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Fe y esperanza en un mundo mejor

Por Pilar Aldao / Enviada Especial. El primer encuentro del Papa Francisco con los jóvenes resultó un éxito rotundo, a pesar de los múltiples inconvenientes que surgieron, pero que no lograron amedrentar a la juventud católica.

En estos días hizo un frío totalmente inusual en Río de Janeiro, donde es muy raro encontrar una ducha caliente. A esto se le sumó una llovizna persistente que por momentos se convirtió en fuertes chubascos. Fue tal la lluvia que se embarró por completo el terreno donde estaba prevista la Vigilia y la Misa de clausura del Papa con los jóvenes, los dos eventos más esperados de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

El clima obligó a los organizadores a cambiar la ubicación de la Vigilia. Se decidió hacerla en la playa de Copacabana, lo que implicó un increíble cambio de logística.

Mover a tres millones de personas no supone tarea fácil. Pero los organizadores obtuvieron buena respuesta de parte de los jóvenes que se adaptaron rápidamente al cambio y asistieron entusiastas a la Vigilia y a la Misa con la que concluyó hoy la JMJ.

Si bien Río de Janeiro estaba invadida por jóvenes de todo el mundo, el sábado la ciudad desbordó. Cientos de miles de fieles arribaron desde los distintos puntos de Brasil para participar de las dos últimas actividades que encabezaría Francisco en esta JMJ: la VIgilia y la Misa de envío.

Las fuerzas policiales, los barrenderos, los agentes de tránsito y los municipales se multiplicaron para encauzar a la multitud. Además miles de voluntarios se colocaron en el subte y en todas las esquinas para indicar como llegar a la playa.

La costa de Copacabana, que se extiende a lo largo de 3,2 kilómetros sobre el Océano Atlántico, estaba repleta de gente, al igual que las calles adyacentes y la avenida Atlántida. Frente a este panorama cabe preguntarse ¿Qué busca esta gente? Por qué recorrieron miles y miles de kilómetros para sentarse en esta playa sin ninguna comodidad, dispuestos al frío, al calor y la lluvia? ¿Sólo para estar con el Papa? y ¿Quién es este hombre que atrae a multitudes y convoca a tres millones de jóvenes que no provocaron ningún disturbio, ni necesitaron alcohol o marihuana para divertirse? Más que una estrella de rock el Papa demostró un carisma excepcional con los jóvenes.

Los chicos dicen que vinieron por una cuestión de fe. Fe en que el Papa les hablaría de parte de Cristo, ya que es su representante en la tierra. Fe por ver la iglesia joven y viva. Fe en el futuro y Fe en un mundo mejor.

Sobran informes que hablan de cómo la iglesia católica pierde fieles, datos que contrastaron fuertemente con los 3 millones de jóvenes en Copacabana.

Se amucharon en la playa, soportaron el frío de la madrugada frente al mar para poder estar en la misa de clausura. Los jóvenes no se quejaron, al contrario el clima fue festivo, alegre, con mucho ritmo, pero pasada la medianoche se apagaron las pantallas gigantes, siguieron cantando algunos grupos y al poco tiempo la playa fue todo silencio. Todos dormían, agotados por haber vivido días de intensa emoción.

Los chicos y las chicas aplaudieron a rabiar a Francisco. Y el Papa habló con claridad, sobre todo para los argentinos que ante cada modismo local que utilizaba el Papa aplaudían muy fuertes. Fue exigente: “cuento con ustedes para reparar la Iglesia” y por dónde tenemos que empezar? “Por vos y por mí” enfatizó y su voz retumbó a lo largo de los kilómetros de playa donde no cabía un alfiler.  En varias oportunidades interpeló a los asistentes y ante el sí multitudinario pidió que no olvidaran el compromiso que acababan de tomar con él.

La calidez y el ritmo de Brasil le dieron un tinte particular a esta JMJ. Los brasileros, siempre alegres y festivos, no se cansaron de decir “Bienvenidos” a todos los que llegaban. El Papa también lo reconoció y lo agradeció públicamente. A lo largo de la playa llamaban la atención banderas de países muy lejanos, como por ejemplo Angola de donde viajaron unos 30 peregrinos con un cartel enorme donde se leía: “Angola ama al Papa Francisco”.

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