo que midió 41 puntos de rating en simultáneo con una proyección en un teatro ante más de 3 mil personas, es recordada a 20 años de su estreno como “un ejercicio de plena libertad creativa” que marcó un quiebre en la pantalla de principios de siglo.

Así lo aseguró en charla con la agencia de noticias Télam el propio Echarri, quien aquel 13 de enero de 2003 se puso en la piel de Diego Moreno, un joven sastre de ropa de alta costura que volvía a vivir a su casa paterna tras un fracaso sentimental.

Resistiré –remarcó el actor que en ese momento venía de hacer un éxito con Los buscas de siempre en Canal 9– rompió las estructuras establecidas de la televisión de la época, acostumbrada a repetir fórmulas”.

Es que, a simple vista, la ficción escrita por Mario Segade y Gustavo Bellati (Verdad/consecuenciaVulnerables) y producida por Gustavo Marra, parecía una novela como tantas otras: Diego Moreno conoce a Julia Malaguer (Cid) y se enamora, pero ella ya está comprometida con Mauricio Doval (Fabián Vena), un rico empresario que esconde negocios turbios.

Según recordó Celeste Cid en declaraciones a esta agencia, la tira en la que encarnó su primer protagónico, y que completaban Hugo Arana, Carolina Fal, Claudia Lapacó y Leonor Manso, “comenzó siendo una novela tradicional pero era un proyecto que respiraba, que estaba vivo, y hubo una punta que en algún momento pegó y se empezó a tirar de ese hilo”.

Es que aquella historia que se llevó el Martín Fierro de Oro en 2003 y parecía responder a la clásica estructura del “hombre que se enamora de la mujer equivocada”, adobada con escenas de sexo musicalizadas con el sugestivo tema de Kevin Johansen “Down With My Baby”, derivó en subtramas sobre tráfico de órganos, la búsqueda inescrupulosa de la vida eterna y el trabajo de científicos sin ética, entre otras inesperadas líneas narrativas que llevaron a Resistiré a un final estelar ante un Teatro Gran Rex colmado con la presencia de figuras de la talla de Charly García, Fito Páez, China Zorrilla y Claudia Maradona.

“Hicimos lo que se nos antojó –reconoció Segade sobre la tira que se encuentra disponible en la página mitelefe.com– porque estábamos muy seguros de que nos gustaba contar lo que estábamos contando y fue un in crescendo total”.

Respecto de por qué creen que después de veinte años Resistiré es recordado como un fenómeno televisivo, Mario Segade evaluó: “Tomó valor con el tiempo porque forma parte de un «hacer televisión» que ya no existe más y es muy añorada por el público. Primero, por ver a esos artistas a granel en la pantalla todos los días, que hoy es una carencia. Segundo, la historia la fuimos construyendo a medida que avanzaba y eso también se perdió, no existe más. Luego, porque representó y pegó en un sitio que nunca imaginamos que iba a pasar”.

En el mismo sentido, Echarri sumó: “La intención era hacer algo diferente, no entrar en la estructura consabida de la telenovela, y para eso hacían falta autores que vinieran de otro palo como Gustavo y Mario que nos metieron en esta historia donde, a partir de la clásica historia de amor, aparecía la misteriosa casa de al lado y la pregunta sobre «a qué se dedicaba Doval» o qué pasaba con el tráfico de órganos hasta llegar a ese maravilloso final casi bizarro. Fue un ejercicio de plena libertad creativa para trabajar y generó algo diferente y rupturista que provocó fanatismo”.

“El éxito, en parte, tuvo que ver con un momento, un contexto, el mismo programa hoy no tendría el mismo éxito, probablemente –aportó Celeste Cid–; una reunión de equipo apuntando hacia el mismo lado, un lenguaje. Fue uno de esos proyectos que respiran, que están vivos. Tantos actores y actrices maravillosos han pasado por esa serie; es la tele que fue linda de hacer porque había lugar para jugar, para plantear, para delirar también. Ojalá eso en algún momento vuelva”.

La tira propuso una serie de desafíos, en particular el hecho de hacer una ficción como esa en ese momento. “Hicimos lo que se nos antojó, y en eso hay que señalar a Bernarda Llorente y Claudio Villarruel (exdirectores de programación de Telefé), que en ningún momento interfirieron en nada, nunca miraron la planilla de rating en tiempos que vivíamos con el minuto a minuto y, de hecho, Soy gitano (El Trece) nos ganaba y no pasaba nada. Estábamos muy seguros de contar lo que estábamos contando”, planteó Segade.

Y Echarri analizó: “La televisión en esa época estaba acostumbrada a repetir fórmulas y eran pocos los productores que se animaban a romper con lo establecido porque se buscaba el rating y la permanencia en la pantalla. En esa época, las tiras funcionaban bien o las sacaban del aire; y gracias a que el canal nos bancó cuando arrancamos con un rating más conservador, terminó siendo un éxito arrollador y un cambio de paradigma dentro del género de la telenovela”.

Segade habló también acerca de qué lugar ocupó la dupla protagónica en el éxito de la tira: “Teníamos a la mejor dupla. Pablo Echarri y Celeste Cid fueron una pareja demoledora para la ficción”.

Y Celeste Cid opinó: “Fue extraño porque yo era muy chica, tenía 18 o 19 años, y si bien no se hacía hincapié en eso, ni tampoco yo me hacía mucho cargo pues me sentía re grande (risas), era una chica en un ambiente de adultos trabajando 12 o 14 horas por día. Pablo, compañero hermoso y generoso si los hay, era bastantes años más grande que yo. Esto lo percibí hace unos años, en su momento no me daba cuenta”.

La actriz habló también acerca del rol que jugaban las escenas “subidas de tono” entre los dos y si eran algo disruptivo para la pantalla en ese momento: “Sin lugar a dudas había mucha entrega. Yo nunca tuve resquemores con el cuerpo, en el sentido de que uno le pone el cuerpo a todo tipo de escenas, más cotidianas, más emotivas, más alegres, más expresivas. Pensar en las escenas más «subidas de tono» representaba el mismo desafío de representar credibilidad ante el espectador. Supongo que también tiene que ver, cómo decía antes, con un contexto y una inconsciencia más propia de la edad”.

“Era una historia de amor –dijo Segade–, y tenías que querer que el chico se quede con la chica. La escenas sí sugerían más, se mostraba alguna espalda, media teta, pero no más que eso y Kevin acompañó a full”.

Finalmente, el destacado guionista recordó cómo surgió la idea de terminar la serie en el teatro Gran Rex, lleno de fanáticos: “Era tal el nivel de compromiso de quienes miraban la serie que fue una idea de Villarruel que al principio era más modesta, porque había pensado en una sala del Teatro San Martín. Pero luego fuimos al Gran Rex e inauguramos esa lógica que perduró muchos años cuando la televisión argentina tenía cosas para mostrar y estábamos todos orgullosos y felices”.

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