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Semana clásica

Crivaro sobre el Clásico: “Fenómeno digno de estudio”

El sociólogo nsayó un análisis científico-social y cultural del partido entre Central y Newell's que moviliza pasiones.


Octavio Crivaro, 36 años, sociólogo recibido en la UBA, ensaya un análisis científico, social y cultural del fenómeno que distingue y caracteriza, casi como una marca registrada, al Clásico entre Newell’s y Central. “Yo nunca vi en otras ciudades que se viva un clásico como en Rosario. Y no solamente en la semana previa o en el día del partido, que suelen ser muy efervescentes. Es una pasión y una rivalidad futbolera que trasciende durante todo el año”, evalúa.

Según Crivaro, esa pasión que transmite por sí mismo el Clásico, “se percibe en toda su simbología. A diferencia de otros lugares, en donde la militancia futbolera se encuentra arraigada en sectores más populares, acá es mucho más transversal. Ir a la cancha y vestir símbolos es una costumbre. Hay una explicación irracional para que los rosarinos se vean imbuidos en el Clásico”, sostiene el sociólogo en la entrevista concedida a El Hincha.

—¿Y cuál es esa explicación irracional?

—Hay un aspecto más general. Una hipertrofia en lo futbolístico que es directamente proporcional a los sufrimientos cotidianos. Esos difíciles momentos le otorgan una carga anímica o trascendental a un partido de fútbol. La pasión futbolística también está muy feminizada en la ciudad. Es mucho más transversal en lo que respecta al género. En Rosario, el mundo de la cultura ayudó mucho a que el fútbol se viva así. Por ejemplo, Fontanarrosa es una figura literaria muy valorada más allá de su pertenencia en el fútbol. Lo que genera en la juventud, como filosofa Fontanarrosa, en caso de que alguno de los dos gane un Clásico e influya en distintas generaciones. No hay que ser canalla para leer un cuento de Fontanarrosa. Y no hay que ser leproso para admirar a Messi.

—Hace poco el futbolista uruguayo Diego Forlán dijo: “Todo el mundo tiene problemas y el fútbol termina siendo el psicólogo más barato”.

—El fútbol tiene una parte alienante y otra parte imprescindible. Alienante porque para cualquier laburante que sufre, por más que su equipo gane 6-0 un clásico, no va a dejar de tener un sueldo magro para llegar a fin de mes. El otro aspecto es que ganar un Clásico representa un momento de descarga emotiva y psicológica, que es muy propio. Un aspecto terapéutico en el que el hincha puede sentirse en “su momento”. Es un fenómeno digno para el estudio de la sociología en el deporte.

—¿Se desnaturaliza el Clásico sin hinchas visitantes?

—Sin dudas. Aparte es una medida inútil. El porcentaje de gente que lucra con la violencia en los clubes es una minoría. Esos hinchas siguen generando sus negocios y sus lazos de poder, independientemente de que no ingresen visitantes a las canchas. En vez de atacar las comprobables, enormes y múltiples relaciones entre la mafia del fútbol, en las empresas y en las barrabravas, estigmatizan al hincha como si fuera un sujeto violento por naturaleza. Y se priva a la gente de ver un espectáculo único como asistir a un Clásico.

—Hace tres años intentaron infructuosamente organizar dos amistosos entre Newell’s y Central. Y el empresario organizador expresó que “era más fácil armar un Argentina-Inglaterra en las Malvinas que jugar dos clásicos rosarinos”.

—Se ha contribuido mucho desde las dirigencias para que suceda este fenómeno. Y pongo como ejemplo el caso de la presidencia de (Eduardo) López en Newell’s. Que ganen peso en la toma de decisiones sectores que están involucrados no solamente en el negocio del fútbol, sino también en la venta de estupefacientes. Y eso todavía Newell’s lo está pagando. Desde el punto de vista político e institucional, fue un período que aún tiene repercusiones en el mal sentido. Lo mejor que tuvo Newell’s en estos últimos años fueron los sectores que desinteresadamente, por la mera pertenencia al club, se pusieron al frente de un proceso de transformación institucional del club.

—¿Los hinchas aceptan perder un Clásico o se acostumbraron a canalizar la bronca a través del vandalismo?

—Hablar de la violencia en el fútbol como un fenómeno extendido, es como pensar que dos facciones de la conducción de la Uocra se pueden matar a trompadas y se tendría que prohibir la construcción en la Argentina. La violencia organizada tiene que ver con un sector minoritario, organizado, con lazos con el poder. Las múltiples mayorías tomamos al fútbol como un momento de esparcimiento con un sentido de pertenencia.

—Desde hace décadas está instalado el tabú de que ningún jugador puede pasar de Central a Newell’s y viceversa.

—Es que en los últimos 20 años, el clásico rosarino fue creciendo en intensidad. Sería absurdo pensar al folclore de los jugadores como una incitación a la violencia. Hasta qué punto determinadas actitudes, sobre todo de aquellos vendedores de humo, colaboran con exacerbar una rivalidad que puede llegar a niveles de violencia. Que (Sebastián) Peratta se haya puesto un par de anteojos que le arrojaron desde la tribuna, no me pareció una incitación a la violencia hacia la hinchada de Central.

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