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Galíndez era figura, pero Mareque y Núñez acomodaron el resultado final.

Perder en Avellaneda, ante Independiente en este momento del Rojo, en el que manda en soledad, estaba dentro las probabilidades más concretas. Galíndez de muy buena tarea aguantó el cero más de 70 minutos, y en el arranque del complemento Central le jugó de igual a igual. Pero, la diferencia de jerarquía en fútbol es algo muchas veces indisimulable. Y eso fue lo que ocurrió. Mientras Américo Gallego le otorgó a su equipo una identidad definida, que no traiciona. Los de Cuffaro Russo hacen lo que pueden. Por ahora, las desgracias ajenas (Chacarita, Atlético Tucumán y Racing) le otorgan vida, por su propia fuerza no puede levantar. Cruzaron el disco de las primeras diez fechas de torneo, y apenas ganó un partido. Algo que de no mediar resultados ajenos sería tema de profunda preocupación.

 El primer tiempo se jugó con un ritmo infernal. De arco a arco, con Independiente más punzante, pero Central respondía porque el local atacaba con mucha gente. Y tal como viene sucediendo el costado derecho del Canalla fue su punto vulnerable. Yacuzzi fue figura para Arsenal, Mareque el mejor del Rojo, junto a Mancuello. Mientras Jonatan Gómez sufre delante del tan voluntarioso como errático Chitzoff, el rival de turno busca desnivelar por ese lugar.

 Respecto a la línea de juego puede marcarse una diferencia notable entre ambos. Mientras Independiente apuesta a poner la pelota contra el piso, ir por los costados, y tratar de definirlo en el área con Silvera y Gandín bien de punta, Central va mutando. A veces tira pelotazos desde la pegada de Galíndez, otras va con intentos individuales con Núñez y Gómez, pero sin una idea clara. No puede definirse como un equipo tocador, y que domine al rival, y tampoco como un conjunto al que le quedan cómodos los partidos para jugarlos de contra. Va resolviendo como puede, así suele emparejarlos, pero por lógica termina perdiendo. Como sucedió en Avellaneda.

 Cuando parecía que estaba parejo y que Independiente había claudicado ante la sobriedad de Galíndez, el Tolo mandó al Gordo Núñez a la cancha y con cinco minutos de presión lo definió. Mareque y el propio Núñez, los dos por la izquierda, los dos aprovechando un mal muy marcado que Cuffaro no parece descubrir.

 Por fortuna para la vida del Canalla el resto sigue perdiendo, y si bien eso no alcanza para festejar, sería hasta imprudente, sí sirve para dormir tranquilo. Aunque siga jugando mal.

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