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Fútbol rosarino, que mal estás y se te ve

Por Federico Cánepa.- El presente de los cinco equipos de la ciudad que compiten en los torneos oficiales de AFA, lejos está de ser el mejor. Más bien, todo lo contrario. Pasando uno de sus peores momentos, la realidad no es algo fortuito sino una consecuencia.

Aquella vieja sentencia que decía “Rosario, cuna del fútbol nacional” hoy sólo es parte del pasado. Tanto que parece guardada en el baúl de los recuerdos como la mejor joya de la abuela. Dicha sentencia que ganó lugar y plana en los finales de los ochenta y principio de los noventa, estaba claramente sustentada y tenía firme asideros.

Durante casi una década (mediados de 1985 hasta mediados 1993), embanderados en los logros deportivos de Newell’s y Central el fútbol rosarino marcaba la pauta y ganaba territorio en la mesa nacional. Pero atrás no se quedaban ni Central Córdoba ni Argentino en sus diferentes participaciones en el ascenso. Lo de Tiro Federal es más reciente y por aquellos años, sólo eran cuatro los que participaban en AFA.

Tiempos de bonanzas para el fútbol rosarino. Central campeón 1986/87 y Newell's campeón 1992.

Hoy, las cosas son bien diferentes. Si aquello era la cara de la moneda, la actualidad muestra claramente la ceca. Newell’s en un oscuro momento futbolístico penúltimo en el Clausura; Central navegando en el Nacional B, Tiro luchando contra sigo mismo para evitar volver al Argentino; Córdoba pugnando por un lugar en el reducido de la C y Argentino batallando para poder aspirar dejar la D.

Pero mejor ir caso a caso para entender esta realidad:

Newell’s, fin de un ciclo. La actualidad leprosa no es de ahora. Si bien causa sorpresa porque nadie esperaba este presente, está claro que si uno se remonta unos meses atrás el comienzo se encontrará en la eliminación de la Copa Sudamericana.

Este plantel que tan bien ha llevado adelante Sensini en estos dos años, ya tocó su techo. No hay dudas. Aquel sub-campeonato en el Apertura 2009 fue un punto máximo que no se volverá a repetir por estos jugadores. Con algunos cambios por ventas e incorporaciones, la base tuvo como bandera el protagonismo y la clasificación internacional. Tras el mal paso en la Libertadores 2010 donde no pasó a la zona de grupos, la Sudamericana aparecía como la revancha.

Si bien se hizo un buen papel, el poco fuego ofensivo (correlacionado en el último Apertura donde fue la delantera menos efectiva con apenas 13 goles en 19 partidos) se encargó de apagar la llama de la ilusión. Y con ella empezar a marcar el fin de un ciclo.

Y es que desde aquella caída en Quito ante la Liga, la Lepra jugó entre las últimas fechas del Apertura y este inicio del Clausura 13 partidos. Sólo ganó 2, empató 2 y perdió 9. Números que hablan por si solos. Pero con los agravantes que sólo en dos mantuvo la valla invicta (el gran bastión de este equipo) y anotó apenas en cinco.

A veces los números son sólo eso. Cifras y estadística. Pero también sirven para entender realidad. Como esta de Newell’s que claramente marca el final de un ciclo. El de un plantel que mientras tuvo porque luchar, se supo mantener. Pero que no encontró respuestas ante la adversidad. Esto no significa el fin de Sensini, muchas veces los jugadores cumplen etapas. Y en este caso particular de la Lepra, la segunda opción parece ser la que mejor encaja.

Cabezas gachas. La realidad de hoy los muestra a Newell’s, Central y Tiro retirarse más así de una cancha que con los brazos en alto.

Central y su presente más cruel. Ni el más fanático de los Canallas en su peor pesadilla imaginó esta realidad. Si ya de por sí fue un golpe directo y durísimo al corazón de su rica historia el descenso, ni hablar de este vía crusis que está significando el Nacional B.

Los desaciertos dirigenciales y futbolísticos pusieron a Central en una categoría que no es la suya. O mejor dicho, la que sus enormes pergaminos del pasado indican, pero sí la que en la realidad toca afrontar. Y que parece golpear a cada paso.

Con el descenso consumado y la nueva comisión asumida, todo se empezó a encaminar. Al principio no de la mejor manera, pero eso no hacía aplacar las ilusiones. Para toda la masa canalla, el Nacional B sería un torneo de tránsito. Un traspié que no modificaría la grandeza y que cuando restaran diez fechas para el final, la vuelta a primera ya estaría seriamente encaminada.

Pero la realidad indica que todos aquellos pronósticos se hicieron añicos contra el presente. A doce fechas de la conclusión del Nacional B, el ascenso directo es una utopía y la lucha por puestos de promoción está seriamente comprometida. ¿Qué pasó en el medio?

A muchos jugadores el descenso aún les pesa en la cabeza y juegan cada pelota con esa presión a cuesta. Las incorporaciones (tanto las de junio como las de diciembre) en su mayoría no rindieron lo esperado. Los técnicos Merlo primero y Rivoira después (dos de probados pergaminos en el ascenso) no dieron en la tecla y nunca encontraron el funcionamiento. El equipo propiamente dicho, nunca apareció y logró tomarle la mano a la forma de jugar el Nacional B.

Párrafo aparte para la gente. El hincha si entendió de qué se trata esto. Aún con el dolor rompiendo el corazón por tener que acompañar a su equipo en una categoría que no le corresponde, dijo presente en cada presentación y colmó el Gigante. Analizando el presente, si a diez fechas (en realidad doce) algo todavía mantiene viva la esperanza de volver a primera en sólo un año, es justamente la gente. Los hinchas siguen siendo de primera.

Tiro, Córdoba, Argentino: el ascenso que tan mal hace. Los otros tres clubes de la ciudad que componen el quinteto en los torneos de AFA debaten su presente más entre “miserias” que triunfos.

Tiro Federal casi no puede con su alma y en cada partido se juega su permanencia en el Nacional B. Los tiempos se acortan y las cuentas empiezan a no cerrar. Si no se cambia y suma unidades pronto, dependerá más de lo que hagan Almirante, Patronato o Merlo para escaparle a la zona roja y evitar el descenso al Torneo Argentino. A esta altura, una Promoción para mantener la categoría sería una bendición.

Central Córdoba con millones de problemas institucionales que hicieron que en pocas semanas perdiera a su goleador Ezequiel Petrovelli (se fue a Chicago para jugar la B) y su técnico Vaquero. Pese a ello y lejos de ser protagonista y luchar por el ascenso directo a la B, al menos enderezó un poco el barco y parece estar cerca de asegurar un lugar en el reducido.

Por último Argentino pasea su presente en la última categoría. La D parece muy poca cosa para un club que hace apenas una década (1999/2000) estuvo jugando en el Nacional B. Hoy la realidad es bien distinta y con un grupo de jugadores que le ponen ganas y empeño a una categoría amateurs busca ingresar al reducido para intentar volver a la C en apenas un año.

La realidad de ya no ser. Córdoba y Argentino pasean sus pobres presentes por la C y D.

Está claro que al repasar realidades y presentes, todo tiempo pasado fue mejor. En el corto, mediano o largo plazo, pero mejor. Muy distinto de la actualidad. Muy lejos, pero muy lejos de aquella sentencia que marcaba a Rosario como cuna del fútbol nacional. ¿Se podrá volver? Hoy pensarlo es una quimera. Como primer paso no estaría mal enderezar la actualidad.

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