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Existir, resistir y unirse: los desafíos del sindicalismo brasilero

La unidad, expresada en las calles, también refleja un desafío para el movimiento sindical desde el gobierno de Michel Temer: sobrevivir a los ataques del Poder Ejecutivo y detener los retrocesos en el mundo laboral


Rafael Tatemoto / Agencia Timón

Todas las centrales sindicales brasileñas se unieron este 1° de mayo, Día Internacional de Lucha de los Trabajadores y Trabajadoras, para protestar contra la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) nº 6/2019, que establece las bases de la Reforma previsional del gobierno de Bolsonaro. Un fenómeno inédito en la sociedad brasileña post democratización.

La unidad, expresada en las calles, también refleja un desafío para el movimiento sindical desde el gobierno de Michel Temer: sobrevivir a los ataques del Poder Ejecutivo y detener los retrocesos en el mundo laboral.

Formado a fines del siglo XXI, acompañando la industrialización del país, el sindicalismo tuvo diferentes fases a lo largo de la historia brasileña: el anarco-sindicalismo durante la República Vieja (1889-1930), la Era Vargas (1930-1945), la resistencia contra la dictadura militar y el nuevo sindicalismo durante la redemocratización del país. Entre las conquistas sindicales, están derechos constitucionales como el salario mínimo, el 13º salario y vacaciones remuneradas.

Los obstáculos que hoy enfrentan los sindicatos pueden provocar, a medio plazo, una transición hacia una nueva fase del sindicalismo en Brasil, como analiza João Guilherme de Vargas Netto, consultor de entidades sindicales. Para él, hay “tres elementos negativos” que presionan la actividad sindical en este momento: “La recesión económica, la cruel legislación laboral de Temer y las medidas del bolsonarismo”.

La primera, que provocó la caída económica hasta el 12,7%, dificulta la capacidad de los sindicatos de movilizar a sus bases en defensa de la ampliación o manutención de sus derechos. La  representación sindical se vio debilitada por la reforma laboral  mientras que Jair Bolsonaro, a través de Medidas Previsionales, ha intensificado los ataques, intentando hacer inviable la sustentabilidad financiera de las entidades.

Los sindicatos ya habían perdido la mayor parte de sus ingresos después de que la contribución sindical se volvió facultativa a partir de una ley creada por Michel Temer. Ahora, en uno de los ataques más recientes  y graves hasta el momento, el gobierno de Bolsonaro emitió una orden ejecutiva durante el Carnaval para cambiar la forma de pago de las cuotas sindicales; el pago no podrá ser deducido del salario de los trabajadores, sino a través de una boleta de pago individual en diversas entidades, entre ellas, el Ministerio Público del Trabajo (MPT) y el Orden los Abogados de Brasil (OAB).

Vargas Netto sostiene que “el antídoto para las agresiones actuales y futuros” es hacer de la presencia de los sindicatos un elemento cada vez más tangible en la vida cotidiana de los trabajadores.

“Hay que agrupar, reagrupar, aplicar los tres verbos: existir, resistir y unirse. Es muy importante que la unidad alcanzada, el primero de mayo, se arraigue en las bases. El movimiento sindical tiene que estar presente en el lugar de trabajo, estar presente efectivamente en su día a día”, analiza.

Ejemplo positivo

El Sindicato de Metalúrgicos de Sorocaba, un municipio del estado de São Paulo, tiene una gran adhesión, por encima del 40%, mientras que el promedio nacional es de un 15%. La organización ha asumido el reto propuesto por el consultor y no sólo está promoviendo actividades en el lugar de trabajo, sino también en la comunidad.

El secretario de organización del sindicato, Izidio de Brito, dice que los tres elementos que señala Vargas Netto fueron “planificados” para promover un modelo de superexplotación cuyo objetivo es “reducir los derechos y limitar las entidades que luchan por ellos”.

En la ciudad de Sorocaba, dice Brito, el sindicato ha estado trabajando con el concepto de “Sindicato Ciudadano” desde hace dos décadas. En este sentido, invierte en áreas como la alimentación sana, a través de la creación de un banco de alimentos que son distribuidos en otras entidades, además de apostar por la promoción de una agenda ambiental, con un proyecto de recolección selectiva.

“El papel de los sindicatos extrapola la cuestión corporativa de las categorías. Si no se sigue ese camino, no vamos a representar a nadie. Necesitamos hablar sobre la nueva realidad productiva, que tiene un nuevo perfil de trabajadores”, añade Brito, que además agrega que se debe tener un enfoque específico para los desempleados, y ésta es la razón por la cual ofrecen cursos de capacitación y recalificación profesional no sólo para miembros del sindicato, sino también para personas en general.

El secretario también defiende que el movimiento sindical debe asimilar las demandas de segmentos específicos de la sociedad que se “entrecruzan” con los problemas de clase. “Cuando se habla sobre democracia, hay que hablar sobre las diferencias. Sobre lo que las mujeres sufren en el mercado laboral. Las personas negras, las personas con discapacidad. Pienso que hay muchos avances en las convenciones colectivas de trabajo, pero hay que hablar más, debatir más”, concluye.

La renovación generacional, sin perder la conciencia sobre las conquistas pasadas, es otra fórmula que funciona. En el sindicato de Sorocaba, tres de los principales cargos directivos –presidente, secretario general y tesorero–  son de trabajadores que tienen menos de 40 años.

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