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Fin de una era: en Rosario sólo quedan 500 teléfonos públicos

El fenómeno tuvo su resurrección en los 90, pero por el avance de los celulares y por el vandalismo se cayó. Sólo el 3% se usa con frecuencia.


El avance tecnológico y de las comunicaciones los fue dejando de lado. Ya casi nadie los usa, tienen muy poco mantenimiento y son “víctimas” frecuentes del vandalismo.

Según datos de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) en Rosario, en la ciudad sólo quedan 501 teléfonos públicos. El guarismo está lejos del esplendor que tuvo ese servicio en la década del 90 y viene cayendo año a año. En este 2014 la baja de los aparatos instalados en la calle fue del 25 por ciento en relación a 2013, cuando había 667. En tanto, desde Telecom señalaron que apenas el 3 por ciento de las cabinas son utilizadas con frecuencia.

Según explica el titular de la oficina de la CNC en la ciudad, Iván Durigón, el auge de los teléfonos públicos en Rosario y todo el país comenzó a darse a principio de los 90, con la privatización del servicio.

Las fuentes consultadas señalan que es difícil obtener datos de esa década, pero información más reciente refleja con elocuencia los cambios de época.

Según un trabajo del organismo encargado de controlar a las telefónicas, en 2003, en todo el país, coexistían 7.840.000 de celulares con unos 200.000 teléfonos públicos. Diez años después, en julio de 2013, había 47.100 cabinas en la calle contra 59.763.200 aparatos móviles en servicio. La inversión es asombrosa.

En tanto, Durigón explicó que el dato de los 501 teléfonos públicos que quedan en la ciudad (la baja en relación a 2013 es del 25 por ciento; por entonces había 667) refiere solo a los que se encuentran en la calle y excluye así a los que él denomina semi públicos; los que están en kioskos y comercios.

El funcionario señaló que las cabinas abiertas que aún se utilizan con monedas han ido desapareciendo no solo por el avance de las nuevas tecnologías de la comunicación, sino también por los constantes hechos de vandalismo.

“Esos hace que muchas veces las empresas directamente no los repongan. Las roturas y daños es algo que suele darse mucho en las peatonales”, sostiene.

Precisamente, uno de los corredores donde no quedó ningún aparato público (a pesar de ser el centro donde se registran más líneas) es en la peatonal Córdoba. Con la remodelación del piso que se hizo en el año 2008 se retiraron todos los teléfonos.

El hecho de que sean objeto de vandalismo indiscriminado también provoca que cada vez más los comerciantes y vecinos se opongan a su existencia.

“Con esa obra lo que sucedió es que se corrieron algunos a las calles laterales. En cambio, donde si quedan 6 cabinas públicas es en la otra peatonal, la San Martín. En esa zona tienen cierto resguardo debido a que allí está el Centro Cultural Bernardino Rivadavia con custodia casi permanente. Además, otra características que tienen los aparatos de ese paseo es que el mayor número de llamadas que se registran desde allí es por situaciones de emergencia o a los números gratuitos”, manifiesta Durigón.

Precios congelados

Un hecho que no deja de llamar la atención y que (en teoría) debería habilitar a un mayor uso de los teléfonos callejeros es que pagar con monedas en esos aparatos puede resultar en algunos casos más económico que el celular.

El titular de la CNC en la ciudad recordó que hoy una comunicación cuesta lo mismo que el año 1997, ya que las tarifas no se actualizaron, algo muy diferente a lo que ha venido ocurriendo con los celulares.

Con solo una moneda de 25 centavos todavía es posible hablar durante dos minutos, si es que se encuentra algún teléfono en condiciones. Sin embargo, la comodidad del móvil personal arrasa con todo.

En tanto, este medio también se comunicó con las oficinas de Telecom en Rosario. Desde allí también admitieron que el parque de teléfonos en la vía pública tiene un índice de llamadas casi nulo. Y especificaron que solo es utilizado con frecuencia un 3 por ciento del total de esos aparatos.

“Son mayormente los que se encuentran ubicados en sitios cerrados como terminales de ómnibus y trenes, hospitales, shoppings, aeropuertos y dependencias de gobierno”, explicaron desde la empresa en un comunicado enviado a El Ciudadano.

Finalmente, otro enfoque útil para situar al fenómeno es el nivel de reclamos. Según detalló el titular de la oficina del Defensa al Consumidor local, Alberto Muñoz, ya no se reciben quejas por el mal estado de los aparatos debido (precisamente) a la abrupta caída de la demanda.

“Nosotros directamente no tenemos relevamientos de lo que pasa y hay en Rosario por que no hay denuncias. En algún momento organismos de defensa al consumidor de Buenos Aires hicieron trabajos en torno a índices de reclamos. Pero creo que hace 12 años que se realizó el último”, señaló el dirigente.

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