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Jornada mundial del migrante

Francisco denunció que hay un mundo “cada vez más cruel y elitista”

“Debemos prestar especial atención a los forasteros, como también a las viudas, a los huérfanos y a todos los que son descartados en nuestros días”, reclamó durante la misa de este domingo en la Plaza San Pedro. Tras el oficio, el Papa inauguró y bendijo una escultura con el drama de la migración


El papa Francisco denunció este domingo que hay un mundo “cada día más cruel y elitista con los excluidos”, al tiempo que, en la celebración de la misa en la jornada mundial del migrante y del refugiado, criticó “los privilegios de unos pocos” que “perjudican a muchos otros” y convocó a los cristianos a “comprometerse con la construcción de un mundo más justo”. “Debemos prestar especial atención a los forasteros, como también a las viudas, a los huérfanos y a todos los que son descartados en nuestros días”, reclamó durante la misa de este domingo en la Plaza San Pedro.

“En el mensaje para la 105° jornada mundial del migrante y del refugiado, el lema se repite como un estribillo: “No se trata sólo de migrantes. Y es verdad: no se trata sólo de forasteros, se trata de todos los habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los refugiados, son víctimas de la cultura del descarte”, reclamó.

Tras la celebración, Francisco inauguró y bendijo una escultura en bronce de casi seis metros de alto que quedará emplazada en la plaza San Pedro, que simboliza el drama de la migración con la figura de un barco con 140 personas de diferentes culturas y momentos de la historia, desde indígenas a sobrevivientes del nazismo, pasando por sirios y africanos.

La obra del canadiense Timothy Schmaltz, el artista autor de la famosa escultura de un sin techo durmiendo en un banco de calle que se encuentra en otras ciudades del mundo, está basada en un pasaje del libro de los Hebreos y buscará recordar “el desafío evangélico de la acogida”, según el Papa.

Si bien convocó a toda la “humanidad”, Francisco se dirigió en especial a los cristianos, a quienes advirtió que “no podemos permanecer indiferentes ante el drama de las viejas y nuevas pobrezas, de las soledades más oscuras, del desprecio y de la discriminación de quienes no pertenecen a «nuestro» grupo”.

“No podemos permanecer insensibles, con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes. No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar”, exclamó.

En este sentido, subrayó que “amar al prójimo como a uno mismo significa también comprometerse seriamente en la construcción de un mundo más justo, donde todos puedan acceder a los bienes de la tierra, donde todos tengan la posibilidad de realizarse como personas y como familias, donde los derechos fundamentales y la dignidad estén garantizados para todos”.

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