Economía

Verde sin techo

Fuga de dólares: el problema es el modelo económico

Un informe del Cepa analiza la suba de la divisa extranjera y las razones por las que falta en la Argentina


La incertidumbre sobre el rumbo del dólar y las razones de la corrida bancaria son explicadas por el Centro de Economía Política Argentina (Cepa). Lo que sigue es un extracto del informe elaborado por la organización que dirige Hernán Letcher.

En los últimos días, nuevamente se percibió un aumento acelerado en la cotización del dólar. Si bien la inestabilidad cambiaria se percibe desde hace más de dos meses, no deja de llamar la atención que esta aceleración en la cotización de la divisa norteamericana sucede luego de haber recibido el auxilio económico del FMI, y habiéndose posicionado nuevamente a la Argentina como país emergente. El gobierno volvió a sindicar al escenario internacional y al déficit fiscal como los responsables del impacto negativo sobre la situación cambiaria. Esto es así al punto tal que, respecto de esta última razón, el presidente Mauricio Macri se encargó durante el fin de semana pasado de expresar a “los mercados” que realizará el ajuste comprometido.

Es decir, por un lado, existiría un motor coyuntural que ha dinamizado la suba del dólar en el corto plazo asociado a la intervención de grandes jugadores financieros que desarmaron sus posiciones de portfolio. En un primer momento, según distintos analistas, este comportamiento respondía a la entrada en vigencia del impuesto a la tenencia de Lebac para actores extranjeros (votado en el Congreso el pasado 28 de diciembre en el marco de la Reforma Fiscal propuesta por el Poder Ejecutivo), conjugado con la suba de los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, que ha tenido efectos a nivel global. Sin embargo, esto no explica por qué continúa la inestabilidad dos meses después de la aplicación del impuesto ni las razones de por qué el efecto en la Argentina es mucho más contundente que en el resto de los países emergentes.

Tal como mencionamos desde el Cepa, este análisis no debe acotarse a elementos estrictamente coyunturales (entre los que podemos agregar además el efecto de la creciente demanda de dólares en el marco de la expansión de los créditos hipotecarios UVA en los últimos meses), sino que resulta central ampliar la mirada para recabar una serie de comportamientos estructurales que inciden –de manera creciente y fuertemente– en la escasez de dólares, retornando a la agudización cíclica del fenómeno de la restricción externa en la Argentina. En efecto, el fin del llamado “cepo cambiario” en diciembre de 2015 es un hito clave para comprender la puesta en marcha de un amplio esquema de desregulación cambiaria y financiera que habilitó la libre fuga de divisas de la economía local y colocó a la Argentina en una situación de extrema  vulnerabilidad ante shocks externos.

En este sentido, la fuga de capitales es un factor clave de merma en la oferta que demanda cuantiosas divisas, el cual se combina con una demanda de dólares para turismo y viajes (contempla tantos los consumos por turismo como las compras por internet) en el exterior que ha llegado a los niveles más elevados de los últimos años.

En tercer lugar, un factor de extrema agudeza responde al déficit de balanza comercial récord, que coloca a la Argentina en una posición sumamente dependiente respecto de los dólares provenientes del endeudamiento externo, toda vez que el sector privado –vía inversión extranjera– no genera la oferta suficiente para la demanda de dólares que existe en el mercado, siendo que la lluvia de inversiones prometida sigue sin producirse. De hecho, este ha sido –de manera prácticamente excluyente– el financiamiento del esquema económico puesto en marcha con la asunción de Cambiemos.

Como último elemento que complejiza el escenario, cabe mencionar que, con datos a mayo de 2018, los primeros cinco meses del año han sido los peores desde 2013 en adelante en materia de liquidación de divisas del sector cerealero-oleaginoso –tema no sólo vinculado a una demanda sectorial de un tipo de cambio más elevado sino también a factores climáticos como la sequía– lo cual pone en riesgo una de las pocas vías de entrada genuina de dólares comerciales.

Desde las convulsionadas jornadas de la última semana de abril hasta hoy, una serie de economistas han insistido en instalar la idea de que lo que estaba sucediendo era una tradicional “corrida” cambiaria, pero omitieron señalar –como ha enfatizado el Cepa desde principios de año–, que las condiciones estructurales para una corrección cambiaria o una liquidación de reservas están dadas hace cuanto menos unos meses y que la perspectiva no arroja señales de alteración de este escenario en el futuro próximo.

Con el actual modelo de desregulación y apertura el gobierno incurre en una encerrona donde las únicas dos soluciones posibles son devaluar o entregar las reservas y los dólares provenientes del FMI.

El gobierno intentó reemplazar la crisis cambiaria por la tarea de realizar el ajuste fiscal, pero a esta altura del partido se quedó con la crisis cambiaria, el ajuste fiscal y la posibilidad cierta de subastar los fondos del organismo en pocas semanas.

En el medio, entre la deuda tomada y los dólares que están en el BCRA, se dio un importante fenómeno de fuga de capitales, boom por turismo y viajes al exterior y tuvo lugar en 2017 el segundo déficit comercial más alto de la historia argentina.

En base a estos factores, la conclusión más acertada es comprender que el problema de la aguda escasez de dólares proviene del modelo de liberalización, desregulación, sistemático endeudamiento y fuga de divisas.

En definitiva, el problema es el modelo.

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