Ciudad

Verano intenso

Expertos advierten un verano caluroso y sugieren precaución ante las altas temperaturas

El cambio climático y el fenómeno de las islas de calor, generado por la concentración de hormigón en las ciudades, anticipa altas temperaturas para los próximos meses con la llegada de precipitaciones a partir de marzo. “Hemos cambiado el clima”, dijo un especialista

Foto: Franco Trovato Fuoco

Las altas temperaturas que azotan la ciudad desde mediados de noviembre y los distintos alertas anunciados desde el Servicio Meteorológico Nacional anticipan un verano caluroso en Rosario. Expertos hablan de cambio climático y explican el fenómeno de las islas de calor que se origina en las grandes ciudades a causa de la concentración de cemento y hormigón, y la falta de espacios verdes que puedan contrarrestarlo. 

“Veníamos de tres años del fenómeno de La Niña que genera temperaturas más frescas y menor cantidad de humedad, pero estamos yendo al Niño que implica mayor cantidad de calor y humedad. Se estima un aumento en las precipitaciones con posibilidad de inundaciones a partir de mitad del año”, dijo a El Ciudadano, Matías De Bueno, titular del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario quien estimó un verano muy caluroso, con precipitaciones a partir de marzo. 

Para el especialista, el aumento de temperatura se genera, por un lado, por el calentamiento global que provoca una atmósfera más densa, retiene energía solar y aumenta la temperatura, sumado al fenómeno de las islas de calor, provocado por un descenso de la cantidad de zonas verdes y un aumento de las zonas con cemento. “Esto genera que haya distintas temperaturas entre las afueras y el interior de las ciudades, con hasta 2 grados de diferencia dentro de las ciudades según la cantidad de cemento. Tenemos construcciones antiquísimas que no absorben el calor, hay mucho rebote y lugares con edificios de altura que no permiten que la energía circule. A esto se suma la gran cantidad de aires acondicionados funcionando que generan calor intrínseco y aumentan el consumo energético”, señaló De Bueno. 

Por eso, desde el Observatorio de la UNR fomentan las construcciones que puedan absorber temperaturas, con mayor cantidad de espacios verdes y plantación de árboles. “Las diferencias de temperaturas entre el cemento y los espacios verdes son casi del doble. Registramos, en mediciones no oficiales, 55 grados en el asfalto y menos 30 en lugares con sombras”, mencionó De Bueno y recordó el Programa Arbolar que impulsan desde la UNR con el objetivo de alcanzar el millón de árboles plantados para 2030. “Entregamos 4.500 árboles y apostamos al fortalecimiento de viveros de la UNR para entregar 5 mil árboles al año. Buscamos generar terrazas verdes, balcones con mayor cantidad de plantas para tener una mayor absorción de temperatura”, agregó.

Desde el Observatorio sugieren mantener la atención a los alertas del servicio meteorológico: “La ciudadanía va a tener que concientizarse y prestarle atención a los fenómenos climáticos para protegerse. Las zonas de calor demandan un mayor consumo energético con posibles cortes de energía. Además en el mundo cada vez hay más cantidad de muertes por altas temperaturas”. 

De Bueno recordó que desde hace 20 años los veranos son cada vez más calurosos y en los últimos 5 se registró un aumento más importante de temperatura. A su vez, destacó la poca duración de los inviernos con mayor cantidad de meses con temperaturas elevadas y menor tiempo de frío pero con temperaturas extremas. 

Para el especialista, los desmontes en distintos lugares del planeta y, en particular, los incendios provocados en las islas del Delta colaboran con el cambio climático y el calentamiento global. “Si bien el fuego no es la principal causa del aumento de la temperatura, colabora a generarla. La quema de Humedales no influye de manera inmediata, pero la vegetación ayuda a mantener la temperatura y generar oxígeno. Los Humedales son los sumideros de carbono, es decir, absorben más carbono del que expulsan y, por lo tanto, reducen su cantidad en la atmósfera. A nivel mundial se intenta no superar los 1.5 o 2 grados de calentamiento, emitir menos dióxido, generar sumideros donde se pueda atrapar ese carbono, y políticas de adaptación que fomenten una menor cantidad de emisiones y mayor generación de energía solar o eólica”, explicó.

“Si queremos lograr un cambio y una sostenibilidad ambiental debemos transformar la conciencia individual, impulsar acciones colectivas y definiciones políticas institucionales para avanzar en políticas públicas ambientales”, cerró.

La mano del hombre

Para el ingeniero agrónomo, especialista en agroclimatología y climatología urbana, Luis Blotta, las altas temperaturas pueden entenderse analizando la historia climatológica y ambiental.

“El clima de la región se divide en dos subclimas o hemiciclos: cada ciclo tiene unos 100 años de duración. En el Siglo XX, entre 1920 y 1970, discurrió un hemiciclo seco y desde 1970 hasta el 2020 el hemiciclo húmedo donde prevalece una temperatura más moderada”, explicó.

Según Blotta, desde 1970 Rosario no había alcanzado los 40° hasta enero de 2022: “La máxima encontrada en Rosario fue de 42.4° el 21 de enero de 1943. Entre 1920 y 1970 hubo temperaturas nocturnas superiores a los 30 grados. Desde 1970 no se registraron 30 grados nocturnos en Rosario”. 

El especialista explicó que las temperaturas dependen del movimiento de vientos y océanos. “Los fenómenos son para disipar la energía que llega del sol que son 2 calorías por centímetro cuadrado. La tierra lo resolvió con movimientos de vientos y temperaturas del agua. Los océanos son el 74 por ciento del planeta, por eso el clima de cualquier región está configurado por los océanos. En invierno las configuraciones de presión están preparadas para abrir los vientos del sur. Desde el norte está abierto para que venga viento para el centro de Argentina. Si a Rosario le impidiera el movimiento de vientos, las temperaturas de invierno y verano tendrían una configuración más suave y con la influencia del sol nunca tendríamos menos de 2 grados bajo cero ni más de 36 grados”, señaló.

Blotta destacó el fenómeno de la llamada isla de calor y habló de una subtropicalización de Rosario. “La construcción en altura y la acumulación de hormigón nos fabricó un clima artificial. El Concejo municipal prohibió la construcción en los centros de manzana salvo que sean estacionamientos, que también están hechos de cemento. El permiso para subir la altura de los edificios modifica los movimientos de aire que, a su vez, limpian las localidades de la contaminación. Hay que lograr techos verdes y cerrar las calles con arbolado. Desde 1970 las heladas no pudieron ingresar al microcentro de la ciudad. Hemos cambiado el clima”, concluyó. 

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