Espectáculos

Fraudes millonarios en el Vaticano

En "Avaricia", el periodista italiano Emiliano Fittipaldi se dedica a cartografiar el complejo entramado de negocios que conforman el imperio financiero de la iglesia, estructura que resiste el embate reformista del actual Papa Francisco.


Avaricia. Emiliano Fittipaldi
Editorial Foca / 2015, 256 páginas

En su libro Avaricia, el periodista italiano Emiliano Fittipaldi se dedica a cartografiar el complejo entramado de negocios que conforma el imperio financiero de la Iglesia y resiste el embate reformista del papa Francisco, un catálogo de distorsiones que van desde el suntuoso nivel de vida de los cardenales hasta el lucro encubierto detrás de la política de beatificaciones y los fraudes millonarios.
La aparición de esta obra, recién publicada en la Argentina por Ediciones Akal, se encima con el lanzamiento de Vía Crucis, una obra de corte similar que publicó recientemente el también periodista Gianluigi Nuzzi con el propósito de desmontar la lucha del sumo pontífice contra la corrupción, el desmanejo y el despilfarro perpetrado por los encargados de las finanzas de la Santa Sede.
Fittipaldi, como Nuzzi, se vale de los testimonios del sacerdote español Lucio Vallejo Balda –que permanece preso en el Vaticano– y la italiana Francesca Chaouqui para describir cómo desde la Fundación Bambin Gesú (Fundación Niño Jesús), creada para ayudar al hospital pediátrico que gestiona el Vaticano, se desviaron fondos para reformar el ático del ex secretario de Estado Tarcisio Bertone tras su jubilación.
“La fundación, definida como un vehículo para la recaudación de fondos para asistencia, investigación y actividad humanitaria del Bambin Gesú ha saldado la factura de los trabajos para un total de 200 mil euros –sostiene el autor–. De esta fundación también salieron fondos para alquilar, por ejemplo, un helicóptero por la suma de 23.800 euros”.
Avaricia revela además las onerosas posesiones de la Santa Sede –un catálogo de residencias cuyo valor oscila en los 4 mil millones de euros– y los gastos injustificados de distintos integrantes de la Iglesia católica, como el cardenal George Pell, quien habría desembolsado “para él y sus amigos medio millón de euros en seis meses”.
Este escándalo, que ya se conoce como Vatileaks 2, secuela del primer movimiento de esta saga que hace unos meses provocó la condena del mayordomo del papa Benedicto XVI por filtrar algunos de los documentos que prueban estas irregularidades.
“Son dos filtraciones completamente diferentes. La primera hablaba de papeles propiedad del Papa pero en ellos no había información que afectara a la Iglesia. Pero en este caso, el trabajo de investigación que yo hice es un trabajo mucho más profundo sobre un sector crucial de la vida vaticana, el de las finanzas”, aseguró Fittipaldi en una entrevista reciente.
“Se desvela la gigantesca distancia entre lo que el papa Francisco quiere realizar y lo que la curia romana intenta perpetuar: privilegios, lujos y prebendas. Obviamente molesta mucho que se publique”, acotó en aquella oportunidad.
Avaricia, estructurada en seis capítulos que llevan títulos sugestivos como “Los mercaderes del Templo” o “Su Sanidad”, profundiza en la malversación de los fondos destinados a obras de caridad: el autor señala que en 2013 se recogieron 78 millones de euros y que sólo una parte se ha dedicado a estos fines mientras que el resto fue a parar a un fondo que no aparece en las cuentas de la Santa Sede y que en 2013 tenía 378 millones de euros.
La investigación de Fittipaldi no escapa a la controversia, en especial cuando se refiere a la “fábrica de los santos”, que alude a los fondos relacionados con las causas de beatificación y que sirven para financiar las investigaciones que permiten avanzar en el nombramiento de los nuevos “siervos de Dios”.
En esa línea, el periodista testimonia casos emblemáticos como el de la beata Francisca Ana de los Dolores, para la que una congregación española de Palma de Mallorca ha depositado en una cuenta 482.693 euros.
Fittipaldi enuncia varios ejemplos más en los que irrumpe como nexo común las sumas que recoge el Vaticano en concepto de honorarios para darle curso a las postuladores de las causas.
El periodista, que se ha desempeñado en Corriere della Sera e Il Mattino y actualmente lo hace en L’Expresso, se encarga de aclarar que “el despilfarro, la corrupción, las riquezas enormes están muy alejadas de la idea de Iglesia que tiene Francisco”, quien de manera recurrente ha expresado su intención de lograr “una Iglesia para los pobres”.

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