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Robo del Siglo

Fendrich, el hombre que decidió dejar de contar la plata de otros y se hizo rico

El célebre ex tesorero del Banco Nación de Santa Fe murió este miércoles en Cuba a causa de un ACV. Pasó a la historia por cometer un tipo de delito que suele generar el beneplácito del público


El viernes 23 de setiembre de 1994, un oscuro tesorero del Banco Nación de Santa Fe decidió dejar de contar el dinero de otros y hacerse rico. Mario César Fendrich sacó la plata de la bóveda del tesoro. Y además programó para que recién se abriera el día 27. Le daba tiempo para escapar. Lo único que dejó en el lugar fue una nota detallando la cantidad exacta que se había llevado 3.187.000 pesos. Había dejado otros 2 millones, no le interesó llevarse todo. Y huyó con su joven amante. A su mujer sólo le dijo que se iba a pescar. Fendrich murió este miércoles en Cuba, por una ACV. Pero pasó a la historia por cometer ese tipo de crímenes que suelen generar el beneplácito del público. Como aquel narrado en la vieja película francesa Rififí, donde un grupo de ladrones roban una joyería utilizando un paraguas para contener los escombros, todo aquel golpe donde hay ingenio y no se dispara una sola bala genera muchos aplausos.

Cómo es el momento en que un hombre decide arriesgarse, robar y fugar. Qué hay en la cabeza de un tesorero como Mario Fendrich. Su historia inspiró la película Tesoro Mío, un capítulo en el utilitario Sin Condena y otro en botines Botines.

Sólo algunos meses fue rico. Se entregó el 9 de enero de 1995 y dijo que una banda lo había secuestrado y lo había obligado a sacar la plata. Igual lo condenaron a 8 años de prisión por el delito de peculado. Estuvo preso cuatro años, nueve meses y 20 días. Y después siguió viviendo en Santa Fe, pero nunca demostró al menos tener dinero.

Pasó por distintos negocios. En la mayoría le fue mal. Apenas salió de la cárcel trabajó en una parrilla, luego en una fábrica de artesanía de yesos, incluso se vieron fotos en los diarios reparando paredes. Su último negocio fue un local de quinielas, donde solía escribir con tiza en pizarrón los millones que se sorteaban a diario.

Fendrich se entregó en 1995.

 

Su historia después del robo fue la de un santafesino que iba a la cancha a ver a Colón, a pescar al río, y vivía con su mujer y su hijo pequeño en una casa de la capital santafesina.

Qué pasó con el dinero es un secreto que el tesorero se llevó a la tumba. Fendrich llegó al Guinnes por ser el autor del robo individual más grande de la historia. Pero quizás su extremo silencio durante años fue lo que más llamó la atención. La historia que se llevó a la tumba y que nadie contó.

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