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Este año hicieron el cruce del Paraná 1.650 nadadores

Por Laura Hintze.- Es un desafío que cada vez tiene más adeptos, al compás de la apropiación del río y más piletas cubiertas.

Desde los últimos fines de semana de octubre hasta el 1º de diciembre, 1.650 personas se atrevieron a cruzar el Paraná en lancha y volver nadando. El famoso Cruce del Río es una actividad ya característica de la ciudad, un evento tan colectivo como individual que crece año tras año. El boom de la natación, la instalación de cada vez más piletas climatizadas en toda la ciudad (ya llegan a cuarenta) y la apertura de Rosario al ancho Paraná son los principales factores que contribuyen a que sean cada vez más los que participen de este ritual. “El río es emblemático y cruzarlo va más allá de la competencia. Es un desafío personal ante la inmensidad de lo desconocido”, señaló Adrián Ciglione, subdirector de Recreación y Deportes de la Municipalidad, dejando entrever otro lado del cruce: cómo colaboran al crecimiento de la actividad las sensaciones que se ponen en juego, el “boca en boca” entre compañeros de pileta y club y ese “triunfo” de lograr superar un desafío.

Según explicó Jorge Bodaleres, prefecto principal de Prefectura Rosario, este año se hicieron dos cruces por día, durante sábados y domingos. Las actividades comenzaron a fines de octubre y finalizaron el primer fin de semana de diciembre, cuando empezó el calor y las embarcaciones deportivas coparon el río. Este año llegaron a ser 1.650 los que pasaron el desafío. Hubo 28 cruces (desde la isla hasta la costa rosarina) y cinco travesías (varios kilómetros de un punto al otro, a través del río).

“El boom empezó hace 10 o 12 años, antes eran pocos los que hacían el cruce. Ahora hay que hacer trámites con tiempo porque te quedás sin lugar, y miles de personas se entrenan todo el año sólo para eso”, señaló por su parte Cristián Fredes, director general de la Maratón Acuático Internacional “Ciudad de Rosario” y nadador profesional que llegó a ocupar el quinto puesto en el ranking mundial de la especialidad. “Tiene mucho que ver que haya más piletas cubiertas, ya que hace 15 años, aproximadamente, eran sólo tres. Ahora hay más, y más personas que practican la actividad. Así, cruzar el río es un reto, más allá del bienestar físico. Como la natación no es un juego, es una forma de motivarse para seguir”.

“El cruce va creciendo año a año. Hay 40 piletas cubiertas en Rosario, y cuando se aproxima el fin de año todos quieren cruzar. De a poco se le va perdiendo el miedo al río y al agua”, contó, por su parte, Adrián Ciglione, subdirector de Recreación y Deportes de la Municipalidad. Para él, también es importante que “Rosario haya dejado de darle la espalda al Paraná” y en consecuencia, sean cada vez más actividades las que puedan realizarse en el agua. “Hasta hace 30 años cruzar el río era sólo para nadadores profesionales, y organizar el cruce era más bien algo personal. Desde que la actividad en el río comenzó a crecer, Prefectura sistematizó y organizó esas travesías”. Así, para poder ser parte del cruce, es necesario hacerlo en el marco de algún club o institución, que a su vez le pide permiso a Prefectura. Ésta se encargará de organizar días y horarios de cruce, además de controlar las medidas de seguridad.

“La institución tiene que presentar una nota oficial requiriendo la autorización. Prefectura hace el acta de responsabilidad, dejando constancia de esa responsabilidad y de las medidas de seguridad que se exigen”, explicó Bodaleres. Las condiciones para poder realizar el cruce son: que cada participante lleve consigo un torpedo salvavidas; una embarcación con un médico que acompañe (puede variar según la cantidad de personas, ser más médicos o ir el médico con algunos paramédicos); una embarcación cada diez participantes, como mínimo. Por su parte, Prefectura garantiza dos guardacostas, dos motos de agua y un semirrígido (gomón con piso rígido). También verifica las condiciones climáticas y coordina con el tráfico comercial, para que no haya ninguna embarcación o barcos circulando a la hora de los cruces.

Pero además, cruzar el río va más allá de las formalidades de trámites y seguridad. Y es probablemente por ese “ir más allá” que las personas se transmiten la emoción del desafío y son cada vez más los que se suman. Sin esas sensaciones que se ponen en juego, la actividad no funcionaría. Cristián Fredes empezó a nadar a los tres años, “para aprender”, y nunca más dejó el agua: a los 20 años se fue a nadar a Italia, logró coronarse como subcampeón mundial y quedó quinto en el mundo. Entre tanto, es llamativo cómo aún recuerda y siente lo que es ir nadando a través del río. “Uno nace y vive acá, convive con el Paraná aunque sea mirándolo, lo imagina. Para cualquiera que nada, cruzar el río es el gran desafío. Es como llegar a la cima del Aconcagua, hasta peor, porque en el río no podés dar marcha atrás”.

En Rosario, Cristián ha acompañado varios cruces, con gente tan experta como él, pero también participó junto a quienes nunca lo habían hecho. “Tirarse, para los que lo hacen por primera vez o son más grandes, es lo más complicado. Es diferente a la pileta, el río manda, tiene el control. Hay que acompañarlo y obedecerlo, seguir sus leyes, respetarlo, si no fracasás. Llegar es tremendo. Es haber cumplido, es la satisfacción de superar algo que esperaste al menos a lo largo de un año, o tal vez más. Como una graduación. Y mientras estás en el agua, se disfruta, se trata de entender. Se siente una fuerte adrenalina, la de estar cada vez más cerca pero también de pedirle al río que te deje disfrutar y lograrlo. No somos más que la naturaleza, si no la respetamos no llegamos. Nunca te olvidás de cruzar el río, es emocionante, desde que te tiras hasta que llegas. Y después de haberlo hecho, la perspectiva sobre el río cambia. Lo mirás desde adentro, ves que no es tan fácil. Que la olita que ves desde la embarcación se potencia”.

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