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Fatal cóctel de celos y alcohol

La Justicia procesó a un hombre de 32 años por el homicidio de Luis Pazos, un vidriero con el que estuvo cenando la noche del 20 de febrero pasado, quien falleció tras recibir más de 30 puñaladas.

Un hombre de 32 años fue procesado por el asesinato de un vidriero de 30 oriundo de Santiago del Estero, quien falleció en el interior de su casa ubicada a metros del viaducto Avellaneda, luego de recibir más de 30 puñaladas. El homicidio ocurrió el 21 de febrero pasado en una vivienda del barrio Ludueña Norte y un día después fue detenido Emilio F. en la zona sur de la ciudad. Una huella de zapatilla en la escena del crimen guió a los pesquisas directo al sospechoso, quien reconoció ser el autor del homicidio. Los desafortunados “piropos” que la víctima había dirigido hacia la ex mujer del acusado habrían sido la causa que originó la pelea fatal, según las propias palabras del sindicado autor del homicidio.

El cuerpo sin vida de Luis Pazos alias Chavo, fue hallado el domingo 21 de febrero en el interior de su domicilio de Harding al 1000 por una prima de la víctima a quien le llamó la atención que uno de los vidrios de entrada se encontraba roto. Pero, tras forcejear la puerta de ingreso, la mujer no tardó en divisar el cadáver de su primo en medio de un charco de sangre.

El reloj marcaba las 9 del domingo, y según las pericias hechas al cuerpo de Chavo, cuando lo hallaron llevaba más de diez horas sin vida, es decir que el crimen se había perpetrado la noche del sábado, indicaron en su momento fuentes del caso.

Un día después la Policía detuvo en una precaria vivienda de Alem al 4000 a Emilio F., un empleado de una fábrica de plásticos de la zona sur, quien más tarde reconoció en un interrogatorio policial ser el autor material del hecho.

Emilio, quien fue procesado por el delito de homicidio simple y hurto, se había separado de su mujer dos semanas antes del crimen.

Ese mal trago se hizo más amargo cuando supo que el vidriero había “piropeado” a su ex, y la bronca creció aún más con el exceso de bebidas alcohólicas que acompañaron la cena del sábado y la sobremesa.

Quizás eso explique el grado de violencia con el que fue asesinado Pazos: recibió entre 33 y 35 puñaladas, algunas de ellas propinadas después de muerto.

La pista de la estrella

En la casa de Harding al 1000, los investigadores divisaron una pisada ensangrentada que en el talón tenía la forma de una peculiar estrella. La marca de la zapatilla sirvió para dar con el sospechoso en una vivienda de Alem al 4000, lugar donde también fue hallado el calzado, guardado en un ropero, agregaron las fuentes.

El principal sospechoso asumió en sede policial la autoría del hecho y además el robo de una billetera que se llevó para pagar el taxi de regreso a su casa.

También dijo que la muerte de Pazos fue el desenlace de una fuerte discusión que mantuvieron por toda la casa y que había sido originada por sus celos ante los cortejos que su rival había dirigido a su mujer, de quien se había distanciado hacía pocos días.

En relación a la pelea, cuando el acusado fue detenido por los uniformados presentaba dos heridas en los dedos de las manos.

La víctima también había sido abandonada por su esposa pocos días antes de que encontrara la muerte. Esa separación quedó registrada en la comisaría 8ª, donde la mujer dejó asentado que se iba a ir de su domicilio junto a sus dos hijos de 5 y 8 años, y en una posterior presentación informó el hecho y el retiro de sus pertenencias.

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