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Francisco rompió otro tabú

“Si una persona es gay (…) ¿quién soy yo para juzgarlo?”. El papa sorprendió al hablar sobre homosexualidad en el avión de regreso a Roma. “No se debe marginar a estas personas”, destacó, aunque mantiene oposición al matrimonio igualitario.


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Los 75 periodistas de 14 países que iban en el mismo vuelo de retorno del papa Francisco a Roma, luego de su paso por Río de Janeiro, pudieron preguntarle al pontífice durante más de una hora, sobre los más diversos temas, desde la seguridad en Brasil y su famoso maletín negro hasta aquellos puntos que más polémica levantan como el rol de la mujer en la Iglesia o el futuro del banco del  Vaticano. Cuando lo interrogaron por la existencia de un “lobby gay” que conspira para acceder a cargos de poder, Francisco dejó una de las frases más rutilantes al manifestarse contra estos grupos de presión –aunque destacó que no conoce su existencia– y subrayar que no juzga a los homosexuales.

“Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser una persona gay y el hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De esta tendencia o el lobby de los avaros, de los políticos, de los masones… Tantos lobbies… Este es el problema más grande”, dijo Francisco.

Después de responder a esta cuestión, sin duda la más complicada de la rueda de prensa en pleno vuelo, Francisco miró a la periodista que lo interrogó y le dijo, con una amplia sonrisa: “Le agradezco tanto que me haya hecho esta pregunta. Muchas gracias. Gracias a todos”. Y se fue.

Antes, también había respondido sobre el caso de monseñor Battista Ricca, nombrado para controlar el banco del Vaticano y en el centro de una polémica por un supuesto pasado de escándalos sexuales.

El Papa dijo que se ordenó  una investigación  interna y que esta investigación “no se corresponde con lo que se ha publicado”. “No hemos encontrado nada”, dijo.

Sorpresa y media entre las minorías sexuales

Tanto a nivel internacional como local,  los dichos del Papa tvuerion repercusión entre la comunidad homosexual. Gran parte se mostró sorprendida positivamente pero muchas consideraron insuficiente las palabras. “En el fondo no ha cambiado la posición de la jerarquía vaticana de no juzgar a las personas homosexuales”, expresó en un comunicado la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Trans, (Flgbt). Y recordó que Jorge Bergoglio, cuando era obispo porteño, había convocado a una “guerra de Dios” contra el matrimonio igualitario. En tanto, el presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), César Cigliutti, dijo que las declaraciones “bajan la intensidad al enfrentamiento con las organizaciones gay”.

Human Rights Campaign, una de las asociaciones gays estadounidenses, evaluó que “incluso si las palabras del papa no fueron acompañadas por un cambio en la política de la Iglesia, el cambio de tono es significativo”.

Aurelio Mancuso, presidente del movimiento Equality Italia,  destacó que por el momento es “sólo un cambio de estilo, la sustancia sigue siendo la misma”.

La referencia hecha por el Papa al catecismo universal, que no condena la orientación sino los actos homosexuales como pecaminosos, obliga a los gays a la castidad, a vivir “sin vida afectiva ni sexual”, lamentó Mancuso.

Según la Congregación de la Doctrina de la Fe, “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y no pueden recibir aprobación en ningún caso”. El mismo principio que el Papa latinoamericano explicó a los periodistas en el avión, sin entrar en el debate sobre el matrimonio gay, al que la Iglesia se opone rotundamente porque afecta a la familia tradicional. “Todos ustedes conocen perfectamente la posición de la Iglesia sobre ese tema”, remató Francisco con la voluntad de evitar condenas públicas y anatemas.

Mujeres: “La puerta está cerrada a la ordenación”

“Como dije a los obispos, sobre la participación de las mujeres en la Iglesia no nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista… Tiene que haber algo más, hay que hacer una profunda teología de la mujer”, dijo el papa Francisco, aunque destacó: “En cuanto a la ordenación de las mujeres, la Iglesia ha hablado y dice no. Lo dijo Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada”.

“Pero sobre esto –continuó Francisco– quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor. Creo que falta una explicitación teológica sobre esto”, consideró el jefe de la iglesia.

El Papa también se refirió a la reforma de la curia romana y aseguró que no notó “resistencia” dentro del Vaticano a la reforma, pero que lo esencial es “la transparencia y la honradez”.

El pontífice también contestó sobre a la reforma del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el banco del Vaticano, envuelto desde hace años en escándalos de supuesto blanqueo de dinero, y a la comisión que ha creado para que estudie qué hacer con el llamado “banco de Dios”.

“Yo no sé cómo acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez sea mejor (convertirlo) en un banco, otros que un fondo de ayudas y otros que hay que cerrarlo. Yo no lo sé, me fío del trabajo de las personas que están trabajando en esto”, dijo.

“Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y me duelen esas cosas. Hay algunos que dan escándalo. Tenemos este monseñor en prisión [Nunzio Scarano,  acusado de lavado de dinero], y no ha ido a la cárcel porque se pareciera precisamente a la beata Imelda… No era un santo. Son escándalos y hacen daño”, deslizó el pontífice.

En otro orden, le preguntaron sobre Benedicto XVI, a quien dijo quiere mucho.

“Es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. Él es un hombre de una prudencia exquisita, no se mete”, contó.

También admitió que a veces se siente “enjaulado” en el Vaticano y le dan ganas de salir a caminar por las calles de Roma.

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