Federico Gayoso es el secretario general de Coad, sindicato que nuclea a los docentes universitarios de Rosario. Habló con El Ciudadano de la grave situación económica que atraviesa la UNR, la situación laboral de sus trabajadores, los problemas institucionales y qué reformas necesitan a su entender las casas de estudios de la ciudad.
—¿Qué representa el gobierno de Javier Milei para el conjunto de los trabajadores?
—Representa básicamente las relaciones de poder antiguas y no tanto, representa la transferencia de recursos de los sectores trabajadores a los sectores concentrados de la economía, busca todo el tiempo sacarnos derechos laborales, rebajarnos los salarios, impedirnos el derecho a huelga. Nos quieren precarizar y empobrecer para que la plata se la lleven otros pero a la vez tratan de impedir cualquier tipo de reacción.
—¿Qué representa el gobierno de Maximiliano Pullaro para el conjunto de los trabajadores?
—Es una muestra, así como de tantos otros gobernadores, de que está siendo buen discípulo del gobierno de Javier Milei.
—¿Cómo describirías la situación actual de los docentes universitarios?
—La situación actual de las y los docentes universitarios, que son los afiliados a Coad, es que estamos pasando por un momento malo. Desde que asumió el gobierno de Javier Milei tuvimos la peor caída salarial de los últimos 40 años, esto es desde que recuperamos la democracia nunca tuvimos una caída salarial de esta magnitud ni a esta velocidad. Fue muy rápido, en los primeros tres meses de Milei perdimos el mismo porcentaje de salario que perdimos durante toda la última dictadura militar. Según nuestros estudios, más del 60 por ciento de la docencia universitaria está cobrando salarios de pobreza y esto lleva a varias cosas.
En primer lugar, precariza nuestras propias vidas porque nos cuesta cada vez más llegar a fin de mes, nos obliga a buscar más y nuevos trabajos por fuera de las universidades para poder tener el mismo nivel de vida que antes. Y esto impacta también en la actividad docente, porque hay menos tiempo para preparar algunas cosas.
Además a nosotros se nos evalúa cada cinco años para ver si podemos seguir sosteniendo el cargo que ya tenemos, no es para ascender. Se evalúa qué hiciste en formación, cómo te formaste, qué hiciste en docencia, en investigación y en extensión. Si no es positiva esa evaluación perdés tu cargo y para esto también necesitás tiempo para formarte, para hacer otras actividades y en este contexto el tiempo es cada vez más acotado.
También hay muchos compañeros y compañeras que incluso están renunciando a la universidad, se están yendo a trabajar al sector privado o se están yendo al exterior. Estamos viendo un éxodo de docentes universitarios, concursos que quedan desiertos porque no se presenta nadie. Y es que nadie quiere agarrar una tarea con tanta responsabilidad, que necesita tanta formación y experiencia para ganar un salario de pobreza y no poder llegar a fin de mes.
Y la última línea que afecta, las rebajas salariales, tiene que ver con nuestra salud, porque esto ha llevado a nuestra obra social a una situación crítica. El gobierno de Milei plancha nuestro salario, hace la peor rebaja salarial de los últimos 40 años y por otro lado desregula la economía y hace que todos los insumos médicos estén dolarizados y suban incluso por encima de la inflación, ya sean drogas, laboratorio, prótesis, internaciones. El último mes tuvimos un déficit de 600 millones de pesos en la obra social. Entonces la obra social también se está ajustando, está recortando prestaciones, va aumentando y eso también pone en riesgo nuestra salud.
Todo este combo hace que tengamos que salir a dar una lucha muy dura que en parte es en defensa de nuestras propias vidas, pero también en defensa de la universidad, porque en este marco si esto no se revierte ¿qué universidad podemos proyectar de acá a tres, cuatro o cinco años? Una universidad sin docentes o con docentes con muy poca experiencia, muy poco formados, que en cuanto puedan se van a ir a trabajar de otra cosa. También está habiendo un éxodo estudiantil por la suba de alquileres, de transporte, de alimentos, hay muchas familias que ya no pueden sostener a sus hijos estudiando una carrera universitaria.
Entonces entendemos que si no salimos a pelear con todo lo que tenemos ahora no sabemos qué universidad vamos a tener en cinco años y ni siquiera si va a haber una universidad dentro de cinco años.
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—Además de esto casi no está habiendo ingresos a la planta de la universidad.
— No, siempre se libera un cargo cuando alguien se jubila, pero no se está ampliando. Todo está yendo en el sentido opuesto.
