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Crítica teatro

Estallido de energía y belleza en Stravaganza

Flavio Mendoza, al frente de una compañía de cincuenta artistas en escena, sorprende con la magnificencia de su espectáculo “Stravaganza, Water in Art”, que el jueves último estrenó su temporada local en el Salón Metropolitano.


Un relato fragmentado que apela a cuadros de gran exotismo y ensoñación, y una estructura narrativa que no aparece porque, en definitiva, no es necesaria, donde el nuevo circo, la vieja revista porteña y el humor televisivo se revelan como los grandes signos, son los caminos por los que transita la megaproducción Stravaganza, Water in Art, music hall acuático que encabeza el bailarín y coreógrafo Flavio Mendoza, que el jueves último debutó en el Salón Metropolitano del Alto Rosario Shopping donde continúa en cartel con una veintena de funciones a lo largo de tres semanas y con una puesta en escena quizás aún más imponente de la que se conoció en sus comienzos hace algunas temporadas en Carlos Paz.

Lo extravagante que pareciera dar origen a este trabajo en el que Mendoza, claramente, homenajea y pone en lo más alto viejas rutinas aggiornadas de aquellos circos que conoció de niño y donde se formó también como acróbata, instala en el espectáculo una lógica que contradice el viejo axioma que asegura que “menos es más”. Por el contrario, el efecto de Stravaganza, Water in Art está en redoblar todo el tiempo la apuesta hasta lograr imponer como justificación que “más también puede ser más”, a través de la edificación de un barroquismo visual extremo a nivel de puesta en escena, vestuario y propuesta coreográfica y lumínica, que mantienen un diálogo constante a lo largo de todo el espectáculo.

Así, por más de dos horas de show, Mendoza, el creador y gran figura del espectáculo, suma el desafío de que esas rutinas que en algún momento también lo tuvieron como protagonista “dialoguen” con el agua a través de una enorme pileta de 15 mil litros que es el gran condimento de este show, por debajo del piso de un escenario articulado de unos 400 metros cuadrados con una parte levadiza y oscilante que sube la apuesta a la hora de los desafíos y el riesgo en escena.

De hecho, “agua en el arte” (traducción de “Water in Art”) es una especie de juego de palabras, una construcción que se materializa en cada uno de los cuadros que del mismo modo que atraviesan la estética del malambo, pasan por otras disciplinas coreográficas como el flamenco, el tango, el árabe (belly dance), el hipo hop e incluso por otras de raíz oriental con reminiscencias de Kathakali o danzas balinesas, con un bellísimo homenaje a Vishnú, dios venerado en el hinduismo que habita en un paraíso abarrotado de oro, imponente cuadro donde se luce la bailarina Noelia Pompa, a la que Mendoza da en el show el lugar de la atracción, con incursiones precisas y todas en el marco de impactantes coreografías y despliegue escénico, más allá de que, como su partener, tiene también a la excelsa Gisela Bernal, cuyas participaciones tanto con Mendoza como en solitario son otro de los puntos más altos del espectáculo.

De este modo, en el marco de una escenografía que emula un gran arrecife coralino (recurso que se repite en algunos de los suntuosos tocados), con la presencia de la cantante Lucila Juárez que aporta una cuota de enigma como la voz del espectáculo, piso, aire o agua parecieran no poder resistirse ante una propuesta que, a cada paso, suma vértigo en descollantes construcciones, algunas con impactantes objetos escénicos, que interactúan con las pantallas montadas en el fondo del escenario. De todos modos, el efecto está en la eficiencia de un equipo de bailarines y acróbatas que, lejos de cualquier déficit, parecieran “no necesitar” de la fuerza a la hora de concretar verdaderas proezas en las que la destreza física y la plasticidad son los signos más potentes, momentos en los cuales las instancias oníricas se revelan como fuertes referencias estéticas.

El espectáculo, que también se cimienta en la presencia de una banda de siente músicos en vivo, lo que da otra intensidad al universo sonoro, utiliza como recurso algunos cuadros de humor a cargo de, entre otros, Maxi de la Cruz y Mauricio Jortack, que, más allá del conocido talento de los convocados, resultan algo extemporáneos en relación con el resto del show excepto en el cuadro en el que interactúan con una ficción creada y proyectada en una pantalla. De todos modos, está claro que esos “entremeses” son necesarios para que tramoyistas y vestuaristas, alrededor de 30, puedan garantizar la continuidad del espectáculo, que exige todo el tiempo de una gran rigurosidad, precisión, puntualidad y pulcritud en el espacio escénico, porque de otro modo se complicaría la seguridad de los bailarines-performers que en algunos casos superan las cuarenta personas en escena.

Ideológicamente, Stravaganza remite a una especie de mundo ensoñado y multicultural donde quedan afuera las cuestiones sexuales y de género, apelando a la belleza física, tanto femenina como masculina, pero buscando por momentos cierta fusión entre los géneros, priorizando, sobre todo, la belleza y la plasticidad por encima de cualquier otra variable.

Un segmento, el más poético del show, con canciones de Soda Stereo a modo de homenaje a Gustavo Cerati en el que tiene su protagonismo el talentoso bailarín y cantante Facundo Mazzei, y otro cuadro en altura que involucra al propio Mendoza en el mejor momento de humor del espectáculo, completan este show que no admite barreras intelectuales y que, por mérito propio, se ha convertido en el más exitoso y convocante de la Argentina.

Cuerpos que emergen del agua, cuerpos que se sumergen en el agua, cuerpos que vuelan, que danzan incansables, que se abrazan en hermosos adagios, que se encuentran y desencuentran, cuerpos en el aire y en la tierra: Stravaganza, Water in Art ofrece una especie de estallido de energía y belleza, un momento para dejarse seducir por la magia del circo y el glamour de la revista, un género fusión con sello argentino de calidad internacional, con el que Flavio Mendoza se apodera de la “fuerza del agua” y la pone en escena.

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