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George W. Bush defendió la tortura y la invasión a Irak

Dijo que autorizó los apremios ilegales tras asegurarse de que no producían “daños permanentes”.

El ex presidente estadounidense George Walker Bush presentó ayer sus memorias, en las que defendió el uso de la tortura en los interrogatorios y afirmó que gracias a la invasión que ordenó a Irak éste es un país “mejor” en la actualidad.

El ex mandatario brindó una entrevista a la cadena de noticias estadounidense NBC como forma de promocionar el libro titulado Decision Points, en el que también reconoce haber consultado a los servicios de inteligencia la viabilidad para atacar Irán y Siria.

En la entrevista, el ex mandatario no dudó en abordar la autorización que dio a sus soldados para que utilicen métodos de tortura para conseguir información y lo justificó de un modo particular.

“No hay duda de que el procedimiento (la tortura) era duro, pero expertos médicos aseguraron a la CIA que no producía daños permanentes (…). Hubiera preferido tomar la información de otra forma”, aseguró Bush.

El ex presidente norteamericano consideró también que “usar esas técnicas ayudó a salvar vidas”.

Específicamente, los métodos utilizados eran el “submarino seco” –se tapa la cabeza del detenido con una bolsa de plástico hasta producirle sofocación– y el “submarino mojado”, por el cual se le sumerge la cabeza en agua hasta producir el mismo efecto.

Luego del atentado a las Torres Gemelas y el Pentágono en septiembre de 2001, la Casa Blanca profundizó su operativo mundial para detener a “sospechosos de terrorismo” y tuvo a la cárcel de Guantánamo, Cuba, como un centro de detención por fuera del sistema legal en el que torturaban en los interrogatorios.

Numerosos organismos de derechos humanos criticaron los procedimientos y el gobierno británico lo calificó como una “técnica de tortura”, por lo que el sucesor de Bush, Barack Hussein Obama, ordenó cerrar la prisión.

“Quiero decir definitivamente que el mundo es mejor sin (el ex presidente iraquí) Saddam Hussein en el poder, en vista de que hay 25 millones de personas que ahora tienen la posibilidad de vivir en libertad”, sostuvo también Bush en las memorias dadas a conocer en adelanto por el diario británico The Guardian.

Otra de las consecuencias que trajo el atentado del 11-S fue la decisión de invadir Irak para destruir las supuestas armas de destrucción masiva que tenía el gobierno local.

Saddam fue derrocado y ahorcado y Estados Unidos implantó una democracia en la región, pero las armas nunca aparecieron y la Casa Blanca tuvo que reconocer que las informaciones sobre su existencia eran erróneas.

“Nadie se sintió más conmocionado ni enojado que yo cuando no encontramos las armas. Tenía una sensación de náuseas cada vez que pensaba en ello y todavía la tengo”, sostiene a modo de explicación en su libro, en el párrafo que anticipa también la cadena NBC.

En el libro puesto en venta ayer, y por el cual cobró 7 millones de dólares, Bush también señaló que tuvo la intención de atacar Irán y Siria, pero que desistió luego de que la CIA dijera que esas operaciones no eran viables.

“Nosotros estudiamos seriamente la idea, pero la CIA concluyó que era muy riesgoso meter un equipo y luego sacarlo de Siria”, afirmó el político republicano.

Sobre la posibilidad de una operación en Irán, Bush también indicó que le ordenó al Pentágono “estudiar qué era necesario para realizar el ataque, y poder detener el reloj de la bomba (nuclear), al menos temporalmente”.

Hijo del también ex presidente George Bush (1988-1992), George W. presidió Estados Unidos entre 2000 y 2008 y el ataque islamista del 11-S marcó fuertemente sus dos gobiernos, porque fue el hecho que decidió las dos campañas militares de las que hoy Obama quiere salir, pero no puede: Irak y Afganistán (que Estados Unidos invadió en octubre de 2001).

Según señaló en su libro, en un primer momento Bush pensó que el ataque a las torres había sido un error “del peor piloto del mundo”, aunque luego afirmó que su sangre “hirvió”.

“Nosotros íbamos a encontrar al que lo había hecho y patearle el culo”, escribió en sus memorias.

Pese a haber inculpado al terrorista saudita Osama Bin Laden y al gobierno talibán de Afganistán por el ataque, su gobierno nunca pudo dar con ellos, aunque Bush afirmó que los forzó a “cambiar la manera de viajar, de operar y de comunicarse”.

Pese a ello, en su libro, el ex jefe de Estado reconoció que el peor momento de sus mandatos fue el paso del huracán Katrina, que mató a 1.800 personas en los barrios más pobres de Nueva Jersey en 2005.

“Le dije a Laura (su esposa) que era el peor momento de mi presidencia (…). El problema no fue si hice mal las cosas. El problema fue que tardé mucho en decidir”, reconoció Bush sobre una de las mayores críticas que recibió respecto a cuestiones internas de Estados Unidos.

El libro ya se encuentra en las librerías estadounidenses y se puede conseguir también por internet a 35 dólares.

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