—Una de las principales medidas de fuerza que tiene un trabajador es el paro o la huelga y ahora está bastante denostada porque se demonizó mucho, así como se demonizó a los trabajadores en general, a los del Estado en particular y a los docentes universitarios. ¿Cómo mantienen el diálogo con el resto de la comunidad? ¿sienten que hay un acompañamiento? ¿hay una conversación posible con otros sectores?
—Sí, pero de hecho los paros no son la única medida que fuerza que hacemos. Si bien los paros son herramientas de lucha muy importantes a nosotros no nos gustan los paros para quedarnos en nuestras casas, siempre apostamos a paros activos, de movilización.
Estamos en permanente contacto, no pretendiendo que se sumen a nuestra lucha, sino porque entendemos que son parte fundamental de la lucha. Con los estudiantes de nuestra universidad hemos coordinado un montón de acciones en la calle, de visibilización, dentro de la Facultades y las escuelas; en la carpa docente que instalamos 48 horas los estudiantes son los que se quedaron a pasar la noche con nosotros en la carpa. Ellos estuvieron llevando su propia agenda, sus propias actividades y la agenda conjunta.
Y yo creo que se logró a través de los paros justamente porque a veces sirven para instalar el tema socialmente, si no parece que no hay problemas. Uno puede estar gritando cuál es la problemática que tiene un sector, pero hasta que no hacés una medida de paro concretamente fuerte y dura tal vez no se presta atención.
Creo que a través de los paros se nos escuchó. Hoy todo el mundo sabe cuál es la situación que está atravesando la universidad, aunque después decida acompañarla o no, pero nadie es ajeno a la situación crítica que estamos atravesando las universidades y los trabajadores.
Nosotros lo reivindicamos como una una herramienta fundamental que tenemos los trabajadores en ese desequilibrio de poder entre las partes, sobre todo en el privado, entre la parte empresarial o dueña de los medios de producción y los trabajadores, entre ese desequilibrio aparece la organización de los trabajadores para equilibrar la ecuación, como son los sindicatos y las medidas de fuerza que pueden llevar adelante.
—¿Cuántos trabajadores hay agremiados?
—Agremiados hay aproximadamente entre 4.500 y 4.600. En la universidad hay un total de 7.300 docentes. Tenemos la tasa de afiliación más alta de sindicatos de docentes universitarios de todo el país. En ningún lado son compulsivas las afiliaciones. Cada docente que se quiere afiliar tiene que venir al sindicato o alcanzar a un delegado, completar una ficha y tiene que hacerlo voluntariamente. Tenemos la tasa de afiliación más alta del país.
—¿Apuestan a aumentar esa tasa?
—Siempre estamos en planes de hacer campaña de afiliación, entendemos que para que exista un sindicato y que sea fuerte, cuanto más afiliados haya más cerca estamos de ese ideal, no sólo por la participación, sino por una cuestión concreta de con qué recursos cuenta un sindicato. En la marcha de abril llevamos 18 colectivos a Buenos Aires, fueron 30 millones de pesos. O sea la plata de un sindicato se usa para la lucha.
Por otro lado, nuestro sindicato viene creciendo desde 2007. Cuando lo recuperamos había una afiliación muy baja y año tras año de a poco va aumentando. No ha parado de crecer nunca la afiliación al sindicato hasta los valores que tenemos hoy y sigue creciendo todos los días. Creo que en un contexto completamente adverso, con un gobierno que le ha declarado la guerra a los trabajadores y a todo lo público, también me parece que es fundamental que las organizaciones de los trabajadores sean fuertes.
—Y más allá está la cuestión urgente y fundamental de los salarios y el financiamiento de las universidades que es la base de todo, ¿qué te parece que necesita la Universidad Nacional de Rosario en particular? ¿Qué tareas quedaron pendientes? Además, venimos de una pandemia y ahí se habló mucho sobre la modernización o la incorporación ¿cómo resultó todo ese proceso?
—El proceso de la pandemia fue bastante caótico. Se nos imponía a pasar a la virtualidad sin ninguna garantía de nada, no tuvimos ninguna ayuda económica para solventar los nuevos gastos tecnológicos ni de nuestra Universidad. De Nación hubo simplemente un crédito para comprar computadoras. Como que en la pandemia empezamos a prestar un poco más de atención sobre las condiciones en las que trabajamos, en los edificios, las condiciones edilicias. Parecía que antes de la pandemia nadie prestaba atención sobre si un lugar estaba ventilado o no y en todas las recorridas que hicimos durante la pandemia cuando se habilitaba la presencialidad empezamos a ver que en esos lugares no se podría haber trabajado ni sin pandemia realmente.
