Ciudad

Esperando la catástrofe

Más de 60 familias del barrio “Curva de Tucumán” en la zona norte, continúan viviendo en casas que fueron declaradas “inhabitables” en 1999. Crisis de 2001 mediante, ahora siguen igual o peor que antes.

Más de 60 familias del barrio Curva de Tucumán, en el norte de la ciudad, viven en construcciones con peligro de derrumbe desde hace 10 años. Tras sucesivos intentos de arreglar una estructura que evidencia problemas de origen durante su construcción en la década del 70, los vecinos luchan por convertir el terreno lindero a su barrio en el lugar donde emplazar sus viviendas. Grietas, desprendimientos, problemas eléctricos, son algunos de los problemas que sufren día a día este grupo de vecinos, que en su mayoría son jubilados. Para peor, aunque el conjunto de viviendas fue declarado “inhabitable” en 1999, desde entonces sólo una familia fue relocalizada.

Después de transitar por Humberto Primero (Primo, para los vecinos del barrio) a la altura del 1300, en el barrio “Café con Leche” de la zona norte de la ciudad, hay una indicación para doblar por calle Mar del Plata. Y allí, a mitad de cuadra, se encuentra una serie de 64 viviendas que, literalmente, corren serio peligro de derrumbarse hoy, mañana, o el próximo año. Es decir, en cualquier momento.

Presentan serios problemas estructurales, entre ellos, grietas y desprendimientos. Según dijo el titular de la ONG Manos a la Obra, el albañil Narciso Cantero, es demasiado probable “un derrumbe parcial”.

“En agosto vinieron por última vez del Servicio Público de la Vivienda”, señaló en diálogo con El Ciudadano, Carolina, una de las vecinas que en 2005 tuvo que ser relocalizada por la Municipalidad, que se comprometió por contrato a otorgarle una vivienda en un año. Es que luego de las refacciones realizadas por la repartición en el año 2000, la estructura cedió, poniendo en peligro a todos los que estaban debajo.

“En mi caso fue peor el arreglo –se quejó la vecina–. Tuve que sacar 17 baldes de agua de arriba de la alacena”. Carolina describió que sólo hubo pasos en falso: “Cuando los materiales para la refacción fueron de buena calidad el problema fue la mano de obra”.

La familia de Carolina fue la única relocalizada desde la declaración de emergencia habitacional en 1999 por el Concejo. “Visto el estado de emergencia habitacional sanitaria y social por lo que atraviesan los vecinos del barrio curva de Tucumán cito en calle Humerto Primo y Mar del Plata, y considerando que este conjunto de viviendas adjudicado a título oneroso construido por el Servicio Público de la Vivienda en la década del 70 con bloques y techos prearmados con ladrillos y bloques y varillas en las juntas”, describe la ordenanza 16048 de aquel año.

Y agrega que “el 17 de febrero de 1999, ante el requerimiento de los interesados, el concejal Roberto Bereciartúa constató la situación in situ acompañado por la vicepresidenta del Colegio de Arquitectos de la segunda circunscripción de Santa Fe, comprobándose el mal estado de las instalaciones sanitarias, existiendo filtraciones de aguas servidas en todos los conjuntos de cocinas y baños de la planta baja desde los conjuntos sanitarios de los pisos superiores formándose las viviendas inhabitables”.

El texto fue objetivamente lapidario. El problema es que desde entonces no mucho ha cambiado, apuntan los vecinos y queda evidente a ojos vista. Claro está, apenas un año y poco más después de la constatación, el derrumbe llegó. Pero no del barrio, sino de toda la economía nacional: la crisis de 2001-2002 dejó en el camino todo remedio.

Una década después, las cifras macroeconómicas están insólita e históricamente firmes, pero las viviendas no. “Es casi total el peligro de derrumbe. Hay fatiga de materiales por las malas conexiones de cañerías. Tenemos problemas de humedad, grietas, desprendimientos y arreglos a medias. Sigue estando declarado inhabitable”, marcó Eduardo, otro de los vecinos en riesgo.

Sea por destino o por azar, todavía no se registró ningún herido a causa de los desprendimientos. “El otro día se me cayó el mueble amurado, por las grietas de la pared. Y por suerte no golpeó a nadie”, terció Silvia, quien también vive allí. Y recordó que también sufrieron serios –y peligrosos– problemas con la instalación eléctrica, debido a las pérdidas de agua.

De acuerdo con los vecinos, las viviendas que quedaron vacías porque muchas familias se mudaron, fueron usurpadas desde 2005. “Contabilizamos 10 veces en total. Yo tuve que hacer una demanda de desalojo y debido al peligro de derrumbe en tres meses los sacaron. Pero me salió 2 mil pesos de abogados”, concluyó, molesta, Carolina.

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