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Gastaldi: “Si los varones gestaran la ley saldría rápido”

La jueza de la Corte Suprema de Santa Fe, María Angélica Gastaldi opinó sobre el proyecto en debate en el Congreso. Según la magistrada, detrás de las posturas opuestas la discusión es “el destino de madre” el Código Penal impone”


La jueza María Angélica Gastaldi es la única mujer que llegó a la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe. Desde 2001 ocupa uno de los seis lugares disponibles junto con cinco varones. Se define como feminista y estudiosa autodidacta. Lee mucho, se despierta todos los días a las cuatro y media de la mañana y lo primero que hace es prender la radio. Siguió de cerca las exposiciones en el Congreso a favor y en contra de la ley que busca despenalizar el aborto. Gastaldi sostiene que no es necesario partir la discusión del aborto en dos, sino entender que en cada posición hay razones legítimas que se mueven por la moral y la ética. Para la magistrada el trasfondo es la capacidad de gestar de las mujeres y la obligación a ser madres que el Código Penal impone. “El cuerpo de las mujeres siempre generó fascinación, controversias e intentos de control. Si los varones pudieran gestar, la ley se habría sancionado más rápido o no habría sido necesaria”, dijo.

-¿Qué opina del debate en torno al proyecto y la discusión parlamentaria?

-Hace un tiempo me pasó algo que grafica lo que pienso. Estaba escuchando la radio y salió una noticia que decía que un grupo de científicos había logrado que un señor filipino se embarazara. Antes de enterarme que era mentira, con la respiración entrecortada pensé en qué íbamos a hacer las mujeres si la ciencia había llegado a eso. La cuestión de la exorbitante aptitud que tenemos las mujeres para gestar hay que pensarla en cómo lo miran los demás, cómo una asume su propio cuerpo y cómo los varones la ven. La primera mujer que intentó estudiar la anticoncepción tuvo una sentencia de 30 años de cárcel. La píldora anticonceptiva demoró más de 25 años en autorizarse, mientras que el viagra fue aprobado en dos años. En todos los lugares del mundo donde se ha planteado una ley como la que se discute hoy en Argentina ha causado controversia porque tiene que ver con la posibilidad del control de la reproducción. Aunque parezca irreverente, creo que si los varones pudieran gestar la lay se habría sancionado más rápido o no habría sido necesaria.

-La ley plantea que el aborto deje de ser un delito ¿qué implica en el Código Penal?

-La gestación puede ser pensada como un acontecimiento significativo, pero si es algo que la mujer no quiere o no puede asumir no debemos ser ciegos y actuar contra de la voluntad. Cuando se pena por interrumpir una gestación se castiga por una imposición ajena y no por fines propios. Significa que por fines de otros, la mujer debe dejar la vida o asumir un castigo. Aunque pueda haber un dilema moral en la interrupción del embarazo, debe quedar en claro que el derecho es un sistema normativo que regula las relaciones. Opera actuando y garantizando capacidades de acción e imponiendo obligaciones. Si está en el ámbito de la penalidad obligamos a las personas a gestar aunque no quieran.

-¿Está en juego la idea de la maternidad como destino?

-Si. Esa potencialidad gestante de las mujeres marca un desafío humano para las mujeres. Hace 200 años la fertilidad era considerada un bien necesario y las mujeres infértiles eran repudiadas. La diferencia entre los sexos aparece como una cosa candente a partir de la modernidad. Cuando la vida era rudimentaria, la diferencia en las tareas no era tanta. Si bien había predominancia de los varones, no era como ahora. Al mismo tiempo, las mujeres han sido las grandes artífices de las exigencias de libertad porque han sido consideradas iguales pero diferentes. El artículo 16 de la Constitución Nacional dice que todos somos iguales ante la ley, pero durante mucho tiempo las mujeres no podíamos votar, no podíamos ser elegidas, no teníamos autoridad sobre los hijos, no podíamos integrar sociedades, dependíamos de la autorización del varón y éramos consideradas casi un menor de edad. Éramos pensadas para tener hijos y ser el vehículo del hijo que un varón quería tener. Las mujeres hemos avanzado muchísimo.

-¿Qué opina de las distintas voces a favor y en contra?

-Hay preocupaciones morales que son legítimas. El nacimiento nos hace pensar en el origen de la vida y en la posteridad. El deseo de posteridad lo tenemos todos. Todos quisiéramos saber que algo de nosotros va a permanecer más allá del tiempo. Cuando leía sobre la evolución genética me maravillaba con el concepto de que hasta en el último gen hay algo que viene de nuestros antepasados de miles de años. Creo que si bien las personas no pensamos en la muerte permanentemente hay acontecimientos que nos llevan a reflexionar y este debate es uno de ellos. No hay que reducirlo a que detrás de una posición está la idea de autonomía y de la otra la religión. Hay preocupaciones que son raigales al ser humano. Si hay algo que nos identifica es el deseo sexual y el deseo de posteridad. Las dos están implicadas en el debate y hay razones fuertes para que haya posiciones encontradas.

-¿Qué cambiaría con esta ley?

-En nuestras sociedades las ideas del bien y de las relaciones entre las personas y el amor se han pensado desde lo jurídico y bajo el tamiz del derecho. La vida es más compleja. Si por un instante pudiéramos ver la existencia terrena desde otro planeta seguramente extrañaríamos dos cosas: el sexo y el amor. Es muy profundo todo lo que está por detrás de esta discusión porque lleva a la aceptación de que somos seres sexuados, y que mujeres y varones somos diferentes, independientemente de las preferencias de cómo expresamos la afectividad. Tenemos que encontrar un sentido a lo que somos en conjunto con los demás. Coincido con muchos en que puede ser la ocasión para una reflexión sincera. No creo que una ley como ésta vaya a permitir que se tome con liviandad la interrupción del embarazo. Por el contrario. Las personas que piensan eso, tienen una idea que menosprecia a las mujeres. No entienden el conflicto y las cosas que pasan por la cabeza de una mujer, sus sentimientos y emociones cuando toma una decisión así. Además, la mayoría de los países que tienen este tipo las estadísticas muestran que no ha aumentado el número de abortos. El hecho de que el embrión no sea una persona no quiere decir que sea una cosa que no importe. No hay que reducir las posiciones. En el fondo está lo que significa la maternidad. La mujer que piensa a ese embrión como un hijo está bien que ponga las expectativas en ello. Pero no todas las mujeres asumen la maternidad de esa manera ni tienen el deseo. Y eso también es entendible.

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