Sociedad

Opina Fabián Peralta

Guerra contra las drogas: se equivoca, señor presidente


En el marco de la llamada guerra contra las drogas, las Fuerzas Armadas vuelven al centro de la escena.

El presidente de la Nación y su equipo de gobierno apuestan a resolver el problema del tráfico ilícito de sustancias a través del endurecimiento de controles y penas.

Buscan mediante el derribo de aviones, el decomiso de sustancias y el aumento de penas, la solución al consumo de sustancias ilegales.

Se han aferrado a esta política y no admiten ni siquiera complementos.

No existe la mera mención a bajar la demanda de sustancia.

No menciona la temática de las drogas legales.

No se tiene en cuenta la complejidad que determina el entrecruzamiento social, sanitario, educativo y cultural.

Todo radica en más dureza en el accionar represivo.

El repetido discurso de custodiar nuestra frontera está obsoleto.

Hacer de ese discurso un eje fundamental de política de drogas ignora el hecho de que  la frontera más custodiada del mundo es la de Estados Unidos y así y todo no ha logrado impedir el ingreso de toneladas de cocaína cada año para abastecer al mercado del mayor consumidor de drogas del planeta.

El último capítulo se acaba de escribir, y sin dudas es el más desgraciado.

El mismo propicia la participación de las Fuerzas Armadas en tareas vinculadas al enfrentamiento del narcotráfico y posibilita la participación de los militares en asuntos de seguridad interior.

Años de debate hasta arribar a la sana conclusión de separar los asuntos de defensa con los de seguridad y en pocos minutos se arrasa con ese consenso.

El presidente cree ver en esta decisión, una solución y está provocando un nuevo problema con consecuencias muy nocivas para la sociedad.

Lamentablemente no son muchas las políticas de Estado que se generaron en nuestro país.

Tal vez la política de Estado más debatida, consensuada y sostenida en el tiempo haya sido la referida al papel de las Fuerzas Armadas en nuestra democracia.

Esta política está basada en tres leyes de la Nación: La Ley de Defensa Nacional (1988),  la Ley de Seguridad Interior (1991) y la Ley de Inteligencia Nacional (2001) todas aprobadas en distintas presidencias y con altísimo consenso.

El decreto que anunció el presidente Mauricio Macri desconoce estas leyes y nos produce un claro retroceso en todos los planos.

Como advertimos, tira por tierra un consenso democrático como pocos en nuestra historia reciente.

Lo que hace más irracional esta medida son los desgraciados antecedentes que distintos lugares de América Latina nos pueden ofrecer.

Por citar solo alguno, en México, en la primera década en la que participaron sus fuerzas militares en la “lucha” contra el narcotráfico (2005-2015) se produjeron 100 mil muertos y que el problema hoy, es mucho más agudo que hace años.

Incluso son los propios militares quienes se oponen, que no se sienten preparados para esa tarea y piden protocolos o manuales ya que desconocen cómo actuar.

Todos sabemos que en cualquier gestión hay errores de distintas dimensiones.

Los que nos preocupan más son los que determinan más allá del mandato, incluso por muchos años (las privatizaciones del gobierno de Carlos Menem constituyen un claro ejemplo).

El presidente ha tomado una decisión que va mucho más allá de que actúe algún militar en operativos antidrogas.

El presidente derrumba conceptos y filosofías que todo el arco democrático había aceptado, consensuado y hecho propias.

La decisión de Macri generará cambios culturales que vuelven a ubicar a las Fuerzas Armadas en un lugar que no pensábamos volver a ver.

En todo el mundo, y desde organismos como las propias Organización Naciones Unidas (ONU), se promueve un debate serio y profundo sobre qué hacer en este sentido.

Son cada vez más las personalidades políticas, intelectuales y académicas que acuerdan en que la llamada “Guerra a las Drogas” ha fracasado.

Ex presidentes como Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, después de haber gobernado países tan paradigmáticos como Brasil, Colombia y México respectivamente,plantean la necesidad de modificar las políticas, de partir de paradigmas más sanitaristas o sociales y no desde enfoques represivos.

Pretenden que su experiencia de gobierno les sea útil a otros, que todo ese aprendizaje no sea desperdiciado, que tanto dolor nos sirva al menos para impedir nuevos dolores.

Parece que por estas latitudes se va a ignorar el mensaje de esos ex mandatarios.

Diputado Nacional (mandato cumplido) | Asociación Civil Miradas

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