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En Lavardén, Fandermole anticipa “Fander”

Antes de presentarse en Buenos Aires, Jorge Fandermole cerrará el Club de Verano de Plataforma Lavardén, donde este sábado adelantará algunas canciones de su nuevo disco, el  doble que contiene inéditos y temas de sus primeras ediciones.


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A nueve años de su anterior álbum, el cantautor Jorge Fandermole presenta un registro doble que reúne 13 canciones inéditas con otras 11 seleccionadas de sus cuatro primeros e inconseguibles discos y así plasma en Fander toda la dimensión de una estatura artística imprescindible para la canción argentina.
El músico será la gran figura del sábado en el cierre del Club de Verano, a partir de las 22, en la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), donde se presentará junto a Marcelo Stenta (guitarra) y Fernando Silva (bajo y violoncello), quienes participaron de la grabación del disco que saldrá a la venta la semana próxima y tendrá su presentación porteña el sábado 7 de junio, a las 21, en el Teatro Coliseo.
Así, sin importar ni el calendario ni los pergaminos, el artista nacido en Pueblo Andino (Santa Fe) pero integrado desde mediados de los 80 a la denominada Trova Rosarina aglutinada tras la voz de Juan Carlos Baglietto, vuelve a bateas después de Pequeños mundos para volcar con naturalidad dos repertorios que, aun en sus diferencias, constituyen un fantástico cuerpo de canciones.
El nuevo, reunido en el disco I, tiene un carácter más folclórico, mientras que el segundo volumen amplía la sonoridad propuesta a través de piezas conocidas (como “Río marrón” e “Imagen de pueblo”) que se visten con rítmicas que miran hacia Latinoamérica.
Pero tanto en uno como en otro caso, Fander continúa construyendo un camino preciso por el que transitan obras capaces de conciliar hondura y belleza.
La pluma y la respiración musical del artista cuenta con los aportes de los referidos Marcelo Stenta en guitarra y Fernando Silva en bajo, contrabajo y violoncello (sus dos habituales laderos en vivo), a los que se suman Carlos “Negro” Aguirre en piano, Juancho Perone y José Piccioni en percusión y Julio Ramírez en acordeón. El notable elenco añade, además, las voces de Julián Venegas y Lucas Heredia, la flauta de Luis Barbiero, la participación de Carlos Pino y los instrumentos digitales disparados por Iván Tarabelli.

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La primera placa se inaugura con “Alunados”, un tema que debe incluirse en cualquier antología musical lunera, que repta como una “Yarará” y advierte sobre una “Mala hora”.
Tras ese trío de canciones, un ritmo rioplatense aflora en “Aquí está la marcha” y deriva en una potente chamarrita (“Chamarrón de proa”). El terceto de los escenarios tiene un único pasaje con el tributo a la dupla Quintero-Monti en la hermosa “La Luna y Juan” y enseguida irrumpe una sentida celebración de la lengua en “Hispano”.
La comunión de Jorge Fandermole con Raúl Carnota (a quien además homenajea en el estupendo “Corazón de bombisto” que compuso con Stenta) se potencia en “La Luminosa” y el Litoral crece por el “Agua dulce” en el que recuerda a tres ilustres ausentes y referentes de ese territorio musical como Chacho Muller, Aníbal Sampayo y Miguel “Zurdo” Martínez.
Otra gema de raíz folclórica sigue los pasos de “La Rosa Díaz”, hay un remanso de canción con el “Cantar del viento” y el material se remata con un nuevo apunte litoraleño en “El viejo y el río”.
La vista a su pasado que, sin embargo, luce una lozanía que remite a la entidad de una obra alejada de los efectismos y las modas, se nutre de seleccionadas piezas de sus cuatro primeros trabajos, todos ellos realizados en la década del 80: Pájaros de fin de invierno (1983), Tierra, sangre y agua (1985), Primer toque (1988) y Mitologías (1989).
Del primero de ellos, recupera los notables “Tema del vino”, “Zamba de lo perdido” y “Río marrón”, este último sabiamente elegido para abrir el disco, mientras que de Tierra, sangre y agua elige “Canción de navegantes” e “Imagen de pueblo”.
A la hora de asomarse a Primer toque (material que entonces compartió con Lucho González y sus compinches Perone y Tarabelli), aparecen “Carcará”, “Coplas para la tejedora”, “Vidala de las estrellas” y “Puerto pirata”.
Pero es en “Lía”, que en Mitologías fue titulada como “Canción de amor de las bestias”, donde el magnífico relato sobre una gesta amorosa animal se potencia gracias a los arreglos que ideó junto con Aguirre, Silva y Piccioni.

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