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Conmoción mundial

Se entregó uno de los tres terroristas del ataque en revista

Se trata de Hamyd Murad de 18 años que se rindió ante la policía en una ciudad vecina a París. Aún siguen buscando a un par de hermanos de 32 y 34 años que tendrían antecedentes por vínculos yihadistas.


El más joven de los tres sospechosos buscados por la policía francesa tras el ataque al semanario satírico Charlie Hebdo, Hamyd Murad, de 18 años, se rindió a la policía, indicaron fuentes policiales a la agencia AFP. Los otros dos, los hermanos franceses nacidos en París, Said Kuachi, de 34 años, y Cherif Kuachi, de 32 años, yihadistas conocidos por los servicios antiterroristas, siguen prófugos.

Junto con dos hermanos, este joven de 18 años, al parecer es responsable del atentado contra la publicación francesa que dejó un saldo de doce muertos y once heridos.

Temprano por la mañana al grito de “Alá es el más grande”, entre dos y tres hombres armados mataron a doce personas en un ataque contra la sede del semanario Charlie Hebdo, entre ellas varias figuras del periódico, que estaba amenazado por publicar caricaturas de Mahoma.

Este atentado sin precedentes, el más cruento cometido en Francia en decenios, hizo pensar rápidamente en una venganza de los islamistas radicales. Charlie Hebdo publicó en 2006 caricaturas del profeta Mahoma que provocaron condenas y protestas en países musulmanes.

La brutal desaparición de ocho periodistas del semanario en este ataque, entre ellos cuatro destacados dibujantes, provocó repulsa en el mundo entero, incluidos numerosos países musulmanes, y manifestaciones espontáneas que reunieron hasta 100.000 personas en ciudades de toda Francia.

Los atacantes, según algunos medios franceses, tienen vínculos con organizaciones que reclutan yihadistas. Uno de ellos al parecer fue condenado por haber combatido en Irak.

Las autoridades siguen buscando a los atacantes con un despliegue con miles de agentes, entre otros lugares, en Reims y Estrasburgo. En Reims, en el este de Francia, fuerzas especiales rodearon un edificio.

El que se entregó estaba inscrito el año pasado en un instituto de secundaria en Reims, precisamente la ciudad donde se desarrolla el amplio dispositivo de seguridad.

Chérif K. fue juzgado en 2005 por formar parte de una célula de envío de yihadistas a Irak que habría reclutado a una decena de jóvenes para ir a combatir a Irak entre 2003 y 2005. Fue condenado entonces a tres años de prisión, la mitad de ellos exentos de cumplimiento.

La redacción del semanario, sorprendida en plena conferencia de redacción, quedó diezmada. Cuatro caricaturistas, Charb, Cabu, Tignous y Wolinski, sumamente conocidos en Francia, figuran entre los muertos, así como dos policías, uno de los cuales rematado a sangre fría cuando estaba herido. El atentado causó asimismo once heridos, cuatro de ellos en estado muy grave.

El presidente Francois Hollande decretó “jornada de duelo nacional” este jueves y tres días de luto, durante los cuales las banderas ondearán a media asta. “Nuestra mejor arma es nuestra unidad. Nada puede dividirnos, nade debe separarnos” declaró Hollande en una alocución especial televisada.

La emoción fue inmensa en todo el país. En París, 35.000 personas acudieron a la céntrica plaza de la República, no lejos de la sede de Charlie Hebdo. Muchos portaban una pegatina negra donde podía leerse “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”, en español), algunos sostenían pancartas, otros empuñaban, mano en alto, bolígrafos o lápices, para expresar su apoyo a la libertad de expresión.

Los manifestantes eran entre 13 mil y 15 mil  en Rennes (noroeste), entre 10 mil y 15 mil en Toulouse (suroeste) y unos 7 mil en Marsella, sureste, según las cifras policiales. Miles de personas se concentraron igualmente en ciudades de toda Europa, como Berlín, Bruselas, Madrid o Londres.

El atentado se produjo hacia las 11.30 hora local, cuando los hombres, encapuchados y con una resuelta actitud que parecía indicar entrenamiento militar, entraron en el edificio sede de Charlie Hebdo a tiros. Luego, al salir, siguieron disparando a los policías que llegaron al lugar de los hechos, matando a uno de ellos a sangre fría.

Un periodista que trabaja en un local ubicado frente al de Charlie Hebdo mencionó que había visto “cuerpos en el suelo, charcos de sangre”, al describir el dantesco escenario del atentado.

Según testigos citados por la policía, los agresores gritaron “¡Hemos vengado al profeta!” y “¡Hemos matado a Charlie Hebdo!”, antes de emprender la huida. Un vecino, Bruno Leveillé, contó a la AFP que oyó “unos 30 disparos durante unos diez minutos”.

Los muertos “son nuestros héroes y es por eso que mañana (jueves) será un día de duelo nacional”, dijo Hollande.

En un vídeo del ataque, filmado por un hombre desde un tejado, se oye a un hombre gritar “¡Alá Akbar!” (Dios es el más grande), entre los disparos.

En noviembre de 2011, la sede del semanario fue destruida por un incendio criminal, calificado de atentado por las autoridades francesas. En 2013, un hombre de 24 años fue condenado a una pena de prisión condicional por haber instado en internet a decapitar al director del periódico después de la publicación de dichas caricaturas de Mahoma en 2006.

El plan de protección antiterrorista fue elevado al nivel de “alerta atentados”, el más alto posible, en toda la región parisina. Se reforzó la protección de los medios de información, las grandes tiendas, los lugares de culto, los establecimientos escolares y el transporte.

Numerosos países europeos celebraron reuniones de urgencia con sus ministros y servicios de seguridad para tomar medidas similares. Fue un “ataque terrorista bárbaro y cobarde”, denunció el Consejo de Seguridad de la ONU. Un ataque “horrendo”, añadió el presidente estadounidense Barack Obama.

El papa Francisco exhortó en un comunicado de condena “a oponerse con todos los medios a la propagación del odio y de toda forma violencia, física y moral”. Irán, Arabia Saudita, Turquía y la Liga Árabe, de mayoría musulmana, condenaron el atentado. Pero, a juicio de un portavoz iraní, esos actos son consecuencia de “las malas políticas y de no medir con el mismo rasero la violencia y el extremismo”.

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