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Grecia, como la Argentina de 2001

Los griegos ven pasar el verano con pocos turistas y el consumo en caída.

“Kalimera, kalimera”. Con el tradicional saludo de buenos días, los comerciantes griegos se esfuerzan para atraer clientes en las tiendas y restoranes que inundan Plaka, el pintoresco barrio recostado al pie de la Acrópolis, que es el paso obligado para los cientos de miles de turistas que llegan a este país cada verano. Pero este año, cuando se viven los últimos días de la temporada alta, el balance no es el más positivo, con los ojos financieros del mundo puestos en Grecia.

“Claro que se siente la crisis. Hay menos turistas y menor consumo en Atenas porque las protestas en las calles asustaron. Muchos prefirieron estar el menor tiempo posible en la ciudad y viajar directamente a las islas”, explicó un vendedor de artesanías del “flee market”. Las manifestaciones que se repitieron en la céntrica plaza Syntagma, el epicentro de los incidentes, se asemejaron a las vividas en Plaza de Mayo a finales de 2001. Si la consulta se realiza sobre la economía cotidiana, es decir fuera de lo que demandan los turistas, la situación se agrava.

“En la actualidad todos tenemos algún miembro de la familia desocupado y los que seguimos trabajando tenemos miedo de perder el empleo porque lo que consumimos sólo lo indispensable” reconoció un taxista. Muchos ven a la salida de su economía del sistema del euro como una forma de comenzar a recuperarse y terminar con las permanentes medidas de ajuste.

Lo cierto es que los comerciantes de la capital griega no sólo aseguran que bajó el consumo sino que temen que la situación se agrave en un par de semanas cuando el flujo turístico se reduzca por la entrada del otoño.

“Sin turistas no se qué vamos a hacer porque los griegos tenemos poco dinero para consumir”, agregó el vendedor anticipando una posible nueva ola de estallidos sociales.

Esto se evidencia en las calles de la ciudad. Si bien siempre estuvo plagada de puestos y vendedores ambulantes, esta práctica se multiplicó en los últimos meses. Pero lo que más preocupa es el mayor clima de inseguridad. En las agencias de viajes y oficinas turísticas aconsejan tomar precauciones y sólo transitar por las áreas turísticas, algo que pocos años atrás no se escuchaba.

En cuanto a precios, Grecia es un país accesible comparado con los valores que se manejan enla Argentinay más teniendo en cuenta que sus islas son un destino turístico de los más buscados por el jet set internacional. Pese a eso, la crisis hizo que la mayoría de los productos se paguen al mismo valor de hace cuatro o cinco años, e incluso por debajo de esos niveles.

Un plato de pasta, en un restorán en Plaka con un público exclusivamente de turistas, puede valer entre 7 y 9 euros; una gaseosa, 3 euros; pescado grillado con ensalada no más de 10 euros. Lo mismo con una porción de pulpo asado, muy tradicional en Grecia y nada prohibitivo como en un restó de Buenos Aires. Uno de los platos más típicos de este país, la m oussaka (a base de carne y berenjenas) no pasa de los 10 euros en la mayoría de los lugares. Un helado en cucurucho se consigue desde 2 euros; una pizza para una persona 6 o 7 euros y un café en la terraza de un bar con vista al Partenón cuesta 2 euros. En materia de alojamiento, un hotel 3 estrellas ronda los 60 euros. En islas como Mykonos puede llegar a 80, pero con vista al Egeo.

Diferencia

La realidad tanto en esta isla como en otras es distinta a la que se vive en Atenas. Sin protestas ni pendiente de los anuncios del gobierno, el ritmo está marcado por el humor y el bolsillo de los veraneantes. De todas maneras, los precios son ligeramente más altos que en Atenas, pero no mucho más. Una cena para dos personas en un restorán sobre la playa puede rondar los 50 euros, con vino griego incluido. Pero donde más se nota la diferencia con la Argentinaes en la indumentaria donde todo se consigue a mitad de precio que en cualquier negocio de Buenos Aires. Donde los precios se mantienen en alza es en el rubro inmobiliario (ahora penalizado por un nuevo impuesto) ya que pese a la crisis llegan capitales para invertir en el sector turístico que, una vez superada la actual crisis, volverá a tomar un nuevo impulso.

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