Después de la oración del viernes, miles de personas se congregaron para despedir a los rebeldes caídos el jueves tras el ataque aéreo de la OTAN.
Es mediodía de funerales en el baluarte insurgente, que despidió los restos sin identificar de cuatro combatientes rebeldes caídos en un frente móvil, que ahora retornó a las puertas de Ajdabiya.
Los disparos al aire se multiplican y la furia de los últimos días se acrecienta. Reclaman venganza contra el líder del gobierno libio Muamar Kaddafi y señalan a la OTAN como responsable de la muerte de sus compañeros, aunque la coalición militar informó que no tenía información de que los rebeldes estuvieran usando esos tanques que habían pertenecido a las fuerzas leales a Trípoli.
Las noticias que llegan a esta ciudad no son alentadoras para los rebeldes. En las afueras de Ajdabiya, le confirmaron a Télam, una avanzada de reconocimiento fue atacada a 20 kilómetros de la ciudad.
Entre el intento de cercar a Ajdabiya y las incursiones incesantes sobre Misurata por parte de los soldados del gobierno de Kaddafi, los insurgentes confían en la colaboración de su pequeña armada improvisada, apostada sobre el Mediterráneo en el puerto militar de esta ciudad y compuesta por dos barcos de pesca de entre 25 y 30 metros de eslora y un remolcador de nombre Addzayra, coronados por la bandera de la revolución.
En el muelle, ubicado frente a una de las sedes del Centro de Prensa Internacional que mira hacia el mar, una fragata se balancea amarrada por el ancla. Pero no pueden zarpar. La OTAN no lo permite pues no tendrían manera de distinguirlos de la flota gubernamental de Kaddafi.
La base de la marina libia en Bengazi se pasó, desde el inicio de la rebelión, al bando de los insurgentes.
“Desde hace más de un mes estamos enviando barcos hacia Misurata”, le dijo a Télam el capitán Mohammed, ex integrante de Armada de Libia creada en 1962. Una típica armada pequeña, con algunas fragatas, corbetas, y pequeños buques rápidos lanzamisiles con misiones de defensa costera, pero con una muy limitada capacidad de autodefensa.
Los barcos civiles enviados desde Bengazi son el único contacto con el exterior de Misurata, tercera ciudad del país, situada 200 kilómetros al este de Trípoli, y atacada por las fuerzas leales a Muammar Kaddafi.
Los rebeldes cargan estos grandes barcos de pesca y los remolcadores del puerto con alimentos, material médico, medicamentos, armas, municiones y combatientes enviados a reforzar la defensa de Misurata, al otro lado del golfo de Sirte. Es un trayecto de 260 millas náuticas (480 km).
“Al principio no tuvimos inconvenientes en los viajes, pero luego las barcos de guerra de Kaddafi intentaron interceptarnos y trataron de dispararnos con cohetes Grad desde la costa”, aseguró Mohammed.
A metros de la base improvisada, personal de la Cruz Roja Internacional carga el remolcador Saladín, en la zona civil del puerto, con varias toneladas de equipos médicos y alimentos con destino a Misurata. Este es el primer envío que la organización internacional de ayuda humanitaria realiza hacia la ciudad asediada, que dista entre 24 y 36 horas de viaje.
Mientras tanto, en la línea del frente, los rebeldes enviaron vigías al puerto petrolero de Brega para determinar si las fuerzas del gobierno aprovecharon el ataque inesperado de la OTAN contra tanques de la oposición el jueves, e hicieron retroceder a los sobrevivientes.
Los rebeldes se preocupan de que las fuerzas leales a Kaddafi aprovechen el caos después del ataque para tomar la pequeña pero estratégica ciudad de Ajdabiya, a la que se aferran desesperadamente para cerrarles el paso hasta Bengazi.
“O muere Kaddafi o morimos nosotros”, expresó sin temor Abdala, de 21 años y miembro de una organización juvenil que apoya a los rebeldes.