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Caso Brenda Mansilla

Género: cuestionan fallo contra joven acusado por violencia

La Justicia sentenció a tres años de prisión a hombre que golpeó, amenazó y disparó a su ex pareja. “Me hubiera gustado que lo culparan por intento de femicidio”, dijo la víctima. Por ese delito la pena hubiese sido mayor. Brenda Mansilla contó que fue hostigada durante los diez años de relación.


Brenda teme ahora que su ex vuelva a buscarla.

Brenda Mansilla estaba nerviosa. Iba a ver Marcos Ríos, su ex pareja, después de cuatro meses. La última vez, Ríos la había ido a esperar a la parada de colectivo para dispararle. Ella escapó y lo denunció. El lunes pasado entró a la Sala 2 del Centro de Justicia Penal y se sentó atrás. Quería ver cómo la Justicia lo condenaba, pero tenía miedo de su reacción. Había sufrido violencia durante los 10 años que estuvo en pareja y Ríos amenazó con matarla. Estuvo detenido desde fines de julio. La jueza María Carrara homologó un acuerdo entre la Fiscalía y la defensa para condenarlo a 3 años de prisión por “lesiones dolosas leves agravadas, amenazas coactivas, desobediencia a una orden judicial, abuso de armas agravado, y portación ilegítima de arma de fuego”. Mansilla salió de la sala con un sabor amargo. La condena no fue suficiente y teme que él vuelva a buscarla.

“Me quiso matar y no lo condenaron por intento de femicidio. Ya pasó con Lucía Pérez. No sé qué hace falta para que la Justica nos escuche”, dijo Mansilla a El Ciudadano.

Intento fallido

El viernes 7 de julio Mansilla esperaba el colectivo en la esquina de Avellaneda y Córdoba cuando vio a su ex pareja, Marcos Ariel Ríos, caminar en dirección a ella con un arma en la mano. Mansilla corrió por Avellaneda y a la altura de Rioja escuchó un disparo. Entró en una heladería y se escondió detrás del mostrador hasta que el personal de seguridad llamó al 911. Horas después lo denunció. Al día siguiente se mudó con sus dos hijos, de 9 y 5 años, a un refugio municipal donde vivió hasta el 27 de julio cuando el agresor se entregó. Hasta ese día, él merodeó por la casa de la familia de ella y esquivó dos allanamientos policiales.

Durante los 10 años que Mansilla estuvo en pareja con Ríos fue víctima de violencia. Contó que él la insultaba, amenazaba y golpeaba. La aisló de sus amigos, de la familia y no la dejaba ir a ningún lugar sola. También insultó y castigó a sus dos hijos, que fueron testigos de los golpes que ella recibió. El espiral de violencia terminó cuando la sobrina de Mansilla, Débora, murió con medio cuerpo quemado después de una pelea con su pareja. No quería terminar como ella y decidió separarse. Mandó a los hijos con su abuela y escapó de la casa con lo puesto. Esa noche de marzo, Ríos la había golpeado y amenazado con matarla porque ella volvió más tarde del trabajo. “Puta de mierda ¿dónde estabas? Seguro estuviste con otro. Si no te vas te empiezo a pegar”, recordó Mansilla que él le dijo. Después programó la alarma del teléfono celular cada 5 minutos para pegarle cada vez que sonaba. Mansilla lo denunció y Ríos, pese a la restricción de acercamiento, la siguió hostigando. Le pedía que volvieran juntos y la amenazaba por las redes sociales. Y el viernes 7 de julio la fue a buscar para dispararle.

Condena

A los 20 días del hecho, Ríos se entregó y quedó detenido. Mansilla regresó a su casa y a su trabajo. Esperó la condena sin abogado y con un botón antipánico.

“Estoy indignada por la condena. Acepté el acuerdo porque me dijeron que podía quedar libre hasta que lo enjuiciaran. Voy a seguir peleando para que siga preso. Si sale me va a matar. Ya me lo juro. Las personas así no cambian. Me da mucho miedo”, dijo Mansilla y adelantó que desde la agrupación Atravesados por el Femicidio, de la que forma parte, enviarán un comunicado para reclamar por la condena.

Los integrantes del grupo y su familia la acompañaron durante todo el proceso. Hace dos meses creó “Mujeres voces en alto”, con el objetivo de que las víctimas identifiquen las situaciones de violencia y se animen a contarlas. Son vecinas, amigas y familiares que se reúnen una vez por semana para hablar de los problemas que las atraviesan y de cómo salir.

Mansilla lo logró gracias a la fuerza que le dio la muerte de su sobrina. Hoy quiere contagiar a otras mujeres para que puedan denunciar y que la Justicia las escuche.

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