Ciudad

Fuera del agua, ayer sólo la Terminal convocó multitudes

En el día más caluroso en lo que va del año –37,5º– se cumplió el primer recambio turístico de 2011.

Las calles vacías y el calor sofocante pintaron ayer sobre la ciudad un panorama que podría haber sido de desolación. “Pasé por San Martín y Rioja en bici y no tuve que frenar”, fue el testimonio de quien tuvo el coraje (o deber) de salir a la calle y confirmar lo que a los ojos saltaba: el de ayer fue el día más caluroso en lo que va del año, siendo, al cierre de esta edición, la máxima de 37,5 grados.  A modo de contrastar, y haciendo, precisamente, que el panorama no sea de desolación, la Terminal de ómnibus de Rosario se pasó el día llena de gente: se encontraron allí los que llegaban, los que se iban, los que venían a conocer la ciudad. En efecto, ayer comenzó el recambio turístico de esta temporada de verano, finalizada la primera quincena de enero y comenzando la segunda, y, tal como confirmaron desde las ventanillas de las empresas de colectivos, “todos las unidades se van llenas y vuelven, también, llenas”.

De la Terminal de ómnibus de Rosario, que está en calle Cafferata 702, se podía ver cómo entraba y salía gente, la mayoría llena de bolsos; había colas para esperar taxis y colectivos, y adentro, mesas de bares con aire acondicionado funcionando como refugio para el calor. Para los fumadores, la sombra fue un consuelo. El calor sofocante de ayer por la tarde no hizo fácil la espera para salir de la ciudad, o para recibir a los que estaban llegando. La mayoría de las personas llevaban algo fresco en las manos, la otra mayoría se sentó lejos del sol, entre las valijas, a leer, a seguir charlando. Precisamente, hay que destacar que la temperatura de ayer llegó a 37,5 grados, a las 16, siendo la temperatura más alta registrada en enero y justificando el alto contraste con el centro de la ciudad, que a esa hora se encontraba prácticamente vacío.

Los destinos que predominaban son los ya considerados comunes y masivos: la costa argentina, las sierras cordobesas o el sur. “Pero no te puedo precisar bien, salen colectivos a cada hora a todos lados; todos llenos”, contaron desde la ventanilla de la empresa General Urquiza. Lo mismo se escuchaba de las otras empresas, cuando las colas se descongestionaban. A pesar de calor y de no ser hora pico para viajar, sino las cinco de la tarde, ya se percibían amontonamientos entre las personas.

El panorama de ayer puede analizarse desde otra perspectiva: la económica. Escuchar que “los boletos aumentaron, pero como aumentó todo”, fue moneda corriente ventanilla tras ventanilla; seguida de un “hay más plata en los bolsillos”, frase repetida a lo largo de 2010 por diferentes funcionarios, integrantes de los partidos políticos, sindicatos y ONGs. Ya en su momento se había escuchado, por ejemplo, durante el debate por las canastas navideñas, la exigencia por más vivienda propia, la utilización (y aparición) de créditos y planes de venta en grandes casas de electrodomésticos;  y no quedan dudas de que el importante flujo de turismo que puede percibirse es también una forma de ejemplificar “la plata en los bolsillos” de la que tanto se habla.

Esta corriente de turistas no se trata sólo de rosarinos que llegan o se van. Hay que destacar que muchas personas también se acercan a conocer la ciudad. “Generalmente vienen unos pocos días, de paso para ir a Entre Ríos, o Buenos Aires; llegan y deciden quedarse a conocer”, contaron desde la oficina turística que se encuentra en la Terminal. Estos turistas bajan del colectivo con reservas ya hechas, en hostels u hoteles por lo general, y preguntan todos por lo mismo: el Che, el Monumento y el río. Otro punto llamativo es que sobre estas ventanillas que ofrecen información al turista, hay algunos folletos informativos sobre la ciudad, otros tantos sobre la prevención contra el dengue, provenientes tanto del gobierno nacional como del provincial; y un mini librito llamado Reflexiones para el alma, de José Luis Prieto. Estas “historias de vida para enfrentar problemas, fortalecer el alma y el espíritu” son una pequeña recopilación de cuatros tomos denominados de la misma manera y ofrecen pequeños relatos que rozan el cristianismo. Quién depositó esos textos ahí, es un misterio. Pero no dejan de ser una compañía para el viaje: para entretenerse, aprender, y hasta criticar.

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