La foto del final, con Francia levantando la Copa del Mundo, es la más justa de todas. Los galos fueron el equipo más regular del torneo. Tuvieron equilibrio en los siete partidos jugados, al mejor Griezmann y a un técnico con mucha sapienza a la hora de encarar cada encuentro. Supo cuándo jugar, cuándo atacar y cuándo defender.
El de Rusia será recordado como el Mundial del VAR, el de los penales, el de los goles, el de la bendita pelota parada. También el del fracaso estrepitoso de Argentina, que justamente en el último día de competencia se queda sin técnico. Porque se hizo todo mal antes, durante y después.
En estos 32 días el mundo posó sus ojos en Rusia. Y ahí vio la decepción de los africanos, el corazón de Croacia, el desparpajo de Bélgica, la frustración sudamericana y el gran campeonato de Francia.
Pasó el Mundial, rápido y furioso. Faltan cuatro años para Qatar. Y hay tiempo para acomodar ciertas cosas desde todos los aspectos para no repetir errores que derivaron en el bochorno argentino. De los errores se aprende, reza el refrán, y será hora de no creernos los mejores, sino serlos, no solamente adentro del campo de juego, también afuera.
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