Hay laboratorios donde por ahí hay vapores que necesitaban mejor ventilación, lo mismo para la época invernal tiene que haber ventilación porque más allá del covid que en ese momento podía ser mortal hay un montón de otras enfermedades, hay espacios de mucho hacinamiento con unos bancos que no permiten estar sentados más de un rato, la luz es insuficiente, las condiciones acústicas son malas, hay docentes que tienen problemas en las cuerdas vocales porque terminan gritando en una comisión de 120 estudiantes.
Entonces entendemos que, diametralmente opuesto a lo que está planteando este gobierno, por ejemplo, la relación docente-alumno tiene que ser menor también, no se puede trabajar con 150 estudiantes. Desde lo académico y desde una cuestión de salud.
Y después hay muchas cosas que nosotros en esta defensa férrea que estamos haciendo de la Universidad uno por ahí tiende a idealizarla: “No toquen esto que es lo mejor del mundo”. Y no, la universidad tiene muchos problemas.
—¿Cómo cuáles?
—Nosotros siempre decimos que la defendemos para transformarla, no porque estemos cómodos con cómo es la Universidad hoy. Entendemos que falta una política de ingreso más clara, cuando hay una vacante definitiva tiene que haber concurso y eso es indiscutible. Estamos en contra de los nombramientos o esto que muchas veces está como ya instalado en la comunidad, que la manera de ingresar a trabajar a la universidad es trabajar tantos años gratuitamente para ver si después te dan, entre 80 comillas, un cargo.
Si hay una vacante definitiva tiene que haber un concurso, no estoy inventando nada, esto lo dice el estatuto de la universidad, lo dice nuestro convenio colectivo de trabajo y realmente los concursos se dan a cuentagotas en las unidades académicas, en las facultades, en las escuelas.
Hay lugares donde hay más, otros donde hay menos, pero como norma general hay pocos concursos. O sea las reglas de ingreso tienen que ser claras para todo el mundo, para el que ya trabaja dentro de la universidad y para el que quiere ingresar. Eso por un lado, lo mismo las promociones y ascensos, tiene que ser mucho más claro o quizás ya es claro tal vez lo que se tiene que hacer cumplir. Estamos permanentemente atendiendo esa problemática acá.
—¿Qué proyectos tienen con tu gestión, dentro del sindicato, que están haciendo más allá de los reclamos salariales?
—En realidad no es mi gestión, esto es un colectivo, somos un montón de compañeros trabajando acá. En este momento hay una reunión del área de género, mujeres y diversidad y así es permanentemente.
Nuestra agrupación, al frente del sindicato desde 2007, es la continuidad de todas estas políticas. Al margen de lo que es fundamental nuestra tarea es la defensa del salario y de las condiciones de trabajo, generar condiciones de trabajo en el más amplio sentido. Entendiéndolo desde lo que hablamos antes de condiciones edilicias en tu lugar de trabajo, que frente al maltrato o acoso esté organización, de que los reglamentos se cumplan y haya acceso y permanencia en la docencia, en las jubilaciones estamos permanentemente trabajando, aportando reglamentaciones en la construcción de nuevos reglamentos, del convenio colectivo de trabajo que es relativamente nuevo porque es del 2015 y además mantenemos un vínculo permanente con la sociedad.
No sólo con otros sindicatos, que lo hacemos todo el tiempo, pero estamos juntándonos con organizaciones sociales. En este momento puntualmente el tema del hambre es uno de los mayores problemas que tiene nuestra sociedad, es la peor cara de la crisis. Estamos colaborando con comedores y merenderos, con recursos y con laburo. En todas las últimas actividades hicimos a la par ollas populares para que cualquiera que anduviera cerca de la actividad de Coad viniera y se llevara un plato de comida caliente ese día.
—También hacen actividades acá en el sindicato
—En el gremio tenemos un montón de actividades, hay talleres que son gratuitos para los afiliados y si hay cupos son abiertos a la comunidad aunque ahí tienen que pagar. Hay talleres de arte, de música, de yoga, de gimnasia y para todas las edades.
También, como se nos evalúa cada cinco años para ver si seguimos el cargo, hay varias propuestas desde el gremio y hacemos cursos de capacitación gratuita para que algunos puedan ir a formarse porque a veces el problema de la formación es lo que sale. Permanentemente hay cursos y se organizan viajes culturales.
Finalmente buscamos hacer convenios con comercios para que a nuestros afiliados les sea más barato acceder a algunos productos, hay convenios con cooperativas.
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