Asociativismo

La oscuridad y la lucha

Fantasmas de los tiempos de la dictadura reclaman el hotel Bauen

La historia detrás de una propiedad que un comprador no terminó de pagar y el vendedor no le devolvió lo que había puesto. La recuperación y la desesperanza en tiempos actuales


Por Guillermo Berasategui  (*) 

Mercoteles SA, la empresa que reclama la propiedad del Hotel Bauen, recuperado por sus trabajadores y explotado en forma cooperativa desde hace 16 años, nació como una empresa fantasma. El Hotel Bauen SA se construyó para el Mundial de Fútbol Argentina 1978 con un crédito blando otorgado por la dictadura militar, a través del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), a Marcelo Iurcovich, un empresario con fluidos contactos con la Armada. El hotel se edificó en tiempo récord, pero el crédito nunca fue pagado.

En el medio, Bauen SA presentó balances y documentación falsa para cobrar los certificados de construcción. Como si fuera poco, Marcelo Iurcovich tenía un vicio: cambiar el nombre de su firma para que los empleados perdieran derechos y beneficios sociales, lo que originó una amplia red de empresas fantasma que, entre otras cosas, lo ayudaron a evadir.

También acumuló una voluminosa deuda con el Estado porteño en concepto de ABL. En 1997 anunció la venta del hotel al grupo chileno Solari SA, en una operación cuanto menos dudosa. Cuatro años más tarde Solari presentó la quiebra: Iurcovich volvió a tener la propiedadd. Sorpresivamente, en 2004 la familia anunció que había vendido la propiedad a Mercoteles SA.

Si la Justicia se hubiese encargado de investigar correctamente habría encontrado, sin demasiada dificultad, que entre Bauen SA y Mercoteles SA hay un íntimo hilo conductor: los mismos personajes que figuraron sucesivamente en los más altos puestos de Mercoteles SA son familiares de Marcelo Iurcovich o aparecen alternativamente como directivos o apoderados en las dos empresas. Es decir, las dos firmas tienen los mismos dueños.

Además, como si estas pruebas no fueran suficientes, el actual presidente de Mercoteles SA, Hugo Iurcovich, es el hijo y sucesor de Marcelo Iurcovich. Hugo, heredero de Bauen SA, es el presidente de la empresa que reclama la propiedad del Hotel Bauen.

Mercoteles SA se constituyó como sociedad el 20 de junio de 2001 con un capital de $25.000 y cinco días después compró el Bauen, valuado en 1.200 veces su capital. Resulta evidente el desfasaje entre el capital inicial y la supuesta operación. Esta venta recién fue anunciada el 10 de diciembre de 2004, cuando los trabajadores ya hacía rato que habían recuperado y puesto en marcha el hotel. En el acta constitutiva de Mercoteles SA, los inversionistas que aportaron el capital de la empresa son: Marcelo Hilario Gardella, presidente, y Juan Carlos Hernández, director suplente. Ambos tienen problemas tanto en la Justicia argentina como en la uruguaya, donde se los investiga por evasión fiscal y lavado de dinero.

Durante el gobierno de Fernando de la Rúa, el Ministerio de Economía, a cargo de José Luis Machinea, implementó un plan de facilidades de pago mediante la Resolución Nº 831 del año 2000, por el cual se aprobó un plan de regularización de morosos para los deudores del ex Banade, a cuya moratoria no se acogió la empresa Bauen SA.

Asimismo, el 22 de febrero de 2001, también bajo el gobierno de Fernando de la Rúa, la Justicia decretó la quiebra de la empresa Solari SA, que hasta ese momento administraba el hotel.

Solari SA había comenzado a comprar el inmueble del Hotel Bauen, en una operación por lo menos dudosa (adquirió un edificio hipotecado, le dieron la posesión con solo el 10% del anticipo, cuando lo normal es del 25 al 30%) y para ello suscribió un boleto de compraventa frustrado: sólo pagó algunas cuotas a Iurcovich, quien reclamó ante el juez la nulidad del contrato.

Tras la quiebra, Iurcovich ofreció devolver los cuatro millones de dólares recibidos (de los 12 millones de dólares que cotizaba el total de la venta) a cambio de que la Justicia le restituyera el inmueble. El juez accedió al pedido, pero Iurcovich nunca pagó. Así las cosas, legalmente la propiedad no es de nadie: el que la compró no terminó de pagarla y el que la vendió no restituyó nunca lo cobrado al fondo de la quiebra.

 

(*) Federación de Cooperativas de  Trabajo de la República Argentina

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